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Pablo fue profeta en su laboratorio

La Marea logra una histórica segunda plaza en unas generales en Galicia, mientras el BNG desaparece, el PP se hunde y el PSOE también, aunque lo disimule

El politólogo Xaime Subiela era uno de los candidatos más solventes que presentaba al Congreso de los Diputados la coalición En Marea. Las mentes más lúcidas de esta peculiar y muy exitosa alianza veían en él una de las esperanzas para asegurar que el anunciado grupo parlamentario gallego haga un buen papel, frente los temores que suscitan en sus propios compañeros otros candidatos, con grandes potencialidades de reeditar o superar los espectáculos de AGE en el Parlamento gallego. Subiela iba en un puesto casi imposible, tercero por la provincia de A Coruña. Pero en los últimos días, con la euforia que iba generando un tsunami de esperanza, él se veía casi en la Carrera de San Jerónimo. Las encuestas a pie de urna que se fueron conociendo a lo largo de la jornada de ayer lo situaban a las puertas del Congreso, justo delante de los leones. No consiguió traspasar ese umbral y no fue elegido, lo que dejó algún sabor amargo en la sede electoral de esta coalición, situada estratégicamente en la praza do Toural, frente a la casa natal de Mariano Rajoy y muy cerca de donde estaba el comercio de la familia de Beiras y de la farmacia del clan de Carolina Bescansa.

Aunque no se sabe sí tendrá repercusiones futuras, la no elección de Subiela no empaña el gran éxito que obtuvo En Marea en Galicia, donde sí se rompió el bipartidismo, pues una fuerza de extramuros del sistema, que no está entre las dos primeras en España, se ha convertido en la segunda más votada, algo impensable hasta ahora, porque no tiene precedentes en unas generales. A la Marea le quedó algo de regusto porque, aunque aventajó en más de tres puntos en porcentaje de votos al PSOE, no consiguió adelantarle en escaños. Pero Pablo Iglesias Turrión dio la campanada ayer en Galicia, su laboratorio en el que, como asesor de la campaña de Beiras y la Esquerda Unida de Yolanda Díaz en el 2012, halló la fórmula para lanzarse a la piscina en las europeas del 2014 al frente de Podemos.

Feijóo planteó el 20-D como un test personal que se salda con un fracaso que quizá le lleve a no presentarse

Aunque el sistema electoral benefició más en términos numéricos al PP, que con un 37% de los votos se hizo en Galicia con el 43% de los escaños, el más favorecido en términos políticos fue el PSdeG, ya que al conservar sus escaños del 2011, logró maquillar una bajada de seis puntos porcentuales. Con un 21% de los sufragios, los socialistas se hacen con el 26% de los diputados gallegos en Madrid. Ahí está la calve del supuesto éxito que intentó vender ayer Gómez Besteiro, pese a que los de Pablo Iglesias Posse, el ferrolano, cayeron a la tercera posición en unas generales, lo que nunca había sucedido desde 1977. En esas elecciones, en las que arrasó la UCD, los socialistas fueron segundos en votos y terceros en escaños, tras la AP de Fraga. No obstante, es cierto que en el contexto en el que fue a estas elecciones, con un Besteiro imputado e intentando huir como sea de la jueza Pilar de Lara, el balance pudo haber sido más catastrófico para la sucursal gallega del PSOE.

Había otro escaño, además de ese al que aspiraba el politólogo Subiela, que centraba la emoción a lo largo de la jornada de ayer. Era al que optaba, en una iniciativa sin precedentes, la presidenta del Parlamento, Pilar Rojo, junto a la ministra Ana Pastor la candidata más marianista, porque forma parte del círculo de máxima confianza personal del presidente del Gobierno. Al final Rojo fue elegida sin sobresaltos, pese a que En Marea le ganó al PP en Vigo.

De este modo, los populares evitaron una debacle absoluta. Pero el varapalo ha sido brutal, con una caída en Galicia de quince puntos en porcentaje de votos, aunque consiguiesen, con un 37%, salir un poco del pozo del 35% en el que se habían metido en las europeas y las municipales. El PP también puede encontrar el consuelo de que Ciudadanos ponga un pie en Galicia con su diputado por A Coruña, aunque lo haga a través de un candidato que destacó en la campaña por huir de una prensa ante la que no era capaz de hablar.

Feijóo planteó las generales como un test personal, para decidir si se vuelve a presentarse a la reelección y mientras seguía intentando recuperar comba como aspirante a suceder a Rajoy a Madrid. No ha conseguido ninguno de sus objetivos. Si sigue en pie el principio de que sólo va a concurrir a las autonómicas de 2016 si piensa que las puede ganar, el diagnóstico hoy indicaría que no va hacerlo, aunque hay que esperar a ver cómo evolucionan los acontecimientos. Lo que parece descartado es un adelanto de las autonómicas, pues para el PP supondría hacerle un regalo a la Marea.

Donde deberían pasar cosas es en el BNG. El fracaso histórico de ayer, tras el incomprensible experimento de Nós, debería provocar la dimisión de su verdadero jefe, Bieito Lobeira, capitán de la UPG, lo que también debería arrastrar al teórico líder, Xavier Vence.

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