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Instinto

Mario Casas, uno de los protagonistas de Instinto. EFE
photo_camera Mario Casas, uno de los protagonistas de Instinto. EFE

ES INNEGABLE que un tráiler es la carta de presentación más eficaz para posicionar una película y, de un tiempo a esta parte, también una serie. Los hay que te desvelan la trama y destrozan el guion de la historia, lo que es el reflejo de un trabajo mal hecho, y otros que te crean tal adicción, que suspiras sin disimulo para que se estrene la producción y poder plantarte en la taquilla o frente a la televisión. Esos son los que, a mi juicio, consiguen el objetivo deseado.

En este último grupo están los que conocen perfectamente el efecto que, algunas escenas, pueden causar en la mente de quien los ve y recurren a ellas con premeditada inteligencia, ante la certeza de que son el cebo perfecto para captar la atención. El tráiler realizado con la serie 'Instinto', que se estrenó anoche, es la prueba más evidente y eficaz de cómo crear una expectación ansiosa desde semanas antes de poder verla en emisión.

Tengo amigos que están hiperventilando desde hace tiempo. Y de amigas ¡ya no hablamos! Las imágenes de Mario Casas protagonizando el que, "a priori", se antoja un thriller erótico, activó todos los resortes sensoriales imaginables porque, precisamente eso, la imaginación es otro factor esencial.

Pero "Instinto" es mucho más que el actor gallego al desnudo, con la única protección de una máscara que le oculta el rostro, abandonado a los placeres eróticos. Es también la historia de cómo una mala infancia te puede destrozar la vida, cómo los malos recuerdos no encuentran la manera de cicatrizar y no te permiten pasar página, cómo el amor de un hermano es tu único refugio.

Mario Casas es Marco, el hombre más deseado del momento. Lo tiene aparentemente todo. Es un joven empresario, que lidera una de las compañías tecnológicas más exitosas del panorama internacional. A pesar de su popularidad, no es un hombre que destaque por su vida social. Es un solitario al que nadie consigue acceder desde un lugar íntimo. Solamente lo logra su psicóloga, de la que Marco es emocionalmente dependiente.

Sus fantasmas son infinitos y, aunque intenta luchar contra ellos, su verdadero escape son el deporte y un club privado. En él, cada individuo se preocupa solamente de recibir placer y dar rienda suelta a sus sueños más eróticos, sin temor a enamorarse, ya que allí todo el mundo lleva el rostro oculto.

La llegada de alguien de su pasado desestabiliza por completo su vida, afectando incluso a la relación que tiene con su hermano José, un joven autista, que interpreta con maestría y enorme respeto Óscar Casas. En ese viaje al pasado, Marco descubrirá que no hay peor enemigo que uno mismo.

"Instinto" dará que hablar. Unos se escandalizarán, a otros puede llegar a parecerle incluso que se ha quedado corta. Lo que no se le puede negar es el riesgo que asume una producción así, nunca hecha antes en nuestro país. Y, por supuesto, lo que podía haber resultado soez, lo han evitado aliándose con la sensualidad que, no en vano, es uno de los ingredientes indispensables en el erotismo.

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