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Feijóo, sucesión doble en diferido

FEIJÓO SE HA TOMADO unos días de descanso en pleno otoño, con la actividad en marcha, aunque sea la que pueda haber en tiempos de parálisis institucional en España y de la acentuada inercia burocrática que impera en Galicia desde ya hace muchas primaveras. Este nunca visto período de asueto a estas alturas del año constituye la noticia política del momento en la Galicia de la resaca del 25-S.

Si, como se decía en las facultades de Periodismo, la noticia es que hombre muerda perro, no que perro muerda hombre, las de un candidato que ganó de una forma fuera de lo común en el contexto actual unas elecciones convocadas a comienzos de agosto son unas vacaciones que deberían encajar en el segundo tipo, en el de perro muere hombre. Sin embargo, en el caso de Feijóo. un adicto al trabajo siempre pegado a ese sacho digital que es el móvil, estamos ante el otro supuesto, el de hombre muerde perro, como un hecho novedoso y nada común.

La noticia viene bien para consolidar la lectura de que el amor ha transformado al presidente de la Xunta, quien, según se supo durante la campaña, espera para febrero a su primer hijo, del que está embarazada su compañera, la ejecutiva de Zara Home Eva Cárdenas. Según esta interpretación que alimentan desde el entorno de Feijóo, ahora ya no tiene sentido hablar de su salto de Madrid, pero no porque Rajoy resista todo lo que le pongan por delante o porque en la calle Génova le tengan cortado el paso al de Os Peares como sucedía antes, sobre todo a raíz de la publicación de sus viejas fotografías con Marcial Dorado. Ahora, según esta teoría, sería el presidente de la Xunta el que ya no está interesado en marcharse, porque, como repetía sin parar en la campaña electoral, ha elegido a Galicia.

En el PP gallego prima la sensación de que el posible relevo de Rajoy por el presidente de la Xunta se puede poner en marcha hacia el final de la legislatura española, si empieza

El "En Galicia si" del cartel resulta inequívocamente afirmativo en gallego, pero leído en la lengua más habitual del presidente de la Xunta, el castellano, se convierte en condicional, lo que resulta más correcto. Y es que los que mejor conocen a Feijóo, aquellos que son capaces por ejemplo de descifrar su extraño sentido del humor, tienen pocas dudas o ninguna de que por mucho que su vida personal se haya transformado, su ambición política de siempre, la de presidir el Gobierno de España, sigue ahí, latente.

En ese estado durmiente va a seguir una temporada porque los acontecimientos de estas últimas semanas han comenzado a despejarle a Rajoy el camino de su segunda investidura, mientras se ve obligado a refrenar su tentación de forzar unas terceras elecciones, pues podrían convertirse en una maniobra que se volviese en su contra, una vez que la nueva dirección provisional del PSOE está girando hacia la abstención, lo que garantizaría el éxito del presidente del Gobierno en funciones.

En este contexto, la interpretación que se palpa en el PPdeG indica que el 25-S confirmó a Feijóo como el sucesor natural de Rajoy, pero, como éste parece que tendrá un segundo mandato, el momento del relevo llegará hacia el final de la legislatura española, cuando empiece. Se trataría así, en la terminología de Cospedal, de una sucesión doble en diferido, pues comportaría un relevo en la presidencia de la Xunta, para lo que el mejor colocado en el partido es el vicepresidente Alfonso Rueda, tras salvar los muebles en Pontevedra, pero sin descartar nunca al otro lugarteniente de Feijóo, Pedro Puy, el portavoz parlamentario, que asegura no tener ambiciones, aunque algunos pensemos que podría tener una sola, en singular. Cuando en enero se temía que Feijóo no se presentase, como relevo de emergencia aparecía el nombre de Ana Pastor, una opción que ahora resulta más remota. Pero en realidad nadie lo sabe, porque las cosas en diferido son así, pueden no suceder.

El pachismo resucita a lo grande, en Ferraz, con Laura Seara
Cuando llegó al despacho principal de la calle Ferraz, Sánchez decía que había tres personas a las que no perdonaría sus ataques de las primarias. Dos eran de Ourense, Laura Seara y su marido, el exjefe de prensa de Pachi. Seara quedó fuera de las listas del 20-D y el 26-J. Esta semana la gestora del PSOE la nombró coordinadora federal de organización. El pachismo resucita a lo grande.

El frágil empate a escaños en la oposición se consolida

SI BIEN A MENUDO en Galicia se le da demasiada importancia a quien queda de segundo o de tercero en las elecciones autonómicas, con el riesgo de perder de vista el dato fundamental que lo condiciona y explica casi todo, el del resultado del PP, en el caso de las elecciones del 25 de septiembre la correlación de fuerzas en la oposición adquirió un carácter mucho más revelador e ilustrativo que de costumbre. El hecho de que En Marea y el PSdeG empatasen a 14 escaños, con ventaja en votos de la primera, dice mucho sobre los motivos que explican el apabullante triunfo de Feijóo quien, si bien sin sobrepasar el umbral del 50% de los votos que sí traspasaba Fraga, se anotó su mejor marca de siempre en porcentaje.

El empate a 14 diputados supone que la plataforma rupturista y el partido del Pablo Iglesias de Ferrol quedaron igualados en el que es el peor registro de siempre de los socialistas, por debajo de los 15 escaños que consiguió el PSOE con la calamitosa candidatura autonómica de Abel Caballero, al margen de los dos diputados que le regaló a la Esquerda de Galicia de Anxo Guerreiro. Es cierto que a diferencia de 1997, en 2016 había otra fuerza más en liza, el BNG, que resistió con sus 6 escaños, lo que frenó a En Marea. Pero en cualquier caso, el empate a 14 muestra que el electorado no percibió que hubiese una fuerza que liderase una alternativa a Feijóo, con capacidad de asumir la presidencia de la Xunta. Así a la oposición le faltaron 4 escaños para que se pudiese formar una alianza de centro-izquierda.

En el caso del BNG el resultado presenta el riesgo de acabar siendo demasiado bueno, si la UPG vuelve a cometer su ya clásico error de considerar que los votantes del Bloque abrazaron con su papeleta el dogma del comunismo patriótico, lo que está muy alejado de la realidad. Si actúa con la inteligencia y la cintura de los 90, el Bloque dispone de una ocasión de consolidar su recuperación, a través del reforzado liderazgo de Ana Pontón.

Pero la gran cuestión de momento reside en el empate a 14 entre En Marea y el PSdeG, consolidado con el escrutinio del voto exterior en Ourense que confirmó lo previsto, pues los socialistas no lograron sumar un escaño más por esa provincia a costa del PP, lo que les habría puesto por delante de la candidatura del juez Luís Villares. Él es según el resultado electoral el nuevo jefe de la oposición, aunque no parece que el PP se lo vaya a reconocer, como le pasó a Beiras incluso cuando tenía tres diputados más que los socialistas.

Pero el gran riesgo para Villares no reside ahí, sino en el peligro de fugas que presenta En Marea. Su antecesora, Alternativa Galega de Esquerdas, AGE, perdió el 33% de sus escaños, con las tres diputadas que se fueron al grupo mixto. Esas fugas empezaron un año después de las elecciones. Y no parece que se vayan a volver a producir de inmediato. Pero se trata de un riesgo para Villares y una  esperanza para Leiceaga, quien, sin embargo, ya tiene bastante con sobrevivir como portavoz parlamentario de un PSdeG en plena guerra civil y mientras Pilar Cancela se aferra de forma irresponsable a la presidencia de la gestora, en vez de dar el paso lógico de dimitir o de poner su cargo a disposición de la dirección española provisional.

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