Blog | A Praza da Verdura

Los porteros y los alcaldes que leen

Lo importante que es incentivar a los niños y a las niñas a leer. Hace algunos días, con la conmemoración del Día del Libro, muchos y muchas sacaron a relucir sus preferencias literarias en las redes sociales. Uno de los que más impacto causó en Twitter fue el portero del Celta, Sergio Álvarez. El conocido como ‘O gato de Catoira’ sorprendió a sus seguidores recomendando tres libros de tres escritores gallegos: ‘Os fillos do mar’ del vigués Pedro Feijoo, ‘Resistencia’ de Rosa Aneiros y ‘Dende o conflito’ de la lucense María Reimóndez. Di que si, Sergio, que leer es maravilloso y cuida la mente. Si es verdad lo que dicen, que ‘men sana in corpore sano’, el celtista debe tener una salud de hierro.

Otra de las publicaciones que me llamaron la atención, en su caso en su cuenta personal de  Facebook, fue la de ‘mi Lores’. Vale, podéis decirme que no soy objetiva pero además de su propuesta lectora para adultos, me ganó con su guiño a su nieta.

El alcalde recomendó a sus seguidores en la red social la lectura de ‘O triángulo inscrito na circunferencia’, de Víctor F. Freixanes. Pero no quedó ahí su ‘post’. ‘Mi Lores' aprovechó para contar que está leyendo un libro con su nieta Xulia. Se trata del cuento, en portugués, ‘São estas as minhas orelhas?’.

La niña, según el orgulloso abuelo, "fala galego e entende perfectamente o portugués. Xulia xa apunta maneiras como crítica literaria, por certo. A min o libro estame a gustar, a ela... Ben, a ela habería que preguntarllo a xulgar as caras que me pon», confesó. La verdad es que se me cae la baba cada vez que habla de sus pequeñas. ¡Ojalá los abuelos fuesen eternos!

Cambiando de tema, tengo algo muy importante que contaros. Las colecciones de Diario de Pontevedra tienen tanto éxito que hasta las gaviotas -que de vez en cuando revuelan la Praza da Ferraría- quieren hacerse con ellas. Verán. La pasada semana, el sobrino de una de mis compañeras de redacción jugaba tranquilamente con las figuritas de la serie de animales en peligro de extinción que lanzó este periódico hace algunos meses cuando ocurrió la desgracia.

El pequeño, cuyo nombre empieza por jota, se divertía lanzando el ejemplar del lince ibérico al aire cuando una intrépida gaviota cazó al animal al vuelo y se lo llevó. El niño miró fijamente al cielo esperando que el mamífero de plástico volviese a sus manos pero eso nunca más ocurrió.

Desde aquí le mando un abrazo grande, un beso y la esperanza de que el hueco que le dejó el lince en su colección sepa suplirlo con el resto de especies que, según me cuentan, con tanto mimo cuida a diario.
 

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