Blog | El reverso de la semana / A semana do revés

El pedaleo pide cavilación

La bici pasó de ser oportunidad a convertirse en problema en países que llevan la delantera


EN LONDRES, ciudad que limita el uso del coche, fallecen al año varias decenas de ciclistas víctimas de atropellos. En Barcelona, urbe que ocupa el undécimo lugar en el índice Copenhaguenize, que establece cuáles son las mejores ciudades del mundo para pedalear, el Ayuntamiento tuvo que prohibir la circulación de las bicicletas por las aceras durante el día (con algunas excepciones) y en algunas poblaciones se acabó por eliminar el carril-bici, como sucedió en el paseo marítimo de Castelldefels.

En Sevilla, el gobierno local pasó de una intensa política de promoción de la bici, que incluyó la construcción de kilómetros de carriles específicos, a multar por el uso inadecuado de este vehículo. En esta ciudad está prohibido circular en calles peatonales en horario comercial, justo lo contrario a lo que se hizo en Lugo en el último mandato, cuando se aprobó una nueva ordenanza de circulación que permite ir en bici por zonas peatonales. Fue una exigencia del BNG, en consonancia con la demanda de algunos colectivos, y no solo de ciclistas. La asociación de empresarios y hosteleros del casco histórico Lugo Monumental llegó a recoger firmas a favor.

Por un lado es lógico el planteamiento de los empresarios, ya que la experiencia de ciudades donde el uso de la bici está mucho más extendido dice que, cuando se favorece su uso, aumentan los desplazamientos (también los comerciales). La explicación es sencilla: en bici se llega más rápido que a pie y resulta menos engorrosa que sacar el coche del garaje o esperar el bus. En cambio, la posición del colectivo resulta llamativa si se encuadra en las resistencias que suele haber por parte de vecinos de zonas peatonales a que las bicis circulen libremente por ellas.

En resumen, que algunas de las ciudades que en las últimas décadas más hicieron por promocionar el uso de la bicicleta se encuentran ahora con serios problemas de convivencia con los peatones y con los vehículos a motor. El año pasado, hasta el propio asesor municipal de la bicicleta en Londres, Andrew Gilligan, admitió que pedalear por la ciudad "es lo más parecido a una lucha por la supervivencia darwiniana".

De momento, Lugo está lejísimos de verse en ese problema, dado que el uso de la bicicleta es excepcional, pero ahora que el nuevo gobierno manifiesta intención de darle una vuelta a la movilidad de la ciudad, merece la pena echar un vistazo a lo que sucede en los países que han ido por delante. Es la ventaja que tiene quedarse rezagado, aunque es obvio que lo que sirve en un lugar no tiene por qué valer en otro.

En Lugo, el debate se ha abierto al dar a conocer este periódico un proyecto de promoción del uso de la bici que el ingeniero Jesús Martínez hizo para el Concello hace más de un año. El nuevo gobierno parece dispuesto a darle una oportunidad, aunque se cura en salud y avisa de que la creación de vías ciclistas será lenta -se irán haciendo a medida que se vayan reformando o abriendo calles- y de que para abordar estas y otras cuestiones relacionadas con la movilidad de la ciudad se constituirá una mesa técnica de la que formarán parte profesionales del Concello, técnicos externos y representantes de diversos colectivos.

La experiencia dice que no hay como crear una comisión, de lo que sea, para que el fin que se persigue nunca se logre, pero en este caso puede que sea oportuna porque entre el propio colectivo ciclista no parece haber consenso sobre el mejor sistema. Los criterios con los que se hizo el proyecto que está en manos del Concello fueron el bajo coste y la seguridad, de manera que todas las vías ciclistas llevarían protección, serían preferentemente unidireccionales, nunca irían por aceras y se reduciría la velocidad de los coches en muchas calles. El modelo implicaría eliminar un buen número de plazas de aparcamiento, pero eso encajaría en el objetivo de desincentivar el uso del coche, en favor de medios de transporte más sostenibles. Claro que para eso habría que empezar por ofrecer un buen servicio de bus.

Pero al proyecto ya le han salido críticas. El BNG, que tiene entre sus filas a devotos ciclistas, cree que el carril-bici es una fórmula trasnochada, que supone crear "cárceres para bicis". Su apuesta pasa simplemente por calmar el tráfico y mejorar la señalización y que las bicis compartan espacio con los coches y con los peatones, en consonancia con el planteamiento de Masa Crítica. Este es el colectivo que más ruido está haciendo en favor de la bici y el año pasado logró que el pleno aprobara reducir a 30 kilómetros la velocidad en las calles de Lugo, medida que aún no se ha aplicado. Sin embargo, algunos de sus miembros apoyan también el proyecto municipal. Es la prueba definitiva de que, antes de empezar, hace falta mucha reflexión.

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