Kalala no tenía botón de emergencia

Unicef lanza la campaña #TheUnescapeRoom para concienciar sobre la realidad del trabajo infantil ▶La ONG recrea una mina de oro en Vigo para que los participantes se metan en la piel de los niños que trabajan en ellas

 

 

La embajadora de Unicef y actriz Lucía Regueiro durante el experimento. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera La embajadora de Unicef y actriz Lucía Regueiro durante el experimento. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

"¡Habéis venido a trabajar!". Así recibe el patrón a quienes participan en el experimento con el que Unicef pretende concienciar sobre el trabajo infantil. En las instalaciones de un centro de escapismo de Vigo, la ONG recrea una mina de oro de Camerún en la que los participantes viven en primera persona algo parecido al día a día de un menor explotado.

A base de gritos (un actor representa al patrón), quienes se prestan al experimento tienen que obedecer a lo que les indica. Picar paredes, acarrear sacos de arena, peinar ríos, moverse por espacios claustrofóbicos... Las paredes son de cartón piedra y todos saben que el que da las órdenes es un actor. Por eso de vez en cuando se escapa alguna risa. Es una aventura divertida en la que la finalidad es reunir la máxima cantidad de oro posible, buscando entre la tierra o en medio del lodo de un río. "¡Más oro!", grita el patrón constantemente. Cuando los participantes ya están hartos de buscar y acarrear sacos con tierra para tamizar y encontrar las pepitas de oro, el patrón ofrece la opción de pulsar un botón de emergencia. Es entonces cuando se acaba el juego y en una pantalla aparece el rostro de Kalala, una niña real que no pudo pulsar ningún botón para salir de la mina en la que estuvo atrapada. Ya nadie se ríe. En su caso, recogía diamantes.

Recreación de una mina de oro africana y de las condiciones del trabajo infantil. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

El objetivo de la campaña #TheUnescapeRoom (en español, habitación sin salida), que lanza este martes Unicef, es concienciar a la población de la realidad de 73 millones de niños en el mundo que trabajan en condiciones de falta de seguridad. "La cantidad de niños en esta situación es tal que si se diesen la mano podrían rodear el mundo", explica la Coordinadora de Unicef en Galicia, Irene Marín.

La prensa pudo vivir el lunes un resumen de la experiencia que vivieron dos grupos de cinco personas anónimas en el pasado mes de mayo. Solo sabían que participarían en un ensayo social, que tenían que llevar ropa cómoda y una muda por si se manchaban o se mojaban. La experiencia resultó ser un juego hasta que pulsaron el botón de emergencia y escucharon la historia de Kalala. La pequeña cuenta en primera persona que sufrió todo tipo de abusos, desde gritos hasta violencia física y sexual. Como ella, muchos otros niños en el mundo se ven sometidos a explotación de todo tipo, en régimen de esclavitud. Además de las minas de oro de Camerún, los números del trabajo infantil también la engrosan casos como los de Hadiza, que se dedicaba a remover en la basura, vender en las calles y al trabajo doméstico; Halima, que trabajaba recogiendo cacao, y Mohamad, que trabajaba en una fábrica de cemento. Ellos también forman parte de la campaña y consiguieron volver a la escuela gracias Unicef.

Recreación de una mina de oro africana y de las condiciones del trabajo infantil. JAVIER CERVERA-MERCADILLO2

La ecuación para el futuro: escuelas gratuitas y trabajo para los padres

Un total de 151,6 millones de niñas y niños de entre 5 y 17 años se ven obligados o forzados a trabajar. Casi la mitad (73 millones), realizan trabajos peligrosos como la manipulación de productos químicos –respirando sustancias tóxicas–, el transporte de cargas pesadas o labores en las alturas, bajo el agua, en recintos confinados o por la noche.

El África Subsahariana es la región con la más alta incidencia de niños trabajadores, seguida por Asia y América Latina. "Esta es una llamada de atención a la sociedad para que se fije en la situación de todos estos niños, porque no es lo mismo dar una cifra que vivir la experiencia y darte cuenta de que para ellos es una realidad diaria de la que no pueden escapar".

Los gobiernos de todo el mundo se han comprometido a acabar con el trabajo infantil forzoso para el año 2025, ya que es una de las metas contempladas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Si bien es verdad que desde el año 2000 el número de niños que trabajan en condiciones peligrosas se ha reducido en más de la mitad, Unicef denuncia que en los últimos años la caída es más lenta.

"El trabajo infantil es una fuente de pobreza. Muchos de esos niños acaban en la calle consumiendo drogas como el pegamento. Hay que conseguir que tengan acceso a escuelas gratuitas y que sus padres puedan encargarse del trabajo", indica Marín.

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