Todo el mundo, estoy seguro de que el avezado lector también, tiene alguna afición o gusto inconfesable. Siempre hay algo que a uno le gusta y le da vergüenza reconocer que le gusta. En mi caso, y en referencia a esa afición inconfesable, he de reconocer que he salido del armario: hace ya unos años que empecé a confesar públicamente que era seguidor del Festival de Eurovisión, cosa que -por cierto- me ha acarreado múltiples bromas y comentarios jocosos de amigos y conocidos, que no han dudado en calificarme de friki. Pero no considero que sea una afición de friki, ni que sea tan mala como ver La Sexta Noche, leer a Corín Tellado, echarle ketchup a las croquetas o cometer el sacrilegio de echarle cebolla a la tortilla de patatas.
"He de reconocer que he salido del armario: hace ya unos años que empecé a confesar públicamente que era seguidor del Festival de Eurovisión"
En España, o si el avezado lector lo prefiere, el stadospañol, somos muy de romper aquello que no entendemos, mucho de calificar algo como desechable en cuanto no funciona como deseamos o no lo entendemos, de quitarle importancia a todo aquello que no nos es favorable y, sobre todo, de hacer leña del árbol caído. Las participaciones de nuestra España / stadospañol en el Festival de la Canción han sido desde 1995, salvando un par de excepciones dignas, entre malas, como el pasado año con Edurne; y desastrosas, como en 2009 con Soraya cantando y Guti bailando. Debido a esto, con el paso de los años, se han impuesto en el conjunto de la sociedad una serie de afirmaciones típicas, que se dan por verdaderas pero que si profundizamos en ellas, vemos que no son ciertas.
Una de las afirmaciones típicas es: “Participar en el Festival de Eurovisión es muy caro”, sentencia que es totalmente falsa. Veamos por qué. España aporta aproximadamente con 350.000 euros en la financiación de la UER, y esta contribución se considera parte del gasto de participación. Además, se suelen gastar de media unos 100.000 euros más en concepto de viajes, promoción, etc. La edición más cara hasta ahora para España fue la de Pastora Soler, que costó casi 500.000 euros en total, incluyendo el mencionado canon de la UER. Pero la media es de unos 450.000 en los últimos 5 años. Estas cantidades, al avezado lector, le pueden parecer elevadas, pero para afirmarlo se debe de tener en cuenta el coste en función de la audiencia del programa comparado con otros programas emitidos por el canal público.
Para poder hacer esa comparación iremos a la segunda afirmación típica: “El Festival de Eurovisión no le interesa a nadie”. Otra falsedad. Si consultamos las audiencias de las últimas 20 ediciones, nos encontramos una media de seis millones de espectadores y un share que rondaría entre el 35 y el 40%. Es una cuota de pantalla que ya quisieran tener los responsables de programas como La Sexta Noche, que no llega a los dos millones de media de audiencia. Pero olviden esto, como comentábamos antes, deberíamos comparar los datos con los de otros programas de la misma cadena. La serie Isabel apenas llegaba a los tres millones y medio de audiencia y, Águila Roja, sólo en su cuarta temporada se acercó -sin alcanzarlas- a las audiencias del Festival de Eurovisión.
"La verdad, me pasma el escaso provecho que TVE obtiene del Festival, a diferencia de otros canales de televisión públicos europeos"
Para comparar, como mencionaba antes, la relación audiencia/coste del programa, le hago saber al avezado lector que cada capítulo de estas dos series cuesta alrededor de 600.000 euros y, por cierto, tienen una duración bastante inferior al Festival de Eurovisión, que entre semifinales y final, cubre unas 6 horas de emisión repartidas en 3 días distintos. Por lo tanto, en proporción a otros programas de la cadena, se trata de un programa bastante barato.
La verdad, me pasma el escaso provecho que TVE obtiene del Festival, a diferencia de otros canales de televisión públicos europeos, no se lo toma demasiado en serio, ¿se imagina el avezado lector que en lugar de TVE fueran Antena 3 o Telecinco las encargadas de acudir al Festival? Pero dejemos esto para otra ocasión junto con otras típicas afirmaciones, como: “Los representantes de cada país deberían cantar cada uno en su idioma”, “Los países vecinos se votan entre ellos y por eso siempre ganan los mismos países”, o “Las canciones que compiten son muy malas”.
