"El hormigón avisa antes de romperse"

Las incógnitas del accidente deben empezar a despejarse por la ejecución de la obra, en 1994, y el mantenimiento en este cuarto de siglo, ya que un material como el de la estructura dañada puede resistir siglos y en caso de deterioro muestra signos muy visibles. Los expertos descartan el factor del peso excesivo del público

Un técnico de la Policía Nacional estudia qué pudo fallar en un paseo a simple vista muy deteriorado. TWITTER (pasarela de O Marisquiño)
photo_camera Un técnico de la Policía Nacional estudia qué pudo fallar en un paseo a simple vista muy deteriorado. TWITTER

LA PERSEGUIDA depuración de responsabilidades políticas no despejará la incógnita de por qué se vino abajo el paseo marítimo de As Avenidas. Para resolver la ecuación hay qué poner la lupa en dos variables: la ejecución de la obra, que según la agencia Efe data de 1994, y su mantenimiento durante las últimas tres décadas. Y, al mismo tiempo, hay que descartar otro par de factores: la antigüedad de la infraestructura y el peso que soportaba la misma durante el malogrado concierto de Rels B.

La edad de la pasarela no debería ser excusa, pues está sustentada por un armazón de hormigón que debería resistir sin problemas décadas e incluso siglos. "Es un material muy sólido que vemos intacto en estructuras de casi cien años, como puentes o rascacielos", apunta a AGN la ingeniera industrial y empresaria de la construcción María Casal, que forma parte de Executivas de Galicia.

María Casal, ingeniera y jefa de obra: El estado de las tablas de madera no tiene que ver pero sí hace pensar que el hormigón también estaba en mal estado

Y del mismo modo que aguanta el paso de los años, el paseo "también debería soportar, según los datos de obra, 600 kilos por metro cuadrado. Es decir, lo equivalente a ocho personas en ese espacio, cuando en el concierto podría haber cuatro como mucho", prosigue la ingeniera consultada. Con ella coincide el profesor de Enxeñaría de Obras Públicas de la UDC Manuel Herrador, quien, en declaraciones a la Radio Galega, ironiza con que "o cada uno de los asistentes pesaba más de 200 kilos o bien el peso no influyó en absoluto".

Así, para dar respuesta a por qué un paseo marítimo sostenido por uno de los materiales más duraderos del mercado se quebró provocando un socavón de casi 700 metros cuadrados hay que preguntarse, en primer lugar, si la obra se ejecutó correctamente. "En casos como el de Vigo, en que una parte de la estructura va a estar en contacto con el agua, hay que reforzar la capa de hormigón que cubre las barras de acero. Esto quiere decir que si normalmente la capa es de un centímetro, al estar en el mar debe ser de cuatro. Lo que no puede pasar es que entre agua en contacto con el metal, porque entonces lo empieza a corroer y lo debilita", explica María Casal.

La advertencia de la ingeniera, que también ejerce como jefa de obra, puede explicar lo sucedido en O Marisquiño, aunque tampoco es excusa, porque, según comenta, "el deterioro de la estructura no se da de un día a otro, sino que es un proceso lento y comienza a exteriorizarse en signos muy visibles". Es decir, "aparecen grietas pronunciadas y franjas con óxido" que hacen presagiar que la infraestructura no está en buen estado. "El hormigón avisa antes de romperse, y además grita", sintetiza la ingeniera.

Manuel Herrador, profesor de la UDC y experto: El peso de la gente no influyó en absoluto en el accidente a no ser que todos los asistentes pesasen más de 200 kilos

Es por eso que no tiene dudas a la hora de ofrecer su diagnóstico sobre las causas del accidente que se saldó con más de 400 heridos. Si bien emplaza a esperar a que los técnicos de la Policía Nacional que este martes peinaron palmo a palmo la zona del accidente extraigan las conclusiones de su trabajo, María Casal es concisa: "Hubo falta de mantenimiento".

Pero esa situación, lejos de sorprenderle, la califica de "muy extendida" en la comunidad. "En Galicia acabamos una obra y nos olvidamos de ella hasta que se rompe. No hay cultura del mantenimiento", reflexiona. Preguntada acerca de si la falta de revisiones puede deberse a la dificultad para acceder a la infraestructura al estar enclavada en el mar, la ingeniera considera que "su ubicación no es excusa" ya que "cuando baja la marea gran parte queda al descubierto y, además, no hay más que levantar unas tablas para tener acceso al hormigón"

Enrique Montenegro, asociación vecinal Elduayen: Llevamos veinte años quejándonos del deterioro del paseo y nadie nos hizo caso. Parece que tiene que pasar algo

LA MADERA NO INFLUYE. Sobre este último punto, el deterioro del paseo de madera que cubre el espigón —tan acusado que llevó al PP de Vigo a denunciar su mal estado días antes del festival— también se pronuncia María Casal, que concluye que la pasarela de tablas no influye, pero sí insinúa. Es decir, "no tuvo nada que ver en el siniestro porque no es más que una piel, un recubrimiento de la estructura de hormigón. Pero el hecho de que se encontrase en tan mal estado hace pensar que, si la madera no seguía ninguna pauta de mantenimiento, lo que había debajo, que no se ve, aún menos", expone. 

En una línea similar a la de la ingeniera, Manuel Herrador lamenta la "aparente falta de conservación" en la estructura, al tiempo que reconoce que "es necesario cambiar el chip y comprender que con un adecuado mantenimiento se pueden evitar averías que acaban teniendo un coste mucho mayor, ya sin hablar de que ocurran accidentes como el de O Marisquiño". Y aboga por la necesidad de que "al margen de unas revisiones periódicas, se debe informar también a los operarios de limpieza que comuniquen cualquier anomalía, como grietas y óxido, que observen durante el desarrollo de sus tareas".

Rubén Pérez, Asociación de comerciantes: Es una suerte, dentro de lo malo, que esto ocurriese con marea baja. Si hubiese estado alta hablaríamos de tragedia

"VEINTE AÑOS DE QUEJAS". Mientras en la arena política prosigue la guerra para dar con el responsable de un mantenimiento que parece que no se llevaba a cabo, los vecinos se quejan de que parecían ser "los únicos" que se daban cuenta del abandono de As Avenidas. "Llevamos veinte años protestando y nadie nos hizo caso", dice el presidente de la asociación de vecinos Elduayen, Enrique Montenegro, que lamenta que "tenga que pasar algo para que haya soluciones".

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