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La mayor sopa de siglas de siempre

LAS 72 CANDIDATURAS presentadas en las ciudades son menos que en 1987, cuando se registró el máximo histórico. Pero ahora hay 36 partidos, 13 más que hace 28 años, lo que aumenta el caos.

Nueve listas compiten por entrar en el Ayuntamiento de A Coruña, mientras en Vigo lo hacen casi el doble, diecisiete. Esta divergencia contrasta con la coincidencia que se observaba en las dos mayores ciudades gallegas en las municipales de 2011, cuando en ambas concurrieron trece candidaturas. Ahora en la urbe del norte hay la sensación de que la anunciada sopa de siglas en tiempos de colapso del bipartidismo no ha sido para tanto. En la del sur impera la percepción opuesta, al constatarse que la oferta electoral se ha disparado, con más de medio centenar de aspirantes a ocupar los veintisiete asientos del consistorio.

Lo cierto es que en las ciudades gallegas hay esta vez muchas candidaturas, más que hace cuatro años, aunque menos que en 1987. En las siete urbes concurren 72 listas, por encima de las 65 de 2011 pero por debajo de las 85 de 1987, que fue cuando hubo más, debido a la fragmentación del centro, el espacio en el que todavía se sentía el naufragio de la otrora todopoderosa UCD, mientras persistía la atomización del nacionalismo. Pero si hace 28 años esas 85 listas habían sido presentadas por 23 partidos, las 72 de ahora  corresponden a 36 formaciones diferentes, pues la gran mayoría de ellas compite en una sola ciudad.

Estas municipales han generado la mayor sopa de siglas que se ha visto nunca en las ciudades gallegas

Ahí reside el rasgo diferencial de estas municipales, que ha generado la mayor sopa de siglas que se ha visto nunca en las ciudades gallegas, más grande incluso que en la época en la que se acuñó esa expresión,  en la Transición. En 1979, en las primeras elecciones locales tras la muerte del dictador, en las siete urbes gallegas concurrieron 63 candidaturas de 18 partidos diferentes.  Fue entonces cuando se dio la mayor fragmentación en los grandes ayuntamientos, sin ninguna mayoría absoluta y con seis partidos representados en cada uno como media, frente al formato de tres (PP, PSOE y BNG) que resultó habitual en los últimos lustros, si bien con alguna excepción, como la de Ferrol.

En 1987, pese al gran número de listas, en las ciudades hubo como promedio sólo cuatro partidos que obtuvieron concejales. Y es que la presentación de muchas candidaturas no implica necesariamente más fragmentación. De hecho de las 17 que concurren esta vez en Vigo, la gran mayoría son testimoniales.

Sin llegar al nivel extremo de 1979, de las municipales del 24 de mayo saldrán corporaciones más atomizadas, quizás con hasta cinco partidos, en principio los tres tradicionales, Ciudadanos probablemente y las mareas. Es este último espacio el que más alimenta la sopa de siglas. Hay mareas, con ese nombre, en las cuatro ciudades costeras, A Coruña, Pontevedra, Vigo y Ferrol, pero sólo la coruñesa y la pontevedresa son una candidatura verdaderamente unitaria de la izquierda, siempre sin el BNG. La de Santiago también cumple ese requisito pero tiene otro nombre, Compostela Aberta. Y en Ferrol la verdadera marea, la apoyada por Esquerda Unida, por Beiras y miembros de Podemos, se llama Ferrol en Común. Las denominaciones van cambiando por toda Galicia, hasta llegar al caso simpático de O Barco, donde se presenta una Riada Cidadá.

El batiburrillo de nombres y coaliciones muestra la caótica situación de la izquierda, pese a sus prometedores resultados de las europeas y las autonómicas. En estas municipales Podemos va a ser el gran ausente, aunque esté indirectamente en varias ciudades como A Coruña y Santiago. En cambio, Ciudadanos sí concurre con su marca, de manera que la gran cuestión en las urbes del norte de Galicia estriba en si su concurso le permitirá al PP tener las alcaldías, mientras en el sur todo apunta a que la de Vigo será para el PSOE, la de Pontevedra, para el BNG y la de Ourense, para el PP.

El verdadero Caamaño fue un político que entró por arriba, de secretario de Estado y ministro, y que se reveló como un maniobrero de asombrosa impericia

Caamaño pudo haberlo sido todo en Galicia y acabó en la nada
Había dos Fran Caamaño, el de verdad y el que en algún momento pareció ser, un potencial líder de un PSdeG-PSOE comprometido con el país. El verdadero Caamaño fue un político que entró por arriba, de secretario de Estado y ministro, y que se reveló como un maniobrero de asombrosa impericia.  Anunció que se va justo antes de las municipales, para vengarse de un PSOE que le dio mucho más de lo que él le aportó.

Listas familiares, presiones y sobreactuaciones
Cuarenta y un años después de ser designado durante la dictadura, el alcalde de Beade, el nostálgico del franquismo Senén Pousa Soto, vuelve a presentarse a la reelección y lo hace, de nuevo, con una lista cargada de familiares. La primera anomalía de este pequeño municipio de O Ribeiro es la de su propia existencia, con 464 vecinos y sin que haya motivos geográficos ni económicos que justifiquen su no desaparición. La segunda  anomalía radica en que la transición todavía no llegó a la alcaldía de este ayuntamiento en el que el PP siempre ha tenido la mayoría. La tercera es esa combinación tan propia de la política gallega de perpetuación en el poder y creación de una dinastía familiar.

En 2011 Pousa anunció que tenía preparado su relevo, a través de la número dos de la lista, que era su nieta, toda una innovación en las sucesiones dinásticas que suelen ser más bien al estilo de los Baltar, como se acaba de comprobar en la candidatura del PP de Oímbra, en la que el alcalde saliente, Alfonso Villarino, dejó paso a su hija, Ana María Villarino. Pero la sinrazón del atentado que sufrió la casa consistorial de Beade en 2013, que la policía atribuye a Resistencia Galega, brindó a Pousa un motivo para continuar. Esta vez su nieta va de número cuatro de la candidatura y de cinco, un sobrino, que ocupa la plaza que antes tenía un hermano de este alcalde superviviente del franquismo, como también lo son los de Taboadela y Ramirás, Manuel Gallego y Pilar Otilia López, respectivamente. Ambos se presentan de nuevo al frente de listas del PP.

Entre los once componentes de la lista del BNG de Val do Dubra hay tres hermanos, en lo que parece un reflejo de las dificultades organizativas del Bloque tras las escisiones del 2012

No obstante, parientes en las candidaturas hay  bastantes. Por ejemplo, entre los once componentes de la lista del BNG de Val do Dubra hay tres hermanos, en lo que parece un reflejo de las dificultades organizativas del Bloque tras las escisiones del 2012, que le han impedido cubrir esta vez toda Galicia. Para no desaparecer en Caldas de Reis, el PSOE retorció su supuestamente férreo código ético y dejó que su alcalde se presentase pese a estar pendiente de ser juzgado, después de que Gómez Besteiro repitiese durante meses que esa era la línea roja imposible de cruzar.

En este contexto, la dirección del BNG tomó la insólita decisión de concurrir a las municipales en Avión, con el portavoz nacional Xavier Vence a la cabeza, para denunciar las presiones que ejerce el PP de Baltar para obstaculizar las listas de la oposición, una iniciativa que dejó en evidencia la crítica pública que efectuó la anterior candidata del BNG de ese municipio.

Las presiones existen, como admitía la charanga de la familia Baltar cuando cantaba aquello de “si no eres, del PP jódete, jódete. Y si no eres del PP, te vuelves a joder”. Pero ni son nuevas ni son la razón fundamental que ha impedido esta vez al BNG presentarse en medio centenar de ayuntamientos gallegos, pues estas ausencias están relacionadas sobre todo con la decadencia de la que dejó de ser la casa común nacionalista. Y la dirección del Bloque ha vuelto a demostrar que está instalada en la sobreactuación, lo que entraña el riesgo de quedar en evidencia.

Artículo publicado el domingo 26 de abril de 2015 en la edición impresa.

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