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Puro teatro

Martín Rivas y Adrián Lastra
photo_camera Martiño Rivas y Adrián Lastra

ME DIJO un día Kenneth Branagh que en el teatro es donde se ve de verdad quién es un buen actor. Son muchos los que no secundan esa idea, pero sí se alinean en la misma opinión de que, sobre el escenario, se despliega una magia que no existe en el cine o la televisión.

En el teatro ningún día es igual. Ocurre lo mismo con el público, su comportamiento y emotividad es diferente en cada función. Esa circunstancia es un plus en la puesta es escena que tiene la dramatización de una historia encima de las tablas.

Mis amigos actores, que cada vez son más los que se lanzan a la aventura de la adrenalina del directo, dicen que lo más adictivo del teatro es que, cuando sales al escenario, te olvidas de que eres tú y te sumerges por completo en la personalidad de quien interpretas. El teatro es muy verdad, no hay trampa ni cartón. Es la magia del directo. 

Estos días tuve una larga e interesante conversación con algunos actores, que han encontrado en la escena una realización personal y profesional con la que no contaban y les ha sorprendido. Hablábamos de si debería ser didáctico el escenificar determinadas historias. No solo creo que es positivo que así sea, sino que en algunas ocasiones puede llegar a ser incluso terapéutico. 

Nos sumergimos en este debate después de haber visto en el Teatro Pavón Kamikaze de Madrid dos obras, Port Arthur Jauría, basadas en hechos reales, que están conmocionando la escena de la capital. El "teatro documento", que así se denomina, es el que fundamenta su dramaturgia alrededor de un hecho que ha sucedido.

Port Arthur escenifica el interrogatorio de Martin Bryant (Adrián Lastra) en la prisión de Risdon (Tasmania, Australia) ante los dos investigadores de su caso (Javier Godino Joaquín Climent). Está acusado de haber cometido un tremendo crimen, matar a 35 personas y herir a otras 23, pero él no se acuerda de nada. Ese interrogatorio es la única y última oportunidad que tienen para conseguir que confiese. ¿Qué nos sucede a los espectadores, cómo reaccionamos cuando vamos a una función teatral con personajes que existen o han existido?

Jauría es la dramaturgia a partir de las transcripciones del juicio realizado a los miembros de La Manada. La obra está construida con fragmentos de las declaraciones de los acusados y denunciante, publicados en varios medios de comunicación. Una ficción documental a partir de un material muy real, demasiado real, que nos permite viajar dentro de la mente de la víctima y de los acusados. Un juicio en el que la denunciante (María Hervás) es obligada a dar más detalles de su intimidad personal que los denunciados (Álex García, Martiño Rivas, Ignacio Mateos, Raúl Prieto y Fran Cantos). Un caso que remueve, de nuevo, el concepto de masculinidad y su relación con el sexo de nuestra sociedad. Un juicio que marca un antes y un después.

Es bueno que el teatro te conmueva, te fustigue por dentro, te haga disfrutar, te haga padecer. Eso es sentir, eso es puro teatro.

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