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Recoger lo sembrado

"MUCHÍSIMAS GRACIAS desde Italia. Te mando un fuerte abrazo". Así respondió, por WhatsApp, Antonio Banderas a mi felicitación tras saber que le habían concedido el Premio Nacional de Cinematografía. Merecido reconocimiento a la persona que nos posicionó en Hollywood. Logró que la meca del cine tuviera en cuenta a un actor latino para algo más que hacer de tabernero detrás de una barra y abrió las puertas de ese cine a los que vinieron después.

Hace ya unos cuantos años, cuando decidió dejar su Málaga natal y lanzarse a la aventura de convertirse en actor, su madre le dio quince mil de las antiguas pesetas, se las metió en un bolsillo, se lo cosió y dejó que se fuera a probar fortuna, soñando que volvería a casa pronto. Él no estaba dispuesto a dar "su brazo a torcer", así que se ganó la vida como camarero y dependiente de unos grandes almacenes para pagarse sus estudios de actor. Vivió un carrusel de emociones y de situaciones, que le pulieron como persona y le fortalecieron como profesional.

Un día pensó que podría triunfar en América. Vendió su moto y, en un tiempo récord, se metió a la elitista gente de Hollywood en el bolsillo, no sin antes "pasarlas canutas". Cuando rodó su primera película, Los reyes del mambo, Antonio no sabía inglés. "Buenos días" y "adiós" eran las únicas palabras reconocibles para él. Se aprendió de memoria todo el guión y, como en otras circunstancias adversas de su vida, salió airoso del trance.

Tras ese bautizo, participó en dos películas que le abrieron, definitivamente, las puertas de Hollywood: Philadelphia y Entrevista con el vampiro. Luego llegaron La casa de los espíritus, Evita, Two much y una larga lista de estrenos, hasta superar la barrera de los cien actuales. Toda esa trayectoria le ha llevado a ser el único actor español nominado a los Globos de Oro, los Tony de teatro y los Emmy de la televisión.

A pesar del paso de los años, sigue conservando una de las miradas más hipnotizadoras de Hollywood. En la serena madurez que está viviendo, aguanta el primer plano como si se hubiese quedado anclado en esos veintipocos, con los que deslumbró a todos desde la gran pantalla. Nunca disimula la ilusión y el orgullo que le produce ser un actor de élite , pero su empeño está en cultivar un talento que, desde que cruzó el charco, no ha hecho más que crecer. Todos sus trabajos como actor, director y productor, sin olvidar al cantante, avalan un currículum que muchos no se atreven ni a soñar .

Desde hace tiempo , antes de que "su patata" le diera un susto a comienzos de este año, Antonio empezó a manifestar su deseo de empezar a ser menos actor y más director. Sabe que fácil no lo tiene, pero el retorno emocional que eso le supone es algo que no le asusta. Como la vida es justa a veces, ¡por fin! le ha llegado el momento de recoger lo sembrado , de ser profeta en su tierra, porque los homenajes hay que tenerlos en vida.

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