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El orgullo de Lucía

El escritor Rodrigo Cota, en el gimnasio. CEDIDA
photo_camera El escritor Rodrigo Cota, en el gimnasio. CEDIDA

El escritor Rodrigo Cota con su nutricionista. CEDIDAESTA semana, y a pesar de la manifiesta animadversión de la báscula Tanita, he dado un peso de 119.2 kilos. Empecé en 123.1, o sea que ya me he desembarazado de casi cuatro kilos. Me faltan 16 para cubrir el objetivo, pero espero sobrepasarlo hasta acabar con algún problema psicológico. Casi no tuve gimnasio, además, pues otras obligaciones me liberaron de él.

Tanita, la mascota de mi nutricionista dice más cosas: que sigo midiendo 1.80, por ejemplo. Tanita es lista y sabe que yo no crezco ni encojo de arriba abajo. Luego dice que tengo un poco más de grasa. A ver, Tanita, ¿cómo carajo voy a tener más grasa si he perdido cuatro kilos? Explícamelo, dime a la cara que quieres desprestigiarme ante el pueblo gallego. También dice que mi edad metabólica es de 66 años, igual que cuando empecé. No he rejuvenecido nada, dice Tanita. Sin embargo, la gente con la que me cruzo por la calle me dice que soy un tipiño, aunque pensándolo bien eso es un insulto.

He perdido cinco centímetros de cintura y dos de cadera. Empiezo a acercarme peligrosamente a las medidas de Beyoncé. Sigo comiendo plátanos, como el que recoge la foto. Mi señora está rara. Debe ser bipolar. Me da los plátanos y me dice: "Como empieces a parecerte a Beyoncé te reviento la cabeza". Ahora le da por comprarme potitos, que los venden para adultos en los supermercados. No se anuncian como potitos ni el envase se parece al de los potitos pero son potitos. Si la cosa sigue por este camino, cualquier día me cuelga un babero azul con ositos.

Juro que tengo que aplicarme más, no que lo vaya a hacer: es una declaración de intenciones

Me encontré a Demetrio Gómez, que ha sido el más grande concelleiro de rock & roll que ha tenido Pontevedra, aunque ahora ya no lo es porque se ha vuelto más poderoso. Me dijo que él asumió el mismo reto y lo logró. Adelgazó los 20 kilos, y dice que el secreto está en no comer. Pues de ahí a dos minutos me llega un mensaje de voz de Anabel Gulías, que también es concelleira y poderosa, diciendo que Demetrio me había visto tomando una cerveza y que me tiene controlado. Eso asusta. A ver si no va a resultar que anduvo Villarejo por Pontevedra espiándome por encargo del BNG. Bien, es verdad: Demetrio lo sabe porque la pagó. Él bebió un agua mineral y así fue como me enteré de que Demetrio se alimenta a base de agua y ya.

Tengo que aplicarme más. Lo juro. Juro que tengo que aplicarme más, no que lo vaya a hacer: es una declaración de intenciones. Para llegar a perder los 16 que me faltan necesito más gimnasio y más respeto por la dieta, que si no no llego. La dieta la voy siguiendo pero a veces peco. Tengo un amigo que se apellida Rocafort. Tengo más amigos, pero ahora estoy hablando de Rocafort. Lo pusieron a dieta y el primer día le tocaba comer pollo cocido y una pieza de fruta. El tío se comió un pollo entero y una sandía. Yo no llego a tanto, pero a veces casi.

Me dice Lucía, la dueña de Tanita, que un señor fue a su consulta para ponerse a dieta motivado por esta sección. Soy ejemplo de algo, al menos para este señor. Pues le digo que mucho ánimo, que si la cosa va bien ya quedaremos un día cualquiera para tomar potitos, y si va mal, que no lo creo, no me hago responsable. Usted haga caso a Lucía.

Pues hay cada vez más gente que se preocupa por mí. Por la calle me miran la barriga sin ningún disimulo. Me paso el día metiendo barriga, así que le tengo que preguntar a Ventín, mi entrenador, si eso cuenta como ejercicio, que uno ya nunca sabe. El lunes me preguntó si había salido a caminar y le dije que sí, que un amigo me invitó a una copa y no supe negarme, y que para ello tuve que ir caminando hasta la zona monumental y de vuelta a casa. Me dijo que no, que eso no cuenta como ejercicio. No se aclara. Si camino, porque camino; si no camino porque no camino. La cosa es poner pegas.

Me dice también que soy el mejor boxeador mexicano desde Cantinflas. Me vine tan arriba que reté a Floyd Mayweather por Twitter. Le mandé un vídeo llamándole gallina y amenazándolo de muerte y la cosa surtió efecto, porque ni se atrevió a contestarme. Lo tengo acurrucado en posición fetal en una esquina de su mansión.

En fin, que me propongo avanzar. No voy al ritmo adecuado, aunque Lucía me dijo que está muy orgullosa de mí. Casi le doy un abrazo, porque eso no me lo había dicho a mí nadie jamás. No sé si alguien le ha dicho que está orgulloso de usted, pero ya le digo yo que es una sensación diferente. Mis padres nos ponían en fila a todos los hermanos e iban uno por uno diciendo lo orgullosos que estaban de todos menos de mí: de Leopoldo Aquilino, de Marcela Aurora, de Mercedes Celsa y de Santiago a Secas. Nunca dejaré de preguntarme de dónde sacaban los nombres. Creo que mi padre iba pasando a ciegas los dedos por un calendario y cuando mi madre decía basta, pues así quedaba.

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