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Tanga letal

HAY QUE tomarse muy en serio el desafío independentista. Afrontarlo de la única manera posible. O sea, con Rappel. Llegué a esta conclusión viendo el otro día el programa de Bertín. Bertín es el paquete de España ("buenas noches señora, recuerdos a su señor") y Rappel es la coleta mandarina, las gafas rabilargas y el tanga safari. El tanga de Rappel es también el tanga de España, que por qué le llaman tanga cuando quieren decir taparrabos. Rappel (En tu casa o en la mía) recibió a Bertín en su macropiso, en el que no cabe nada más que gusto dudoso de lleno que está de quincalla locera. Rappel y Bertín rajaron. Rappel suena a explosión de polvos mágicos, nombre perfecto de vidente conversor de taumaturgia en ciencia para supersticiosos paganinis, que oyen lo que quieren oír, o sea, que la muerte se hará la despistada cuando se los cruce. Muy de folclóricas 'bauleras'. Pero —anoten— en realidad Rappel es la abreviatura de una peletería de un antepasado suyo: "Rafael Pérez no sé qué. Peletero" (Rappel). Si pretendía espantar a la clientela con la revelación de tan reputada marca, bingo. Es como montar una clínica médica en Arabia Saudí llamándose Doctor Matamoros. Rappel tiene el vestidor lleno de túnicas florales que no viste cuando va a la Casa de Campo de picnic porque las velutinas montarían en ellas una urbanización de colmenares. El exotismo de Rappel incluye sortijón perlado en el meñique y colgante de fusión, que mezcla simbología ácrata con cruz de Caravaca y remata en motivo satánico tipo hijas de Zapatero con Obama, algo así como un debate de 13 TV con los anticapitalistas de Kichi como tertulianos pero disfrazados de lagarteranas. Todo en High Definition, que se ve más nítido. Rappel en tanga es como el holocausto caníbal, como los de los Andes merendándose los sesos de los compañeros. Porque no hay forma más sutil de inyección letal que encontrarte a Rappel en Benidorm embutido en su tanga de pantera y bailando Lambada con una pensionista británica. Bertín llamó al interfono del piso del Barrio de Salamanca de Rappel y Rappel preguntó quién es; Bertín dijo vaya mierda de adivino y luego ábreme, que soy Bertín. Como Tojeiro: "¡Jose, ábrenos, que somos nosotras!" Rappel encendió unos velones y esparció pétalos de rosa, un ritual de bienvenida que, por poco, propicia un patinazo de Bertín de los de partirse la crisma contra el arcón hortera del XVIII que le decora el recibidor al arúspice. Bertín, en vez de pétalos, hubiese preferido jacas. A Bertín lo que le mola es montar. Rappel tiene una terraza de muchos metros cuadrados, con piscina climatizada y ciento y la madre de olivos en maceteros porque los de la comunidad no le dejan echar tierra donde arraigarlos. Para agenciarse ese piso debió evacuar muchas consultas con tarifa de eléctrica en época de sequía cabrona. Ya me lo decía mi mamá: hazte mago, que practicas con la Borrás y te quedan unos trucos la mar de aparentes. Rappel multiplica los panes y los peces con su varita de barítono de las ciencias ocultas, y en un ¡plop! deja uno de ser el harapiento que pide en la boca del Metro de Sol para convertirse en Arsenio Fernández de Mesa. Por eso decía que ahora que los independentistas andan tocando las bolas, más útil que el tacticismo del Gobierno sería un remedio contundente. Para hacerlos entrar en razón nada de aplicar el 155 de la Constitución ni mandarles a la Guardia Civil o a la cabra de la Legión. Mucho más operativo contra la pailanada independentista es el antídoto del tanga de Rappel. Tanga letal. Se le comisiona para negociar con la Generalitat. La Generalitat comisiona a su vez a Puigdemont recién llegado de la pelu para estar presentable (la cabeza sin peinar de Puigdemont semeja un coco melenudo caído de una palmera de las Ramblas). Los fotógrafos inmortalizan el momento y, a solas ya, Rappel desarrolla el plan secreto ideado por el CNI. Rappel saca la lengua a Puigdemont provocativamente. Luego le hace morritos mientras se desviste (El plan recoge la alternativa, caso de resistencia, de que Rappel se siente frente a Puigdemont y le haga un cruzado de piernas tipo Sharon Stone en Instinto Básico). Ya en tanga de leopardo, que es similar al suspensorio de King Kon jubilado, Rappel le dice a Puigdemont que se siente a su lado (aurg). Puigdemont levanta entonces los brazos y balbucea lo único posible en esas circunstancias: me rindo. Me quedo en España y al carallo la independencia. Lo dicho. Tanga letal.

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