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¿Para cuándo ellas?

Las cinco representantes de los cinco partidos, minutos antes del debate celebrado en La Sexta y moderado por Ana Pastor. JUANJO MARTÍN (EFE)
photo_camera Las cinco representantes de los cinco partidos, minutos antes del debate celebrado en La Sexta y moderado por Ana Pastor. JUANJO MARTÍN (EFE)

En el ochenta y seis, en el angosto túnel de la locura y comiéndome seis sicofármacos diarios vi Verano del 42. El domingo, en vez de ir a Balaídos volví a verla. El Celta no corre y yo no soporto la indolencia, así que en el relato de la viuda recentísima y joven que desvirga al adolescente olvidas respirar. El luto y la muerte como reactivos de la pulsión sexual, una historia tan bien contada que la prefiero a Denis Suárez flojeando disforzado por el verde. Denis apuntaba a gran futbolista hasta que dejó de comer carne. Jennifer o´neill no renunció a la carne y me pareció hace treinta y pico años una señora madura; el domingo, en cambio, muy joven. Normal. El tiempo pasó como debe hacerlo. Pero hoy día, joder, todo envejece rapidísimo porque todo es demasiado joven.

Como la generación de los setenta que intenta gobernarnos y se frustra en una gestión de pésima praxis. tan insulsos y trapalleiros que ni reparan en cómo nos aburren. Que me devuelvan la pasta, el precio de mi localidad: esperaba espectáculo en el debate y a la hora escasa había apagado el televisor para eludir a estos funámbulos del sofisma barato que no aguanta ni dios. Al menos, que Rivera le hubiera tirado la loseta a alguien. Que loseta o baldosa era, no adoquín. A lo mejor el adoquín estaba en otro lugar del plató y no era uno, sino varios.

Para Rivera la muerte política se intuye próxima e inoxidable, como lo era para John Balan, nuestro excelso Papador de Fanecas, el hombre orquesta. Rivera es un remedo burdo de John, su fotocopia hecha con tinta caducada. Porque John, al igual que Dios, creaba a los músicos de la nada de su laringe y su orquesta era una santísima trinidad sinfónica de saxofón, trompeta y percusión. Rivera es un hombre orquesta, sí, pero un hombre orquesta ‘titanic’ hundiéndose con su partido mientras sus pelotas le salmodian la remontada, un hombre orquesta que se va a pique porque no tuvo la inteligencia de agenciarse una puerta sobre la que percutir como John.

Con la política me ocurre lo mismo que le ocurría al Brick de la Gata sobre el tejado de cinc: ¿Por qué te emborrachas, Brick? Porque no me gusta la vida; entonces ¿Por qué no te suicidas?, porque me gusta beber… Me disgusta la política actual, pero no puedo dejar de contemplarla ni de opinarla aunque sepa que perjudica mi salud, que me enreda en un bucle para el que no encuentro una escalera de incendios por la que huir. Debería seguir el consejo del General Franco a uno de sus ministros: haga como yo, no se meta en política.

Lo peor de la clase política nacional no es que Adriana Lastra diga coño en un mitin. A mí me parece muy bien que Adriana Lastra diga coño en un mitin porque al taco nunca deberíamos sacarle los colores: los colores hay que sacárselos al hipócrita, al mentiroso, al superficial y al interesado, nunca a quien utiliza vocablos que el Diccionario amamanta. Tampoco me molesta de la clase política, en este caso de la catalana, que aliente caceroladas, de hecho deberían hacer con las tarteras una batucada porque en el resto de España no se les oye. No. Lo que me molesta de la clase política es su fariseísmo.

Porque miren. Mucho llenársele la boca a los partidos con la mujer pero a la hora de la verdad cinco machotes candidatos a la presidencia. Ya lo dijo el Marqués de Galapagar: Vuelve el hombre, que yo creo que su publicista se lo copio a la colonia Otelo, de Trechi: Vuelve el hombre era el slogan del regalo navideño, ¿se acuerdan? Gran Bretaña, Alemania y algunos países nórdicos ya cuentan o han contado con primeras ministras, mientras aquí mucho "nosotros y nosotras", mucho 'Unidas Podemos' pero a la hora de la verdad váiselles aos partidos a forza pola boca en un feminismo de postureo puramente estético, tan formal como inefectivo.

Hagamos un poco de historia. tuvimos nosotros un ilustre convecino aquí, Don Eduardo Vincenti Reguera que fue Diputado al Congreso entre 1886 y 1923, 37 años succionando la teta nutricia parlamentaria. Hay cosas buenas en la labor política de Vincenti aunque el pueblo no olvidó fácilmente que era alcalde de Madrid cuando Mateo Morral quiso volar por los aires a Alfonso XIII y a Victoria Eugenia el día de su boda. En 1908 el Diputado Pi y Arsuaga presentó una propuesta para otorgar a la mujer el derecho al voto. La propuesta fracasó por 65 votos en contra y 35 a favor. La intervención de nuestro coterráneo, un varón antisufragista con pátina de liberal fue entonces un breviario de patriarcalismo en defensa del no: "Cuando la mujer sepa leer y escribir. Cuando vaya a la escuela". Como si por entonces no hubiera, a punta pala, analfabetos con pilila.

Quizá no hay mujeres candidatas a la presidencia del gobierno porque no han ido a la escuela, porque no saben leer y escribir. Pero prefiero pensar que llegó la hora de que las mujeres recurran al tiranicidio en sus partidos, el momento de reventar las estructuras machistas de sus organizaciones que las hacen de menos, las relegan y las marginan. o, por qué no, de que se imponga una huelga de sufragio activo femenino: ¿Se imaginan el día de hoy sin mujeres votando? Le regalo la idea al feminismo. Para las próximas.

El Estado adjudica hoy un contrato de gobierno. Estará en vigor cuatro años y concurren cinco licitadores, pero parece que al abrir las plicas ninguna de las ofertas alcanzará la calidad técnica exigida por los pliegos. El concurso, probablemente, quedará desierto. Y no es que la Mesa de Contratación compuesta por los electores sea demasiado exigente, acaso ocurre que los contratistas no dan la talla. O sea que o forman una UTE de partidos o me parece a mí que no va a haber contrato.