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Se sube el telón

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Leer que vuelve la actividad a los teatros ha sido la noticia alegre y esperanzadora de los últimos días. Por lo menos para aquellos que amamos la cultura y que nunca nos resistimos a dejar de consumirla de manera presencial, durante todos estos meses de pandemia, a pesar de unas restricciones que, por fortuna, empiezan a diluirse.

Siempre he reconocido mi debilidad por los musicales, por el teatro, por las representaciones en vivo y en directo. Desde hace años, ya siendo una adolescente, aprovechaba cualquier viaje a Londres o Nueva York para empaparme de todas las novedades y estrenos en el West End londinense o el Broadway de la Gran Manzana.

Con el tiempo, Madrid se fue abriendo a este tipo de ofertas de ocio. Hoy es la tercera ciudad del mundo en representaciones de musicales, puesto ganado a pulso por méritos propios. Todavía recuerdo con qué alegría celebraba, en mis tiempos de universitaria, cada noticia que se publicaba, anunciando que se avecinaba la llegada de un estreno de nivel internacional con destino a la Gran Vía. Me las ingeniaba de mil maneras para poder escaparme a ver todas esas novedades, que todavía tengo muy presentes.

Hoy, salvo por el parón obligado por la situación sanitaria, sigo yendo a ver todos los estrenos que puedo, sea donde sea que se produzcan. Pasé Fin de Año en dos ocasiones en NY, a -13 grados de temperatura, que hacían que te doliera hasta el blanco de los ojos, pero merecía la pena. Broadway ofrecía una oferta de espectáculos difícil de equiparar por otra ciudad del mundo, salvo por la siempre "al día" londinense. Pude ver a Jude Law como Hamlet, a Antonio Banderas en Nine o a Hugh Jackman y el Bond Daniel Craig en Steady rain. A Catherine Zeta Jones, Angela Landsbury, Ricky Martin en Evita o a Scarlett Johansson en La gata sobre el tejado de zinc caliente.

Que se suba, de nuevo, el telón en la Gran Vía madrileña y en otros teatros de la ciudad, ya con todo el aforo disponible, después de muchos meses sin representaciones, es una inyección de adrenalina para el ánimo. Regresar a esa vida, que dejamos atrás, es la mejor medicina para ir superando lo vivido. El mejor revulsivo porque todavía no somos conscientes de la herida emocional que nos ha dejado toda esta locura.

La oferta madrileña es variada y tentadora. Frente a las siempre adictivas historias de Grease o Ghost, ahora con un David Bustamante como protagonista, vuelve el imperecedero El rey León, que va a competir con tres estrenos de auténticas campanillas: A chorus line, un clásico de los musicales, producido por Antonio Banderas y protagonizado por Manuel Bandera. Tina, una producción sobre la indiscutible y triunfadora Tina Turner, el reflejo "del viaje que he hecho hasta aquí. Espero que el espectador tenga la idea de que puedes convertir el veneno en medicina". Y será Carlos Latre, como no podría ser de otra forma, quien con Golfus de Roma ponga los enredos y el sentido del humor a servicio del espectador.

Propuestas diversas que competirán con otras producciones teatrales imprescindibles, pero ese será otro capítulo. De momento, celebremos que se sube el telón y que empezamos a vislumbrar que regresamos a la "anormalidad" de antaño.

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