Blog | Así está España

Romerales, lléveme de putas...

Si usted no ha escrito una novela policíaca, sépalo, usted no es nadie
temporal
photo_camera El río Gafos es uno de los escenarios pontevedreses que podría inspirar una novela negra. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

EN ANTENA TRES han perdido el juicio o al redactor se le ha ido la mano con el champán. Porque su locutora diciendo que "Vox celebra una vigilia por los niños abortados" suena, disculpen la redundancia, a descomunal aborto verbal, a coz semántica y, si quieren, a contracepción del lenguaje; un rebuzno magnífico de solitud ágrafa que todavía retumba como bomba. Terrorismo expresivo. En vez de acariñar a los televidentes una patada en el tímpano. José Antonio Plaza, Cirilo Rodríguez, Pilar Cañada. Esos sí eran locutores.

Porque si es niño, doña presentadora, no pudo ser aborto, por talludito y porque niño, según la RAE, es el que tiene pocos años, y un aborto lo que tiene son pocos días o meses. O sea que lo que usted, avezada comentarista quería decir, era que Vox había rezado por los nasciturus o por los fetos a los que se les interrumpió el periodo de gestación. Menudo infanticidio expresivo, querida...

No es infrecuente la falta de respeto al televidente. En nuestra cadena autonómica los locutores, en media hora de informativo, se equivocan o los equivoca el teleprompter con perseverancia —incluso con saña— digna de mejor causa. Escuchen con atención y verán varios "queriamos decir, pedimoslles perdón" y otros gazapos que pasan haciéndole un quiebro a las disculpas, pero también acuchillando el imprescindible rigor en el hablar. A ver si se enmiendan con el año nuevo.

Abunda por tanto, en los medios televisivos, la incorrección expresiva de idéntica manera a como prolifera en el mundo de la narrativa la novela policiaca, que es a las letras como la hierba de la pampa, una especie invasiva que amenaza con hacer desaparecer cualquier otro género literario. Si usted no ha escrito una novela policiaca, sépalo, usted no es nadie. Imaginen una empresa de saneamiento que necesita fontaneros: "Hola, vengo por lo del empleo; ¿ha escrito usted alguna novela policíaca? no; lo siento, entonces no puedo darle el puesto, la oferta decía claramente imprescindible haber escrito una novela policíaca".

Y claro, así salen luego. Este año leí las de Villar y Cercas, malejas las dos. La de Villar es un aborto por exceso de gestación, si es que es concebible un aborto de esta naturaleza. Si Villar hubiese detenido su novela en los hornos de cerámica, es decir, a mitad de libro, le hubiese quedado un texto niquelado. Pero Domingo, decidido a cargarse la paciencia de sus lectores, resolvió escribir una novela quijotesca sin Quijote, estirándola innecesaria y artificialmente hasta desembocar en un final rocambolesco, un final made in Hollywood que tira por tierra una entretenida primera parte de la obra. Unha peniña.

¿Y Cercas? Joder Cercas. Si uno leyó Soldados de Salamina o Anatomía de un instante y lee ahora Terra Alta repara en que a Cercas le ha podido escribir la novela cualquier negro sin talento. Floja e inconsistente. Y a diferencia de la de Villar, presurosa, apurada y, por eso mismo, simplona. Cercas da las gracias al final a los asesores y la sensación es que la novela la escribieron ellos en sus retales fundamentales, limitándose Cercas a hilvanarla de modo inconsútil, así que con un tironcillo suave la novela se deshilacha por las costuras. No parece el Cercas que me emocionó con Salamina, ni el que ansiabas continuara narrando el 23-F con Suárez dignamente en pie frente a la pistola sediciosa de Tejero en Anatomía. Parece un Cercas al que los del Planeta compeliesen, un par de meses antes de fallarse el premio, a presentarse: Su tirón hace prescindible la explicación del triunfo y, además, todos con el bolsillo contento porque Cercas vende y se necesita un autor que vigorice anualmente la nombradía del premio. Y lo que es más importante, que lo haga rentable. La calidad, lo de menos. No debería haber sucumbido Cercas a la comercialidad ramplona, a una literatura alimenticia que me parece a mí en absoluto precisa. La historia de un niño conflictivo que se hace policía resulta, lo lamento, grotesca.

O sea que todos en tropel a la novela policíaca. Todos pero ninguno a la altura de Lorenzo Silva, que me parece a mí que con su alquimista impaciente escribió la última buena de este género. Silva es un dignísimo sucesor de Francisco García Pavón, que con su Plinio como protagonista, el jefe de la policía municipal de Tomelloso, dejó las mejores novelas de detectives escritas en España y, en mi opinión, no superadas aun. Hay más literatura en el desenlace de Voces de Ruidera, donde la madre aquietaba la enfermedad mental del hijo follándoselo, que en todas las paginas juntas de esta tropa de aprendices torpones de Chandler.

Para que abandone usted el anonimato y entre en el Olimpo de la novela negra como autor reputado le voy a dar una receta de andar por casa. Tome nota. Ubica usted un cadáver en un sitio, preferentemente apartado. Llena usted al muerto de descomposición (una fauna cadavérica aquí, unos moratones allá) y le pone un orificio de bala o de arma blanca. Imprescindible el orificio. Lo adereza con un miembro de la judicial con problemas conyugales, un tipo duro con un par de divorcios previos y un hijo adolescente y conflictivo. Por supuesto, el poli es insobornable y lo adornan una pertinaz insubordinación hacia sus superiores y un olfato policial que lo conduce siempre al asesino. Añada usted una subtrama, un problema personal y un posible desenlace, a mitad de novela, que por supuesto es equivocado: el villano aparente no es el malo. Luego resuelve usted el enigma haciendo que el asesino sea aquel en el que menos pensaba el lector, o de todos los posibles, el más disimulado. Y ya. Novela recién horneada.

Un ejemplo. "La mañana era fría. El cadáver tenía media cabeza en el río y, oculto por el puente, solo podía encontrarlo alguien que pasease distraídamente a su perro por el sendero cercano. Desde los pretiles, su visión era prácticamente imposible. Por su color cerúleo, por la rigidez extrema de sus miembros debía llevar toda la noche en el lecho. Un pequeño reguero de sangre coagulada, que salía de un orificio de su camisa, revelaba que un arma, acaso puntiaguda y de filo cortante, había penetrado aquella carne rasgando la tela antes". ¿Se fijan? A que me quedó un comienzo de novela negra monísimo. Anímense. A lo mejor no es un problema del oportunista que escribe, sino de la masa lectora. Por cierto. Lo que imaginé es el Gafos, Ponte Bolera y el cadáver, el del difunto de Neno. Neno es una de mis fuentes perennes de inspiración.

A veces, miren, no es necesario imaginar. La más entretenida trama policíaca nos la deja el periódico. El oficial del ejército que, mamado, ordena al soldado que lo lleve en su coche a un puticlub: "A ver, Romerales, lléveme de putas". Realidad en vena, oigan. La mejor novela negra.

Comentarios