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Embarazo extraoficial

BÁRCENAS DIJO que no había caja “"b"”, que era una contabilidad "extraoficial". Y puntualizó: “"extraoficial”". Una contabilidad extraoficial es una contaduría extrauterina, un embarazo ectópico, el empreñe pola orella del que hablaba un amigo mío. Bárcenas, que habla mejor que algunos políticos y que muchos predicadores equivoca su defensa: un rosario de eufemismos no evitará revisar sus cuentas manuscritas de tendero de ultramarinos (Anotaba mejor Manolo el de la Virgen del Camino en papel antigrasa que Bárcenas con su letra de presbítero sin descapullar en casillas marginadas).

Tildar de contabilidad extraoficial una contabilidad astillada y mordida recuerda al mudo de los Hermanos Marx sacando del bolsillo interior de su gabardina una foca. Para ser rigurosos, lo que hubo fue contabilidad Ariel, que es el que mejor blanquea.

Al tiempo que Bárcenas deponía en la Audiencia Nacional (nunca mejor traído lo de la deposición, porque su testimonio fue una mierda sin paliativos) juzgaban a uno de Córdoba apodado Sandokán, un constructor que ya pasó por la piedra en la Malaya y dice que no sabe lo que es el IRPF. Yo tampoco pero me lo explican cada mayo. Luego de la declaración de la renta caigo en un letargo como el de San Ero, el de Armenteira, que estuvo cien años en trance al oír el trino de un pajarillo.

A Sandokán le preguntó una periodista (pregunta New York Times) si tenía pensado dimitir. Y Sandokán, que de aquella tenía un poder en Córdoba similar al de Stalin, se volvió y, con gracejo andaluz amargo dijo a la inocente "“¡dimite tú!”" (Un político pidiendo la dimisión de un periodista es un fenómeno paranormal, un Expediente X de carallo). Sandokán recuerda al alto del dúo Sacapuntas pero con el pelo de Javier Nart, el bigote de Pancho Villa y la locuacidad de un analfabeto disléxico. Y mientras Bárcenas y Sandokán resucitaban a Abbott y Costello, Cospedal pedía perdón, en nombre del Estado, a los familiares de las víctimas del Yak 42. So marela.

En nombre del Estado solo puede hablar su Jefe, o sea su Majestad; el del gobierno su Presidente, Don Mariano y en todo caso, María Do, hablarás tú en nombre del Ministerio de Defensa, que es el que en la actualidad mandas y comandas. Lo de comandas porque mandas con otros y también gracias a ellos. (Antes los ministros sabían del ramo. Fernando Suárez, por ejemplo, era uno de los mejores catedráticos de derecho del trabajo de España y fue ministro de la cosa. Pero ahora no se busca la especialidad técnica sino la fidelidad partidaria. Por eso Doña Do necesita comandar, es decir, compartir responsabilidades con altos cargos de su ministerio. Si no, va metiendo la pata en cada charco, como Marisa Paredes en “Tacones Lejanos” saliendo del coche y hundiendo su tacón en una boñiga ¿recuerdan?: “"¡oh!..he pisado una mierda"”. Doña Do, en cuyo currículo consta Guapa de la Feria de Albacete, debe ir a las comparecencias con chuleta, porque improvisando le puede el miedo escénico y la lía. Abogada del Estado le suponía yo un cierto hervor jurídico, pero últimamente anda como con dengue explicativo. Además, no hizo la mili. Yo sí. Por eso sería un buen ministro de defensa).

Completo la tríada de ases con el cuarto hombre, Patxi López. Lopez es puro ADN vasco, recia raigambre euskalduna en el apellido. Patxino puede ser candidato. Un "triunfador" como él tiene vetado postularse para otra cosa que no sea explicar en un master universitario las claves científicas del fracaso, que esto sí lo haría muy bien (la experiencia es un grado). A Patxi lo hizo lendakari el PP. Luego se puso a rajar del partido de Rajoy. Su siguiente logro fue perder las elecciones vascas y su última plusmarca ser el presidente del Congreso más interino de la historia. Dicen que tiene una flor en el culo, pero debe ser un culo mal abonado y sin riego porque la flor está más mustia que el desierto de Atacama.

Remato con Sanz Roldán, el jefe de nuestros espías. Lo bueno de un jefe de espías es que no se le conozca. Los espías rusos son buenos y detectaron a Trump haciendo cochinadas porque no van por ahí presentando su tarjeta de visita: "“Hola, soy Vladimir Cheirensco y vengo por la cosa de espiarle”". Ni MOSAD ni MI5 revelan sus técnicas. Pues Sanz Roldán se fue a un acto público organizado por La Razón a contar a quién seguían, por donde, cuántos agentes y las rutas de regreso que eran objeto de seguimiento. Luego reflexioné, porque hasta un funcionario con categoría de ordenanza está sometido a un estricto régimen de sigilo y secreto profesional. A lo mejor es que somos cojonudos en lo de espiar y era una treta. La jugada del chepa y tal.

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