Blog |

El incierto tercer asalto de Abel

Tras fracasar en 2012 y en este año en sus intentos de dominar lo que queda del PSdeG, el alcalde vigués interpreta que el PSOE vive la era de los barones y que la Galicia socialista es suya

EN LA PRÁCTICA el PSdeG ya no existe como tal, como la sucursal gallega del PSOE. Desapareció cuando los conspiradores contra los delirios imperiales de Emilio Pérez Touriño como presidente de la Xunta impulsaron la actual estructura provincial. Ésta sustituyó a la anterior, basada en las comarcas, y convirtió la federación socialista gallega en la mera agregación de las delegaciones de A Coruña, Lugo, Ourense y Pontevedra. 

Ese modelo provincial era el que ya tenía el PPdeG, pero éste siempre presentó una menor dependencia de su central de Madrid y pudo acumular una fuerza considerable desde su sede compostelana gracias al control de los resortes de la Administración autonómica. En cambio, el aparato gallego del PSdeG estuvo ahogado desde la transición por el peso de sus alcaldes urbanos, como Paco Vázquez en el pasado y Abel Caballero en el presente, y su dependencia de la madrileña calle Ferraz.

Estas debilidades se multiplicaron con la creación de las ejecutivas provinciales y el acceso de los socialistas a la mayoría de las presidencias de las diputaciones en 2015. Resulta revelador que a Touriño lo sucediera el jefe de los socialistas de Ourense, Pachi Vázquez, y a éste, el de Lugo, Gómez Besteiro. Tras la dimisión de Besteiro le habría tocado su turno al barón coruñés, el alcalde de As Pontes y presidente de la Diputación, Valentín González Formoso, que no quiso dar el salto en el vacío de presentarse a la presidencia de la Xunta, para no tener que renunciar a sus cargos. Así que, de acuerdo con un dimitido Besteiro que opera en la sombra y con la bendición de Pedro Sánchez, Formoso fue clave para que Xoaquín Fernández Leiceaga, Xocas, ganase las primarias de esta primavera.


En Galicia parece que no hubo elecciones autonómicas el pasado 25 de septiembre


Por su perfil galleguista y su carencia de un feudo territorial, Xocas representa lo poco que hay ya del PSdeG como proyecto gallego. Tras el fracaso de Xocas como candidato en las autonómicas Abel Caballero reivindica que ha llegado su momento, como jefe provincial del PSOE pontevedrés, fortalecido con su aplastante mayoría absoluta en Vigo y la presidencia de la Diputación pontevedresa. Además, Abel participó en Madrid en el golpe de los barones que derribó a Sánchez, de la mano de la andaluza Díaz y del asturiano Fernández.

Por lo que se ha visto esta semana Abel interpreta que, en el tiempo de los barones, Galicia es suya. Sin embargo, sus colegas no le acaban de dar desde la calle Ferraz lo que cree que le corresponde. Así, esta semana se lanzó a nombrar en la prensa una nueva gestora, encabezada por su fiel Carmela Silva, para sustituir al fantasmal órgano provisional que, al menos en teoría, dirige al PSdeG y que está presidido por Pilar Cancela, la albacea de Besteiro y Sánchez, mientras sigue sin reunirse el máximo órgano, el comité nacional gallego.

La de nuevo prepotente maniobra de Abel ha chocado con la realidad de que tiene la mitad del partido en contra, la de A Coruña y Lugo. Y es que ya fracasó dos veces en su intento por controlar el PSdeG. Le pasó en 2012 cuando perdió el congreso en el que postuló a Elena Espinosa y en las primarias de este año, cuando patrocinaba a Méndez Romeu. Ahora intenta entrar en la sede del PSdeG por la ventana, situando a Silva al frente de la gestora para que desde allí encare el congreso previsto para el próximo otoño.

La gestora de Madrid, la del asturiano Fernández, necesita cambiar la dirección provisional gallega para quitársela a Sánchez, pero se ha topado con el problema de que Abel solo acepta poner a Carmela Silva, lo que supondría agravar la guerra interna. La gestora de Ferraz ha pedido tiempo para resolver este envenenado dilema. Entre tanto, el PSdeG ni está ni se le espera.

EL JUEGO DE LOS PARECIDOS ENTRE CABALLERO Y SU MODELO CORUÑÉS. Como Vázquez en el pasado, Caballero exhibe una mayoría absoluta aplastante, preside la Federación Española de Municipios y Provincias y controla su diputación. 


En el Partido Popular de Galicia se empieza a oír en privado el lamento de que a su líder, Feijóo, no se le tiene mucho cariño en Madrid

No dispone del don de gentes de Paco, ni del apoyo de un Alfonso Guerra, pero cuenta con más formación e inteligencia estratégica. Tiene un problema, está imputado en la operación Patos. Todo el mundo cree que quedará en nada, pero le limita.

EN GALICIA. En Galicia parece que no hubo elecciones autonómicas el pasado 25 de septiembre. En caso de que sí las hubiese, la victoria de Alberto Núñez Feijóo conservando la única mayoría absoluta de la España autonómica fue un asunto local, que nada influyó en el desbloqueo de la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno central, pues, como resulta evidente, fue un hecho que se produjo en una remota 'provincia' del noroeste ibérico, que es muy verde y produce en sus costas unos bichos que saben muy bien y que queda maravilla decir que se han comido.

Parece una versión disparatada, pero es la que se desprende del programa del congreso que el Partido Popular celebrará entre los días 10 y 12 del próximo mes de febrero y que contiene toda una radiografía de cómo se ve, por lo menos desde el aparato central de la calle Génova, la reciente evolución de los acontecimientos.

Feijóo participará en la ponencia económica y de administración territorial, coordinada por Javier Arenas y en la que también estarán los líderes populares del País Vasco, Cataluña y La Rioja. Se trata de un papel secundario similar o inferior incluso al del congreso de Sevilla de 2012. En cambio, en las ponencias asumirán un rol destacado los cinco vicesecretarios, Maroto, Maillo, Casado, Levy y el incombustible Arenas. Resulta más que previsible que pese a este guion sí haya un reconocimiento explícito a Feijóo por su resultado electoral, aunque sin atribuirle lo que, guste o no, se ganó tras una campaña absolutamente personalizada en él. En ella participó activamente Rajoy, pero con una contribución secundaria, en la justa medida para no interferir en un escenario gallego que el de Os Peares tenía dominado ante la incomparecencia del rival, pero para poder al mismo tiempo ponerse la medalla de la victoria.

En las urnas gallegas del 25 de septiembre no solo se estrelló Pedro Sánchez definitivamente, con su agónico peregrinaje del día de cierre de campaña de Tui a Santiago por la ruta portuguesa, sino que Feijóo conquistó el título de barón por excelencia del PP y de sucesor natural de Rajoy, pues no se vislumbra a nadie dentro del partido que pueda competir con la imagen que él y la propia organización le han construido. Sin embargo, el programa del congreso, la composición del nuevo Gobierno e incluso la falta de candor del aparato madrileño en la toma de posesión de la semana pasada dan la impresión de que, por lo menos en la calle Génova, no hay ningún interés en reconocerle ese título.

En el partido en Galicia se empieza a oír en privado el lamento de que a su líder no se le tiene mucho cariño en Madrid, en recuerdo también de episodios del pasado cuando lo que pareció ser el fuego amigo cortó en seco sus desde el principio poco disimuladas aspiraciones de dar el salto a la política española. Sin embargo, más que falta de cariño, ahora parece temor a que pueda romper el status quo que representa la continuidad de un Mariano Rajoy que esta semana disfrutó de la gloria de su reelección escuchando el elogio de la canciller alemana, Angela Merkel, con la misma frase que dijo en alguna ocasión Xosé Cuiña de sí mismo, la de que tiene piel de elefante.

Comentarios