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"Hazte la vida fácil"

Lo ha pasado mal. Los que le conocemos bien lo sabemos. La única solución para su serenidad mental y tranquilidad de ánimo era el silencio. Y tampoco es esa una alternativa fácil para quien es un buen conversador y que sabe verbalizar sus emociones con sensibilidad y una maestría, que se ve recompensada con unos lectores incondicionales y agradecidos.

Cuando, hace unos meses, Màxim Huerta fue elegido ministro de Cultura, en mi fuero interno -y él lo sabe- me pregunté si sabía dónde se metía. No dudé de su reflexión previa a tomar la decisión, aunque la respuesta tuvo que darla en tiempo record, sino del huracán mediático que eso iba a provocar. Y, lamentablemente, no me equivoqué a tenor de todo lo que vino a continuación.

Lo peor no fue la dimisión días después, sino la corriente de odio, animadversión, juicios gratuitos e insultos que inundó las redes sociales, donde el debate tranquilo y respetuoso de antaño hoy ya es solo una quimera.

Durante su tiempo de necesario retiro seguimos en contacto, respetando sus silencios en los días más críticos e intentando activar su ironía en aquellos momentos que le notabas más vulnerable. Algo bullía por dentro que le estaba cambiando, no con los amigos, pero sí con él mismo. Existen algunos momentos de la vida en los que hay que pasar por situaciones límite, esas que te dan un latigazo tan desconcertante que te dejan casi al borde del KO. Cuando eso ocurre, aunque no somos conscientes en el momento en el que te sacude el desconcierto, es un aviso que te sirve para darte cuenta de lo realmente importante de la vida.

Max se refugió en la familia, la lectura, los amigos de verdad, los viajes necesarios y las acuarelas, las únicas que ponían un toque de color en ese momento de oscuridad. Lo de escribir se quedó en un letargo del que saldría cuando estuviera preparado.

De niño, su madre le llevaba a clases de pintura y su padre de mecanografía. El destino, que entrelaza los capítulos vitales antes de que nosotros podamos darnos cuenta, quiso que ambas actividades acabaran forjando su vida. En los dibujos encontró, de manera inesperada, la calma que necesitaba y una manera natural de vivir el duelo. Como escribió en su artículo "Prefiero la vida", "qué bueno encontrarse uno mismo en la mudanza". Y es que, a veces, necesitamos una descarga vital para retomar nuestra exploración interior.

Para pasar página hay que saldar cuentas con el pasado. Lo vivido y sentido lo tenía escrito Màxim en una serie de artículos publicados durante meses. Condensarlos en un tomo y publicarlos sería esa terapia necesaria para cerrar el círculo. Así nace "Intimidad improvisada" y revive el hombre que, tras esos relatos, existía antes de la tormenta.

Ahora, las emociones ya van recuperando el equilibrio y sus ojos el brillo de antes. Sabe bien qué es lo realmente importante y con quién quiere compartir los momentos especiales de su vida. La agenda de contactos ha disminuido, pero quedan los de verdad. Y a partir de ahora, como dice su madre, "hazte la vida fácil". Pues eso.

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