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No dejes de soñar

Acreditaciones de Amalia Enríquez. DP
photo_camera Acreditaciones de Amalia Enríquez. DP

NO SÉ por qué hay etapas en la vida en las que los hados se alinean de tal forma que, determinadas ideas o situaciones, se repiten machaconamente. En los últimos días, en conversaciones con amigos y en entrevistas con personalidades dispares, la idea de soñar ha sido el denominador común en todas ellas, como si nos hubiéramos preparado un guion previo que seguir.

Cuando esta semana recogí mi acreditación del festival de cine de Málaga, el soñar volvió a aparecer en mi cabeza. Ver que este año se celebraba la vigésimo primera edición, me dio cierto vértigo porque, desde el primer año, he vivido allí —en primera persona— la magia del cine. En toda esta larga travesía, no sólo he observado la evolución de un certamen con las subidas y bajadas propias en este tipo de competiciones, sino también la transformación de una ciudad que siempre me ha acogido con hospitalidad. Me encanta el festival, la ciudad, su gente, lo que ofrece su gastronomía y las opciones culturales, que son brillantes y destacadas.

Nunca he sido muy soñadora, esa es la verdad. Lo mío siempre era tener los pies en la tierra, ver el vaso medio lleno pero sin perder la perspectiva porque, a pesar del esfuerzo que pudiese invertir en algo, nunca me regalaron nada. He sido afortunada, pero no con suerte. Supongo que eso, al final, es un plus porque, aunque siempre soy muy agradecida con quienes me dieron diferentes oportunidades, el haber conseguido algo en mi beneficio ha sido el resultado del empeño, la perseverancia y la lucha sin desmayo.

Al no tener nunca esa tendencia a soñar o imaginar situaciones que podrían darse, todo en mi vida ha sido una sorpresa. A veces con forma de regalo, otras con carga de decepción. Dicho esto, no me arrepiento de lo vivido. De las luchas se suele salir fortalecido y, aunque hay momentos en los que dudas de que hasta eso sea verdad, la travesía vital que he transitado hasta ahora me ha dado más de lo que podía suponer conseguir.

Nunca imaginé viajar como lo he hecho, estar con la gente que he tenido el privilegio de conocer, entrevistar a muchos de los que admiraba de niña y, aunque nunca fui de forrar las carpetas con las caras de los ídolos, sí tenía mis debilidades. Algunas de ellas, no solo han pasado por mi vida, sino que llegaron a ella para quedarse.

Si los dos cajones que tengo llenos de acreditaciones son el reflejo de lo conseguido, mi vida profesional ha sido muy plena. En experiencias sí, en reconocimiento tal vez, en merecimientos no. Creo que, de haber obrado de otra manera ante ‘oportunidades’ que me brindaron, hoy estaría en otro nivel, pero la coherencia es algo que se paga caro.

Es un privilegio dormir con la conciencia tranquila, pero con favores no se construye una vida. A pesar de que, en el ambiente de mi entorno fluye el ‘no dejes de soñar’, si no lo hice nunca sin saber lo que me esperaba ¿por qué voy a hacerlo ahora cuando ya sé cómo funciona este mundo? La experiencia también enseña…

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