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La elocuencia del silencio

Visita de Lores a las obras de Cruz Roja. GONZALO GARCÍA
photo_camera Visita de Lores a las obras de Cruz Roja. GONZALO GARCÍA

LAS MUNICIPALES no empiezan con el Decreto de convocatoria, sino con el martillo picador. Eso que con estomagante ñoñez llaman humanización de calles, como si antes trotasen por ellas ñus y rinocerontes atacados de sarna. En el estado la campaña comienza cuando los políticos se ponen dialécticamente erectos, agotan los piropos al antagonista y filtran intimidades familiares. Como los pedigüeños que enseñan el muñón purulento o unos centímetros de lepra. Empezaron Irene y Pablo con sus mellizos prematuros y el martes continuó Casado en Tele 5 con Ana Rosa empanada. Casado contó la desinformación sufrida con su hijo cincomesino, conmovedora invocación a la conmiseración para arañar unos votos. A Irene y a Pablo les valió para pelotear el aplauso fácil del personal sanitario y a Casado para darle cera a Sánchez, como si no hubiese sido su partido quien cicateo la reposición de efectivos en la sanidad pública.

El kilómetro cero de esta peli porno fue Zapatero, que inauguró la feria de las vanidades familiares mostrando a sus hijas de gótico fúnebre con Obama. Semejaban las niñas el producto de un polvo entre la administradora contrita de una funeraria y un enterrador apenado por la muerte de su madre. Lo justificó diciendo que a esas edades las niñas deben vestirse como quieran. Ay Zapatero. Progre rojeras y libertario hasta que le volaron la T-4. Entonces se dijo que Hobbes no era parvo, que mejor el candado en Moncloa y sugerir a sus niñas que dejasen de disfrazarse. Zapatero evolucionó pero no tanto como para desembarazarse de su naturaleza esencialmente gafe. Medió en Venezuela y bordean la Guerra Civil.

En su libro, Sánchez exhibe a Begoña como catalizadora de resistencias. Sánchez, Casado e Iglesias son el futuro, pero un futuro viejo. Viejo porque hay gente joven que se deja el futuro en casa. Que se olvida de él porque le interesa aparentar más que hacer. Qué diferentes a los actores de la transición. Estamos apretados de talento. Sobre él escribió Kazan. Un mundo repleto de imbéciles con talento pero -concluía- falto de genios. Él lo era. En Esplendor en la hierba reflexiona sobre experiencia y bisoñez. Los malos son allí los padres, que castran a los hijos con sus miserias y ruindades. Son interesados, dogmáticos, manipuladores; los hijos, inocentes, bondadosos y desprejuiciados. En la política española pasa lo contrario. La genialidad está en la tercera edad, en esa jubilosa clase pensante que, lunes al sol ya, factura ideas tan sustanciales como menospreciadas por sus imberbes sucesores. Guerra templando con su verdad a Évole, escabechando su demagogia buenista. Guerra y su titular: 'Dicen que este es el nuevo PSOE, Yo creo que es otro PSOE'.

El otro día dijo Sánchez que el PSOE de Felipe y Guerra representa a una España pasada. Cuánta arrogancia juvenil. Qué hostia te vas a pegar, meu rei, despreciando opiniones de veteranos que te abocan al fracaso. Nadie como Sánchez, Casado e Iglesias caracterizan esta política española inmadura y gestual, carente de fondo y, lo peor, de ideólogos. Ningún político serio se atrevería con un libro de memorias cuando apenas ha comenzado su carrera. Compendio de indiscreciones de patio de corrala e impropio de quien ostenta la presidencia del gobierno, tal libelo queda en un manual de autobombo narcisista, incompatible con la alta magistratura de quien lo inspira. Un ejercicio de cotilleo con el montañero que ahorma aventuras y la trasnochada milá al megáfono. Lo vi. Entre incómodo y desconcertado en un terreno al que se dejó llevar por Lozano, Sánchez mostró ser el menos dotado de estos tres jóvenes con talento -carentes sin embargo de genialidad- llamados a pilotar el futuro de España. Él, Casado e Iglesias. en realidad dos. Iglesias está descatalogado o fuera de cobertura. Y el colchón. por los clavos de cristo ¿imaginan a Suárez hablando del colchón de Arias? Demasiado ocupado en derruir una dictadura. Tan insustanciales, los jóvenes, que se orinan sobre las citas, ese certificado del nivel cultural. Y entonces invocan a un Fraile en vez de a otro, y con tal desvergüenza -y con el indisculpable beneplácito de correctores y editores- que nos ataca el pánico pensando en nuestras pensiones en manos de esta tropa.

Ningún político serio se atrevería  con un libro de memorias cuando apenas ha comenzado su carrera
 

No sé si el colchón de Rajoy tenía ácaros. pero si Churchill levanta la cabeza y ve las máximas de sus memorias convertidas en referencias al jergón de Chamberlain, coge a Pedro y lo corre a hostias a que se busque ocupación. Lo desolador es que tampoco hay enfrente mucho que rascar. Casado, sobre esa expresividad bien hilvanada, esconde una falta de personalidad política desconcertante. De pelota de sus jefes cuando era un ninguén paso a discutirles su jerarquía.

Legítimamente podemos creer que estamos frente a un arribista antojadizo y trepador que se disimula a sí mismo invocando un supuesto proyecto para España. Con su seguidismo del ventrílocuo Aznar se nos queda Casado en el tremendismo, un Pascual Duarte de la política española agotando adjetivos. Un día entra en un cortello y mata un cerdo. No sabemos si presidente del gobierno, pero afónico termina. O sea que a ver, porque a un niño puede sustituirle otro en la presidencia. Y es que estos chavales, meros utilizantes de un presunto talento que en realidad cocinan sus gabinetes de comunicación, carecen empero de genialidad. Si me apuran, incluso la tenía Arespacochaga, alcalde facha de Madrid: ¿Cuándo piensa dimitir? Y Arespacochaga que libera el rayo de su inspiración: Cuando me salga de los cojones.

En 1972 TV española estrenó La cabina. Pretendía que se viese una España europea. Confiaron en Mercero, que no había fallado en Crónicas de un pueblo, serie sobre la escuela paternal y patriótica de Franco. Les salió el tiro por la culata. Mercero y Garci escribieron el mejor guión de la TV. Si mal no recuerdo, nuestro único Emmy. Treinta y siete minutos de crítica social, tragedia y terror. Lo protagoniza López Vázquez. Ocupadísimo con filmes comerciales, recuerda en sus memorias que cuando leyó el guión reparó en que sus manos sujetaban una joya que le permitirá exhibir su valía como actor, extramuros de las alimenticias comedias castizas que acostumbraba protagonizar. Sus expresiones, mímica y gestualidad revelan en la cabina a un actor extraordinario. En la peli pronuncia doce palabras. Nada más. El triunfo del silencio. Metáfora de la libertad secuestrada por el régimen, la cabina telefónica era Franco y l. V., el paria que moría encerrado en ella, la representación de los españoles. Un gol a los censores. El silencio sedujo jurados y logró premios. Cuánto podrían aprender nuestros políticos de la cabina, oportunidad a la ausencia de ruido infartados como estamos de altisonancia y verborrea huera.

No voto. pero prometo mi sufragio a quien se prive del insulto, asegure el futuro de las pensiones, limite la robotización y la automatización como causa de desempleo y mejore los servicios públicos. Mi voto para quien permanezca callado semejando estúpido frente al que abra la boca y confirme que lo es. Ah. Y en las municipales, al candidato que nos ahorre menciones al modelo urbano, porque el M. U. ya es como una antología sobada del aburrimiento. Premiaré al parco frente al locuaz. al que más diga con su silencio. 

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