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La culpa es del rock

Estos días la cosa se complicó. Hubo un día que los jóvenes empresarios montaron un cóctel para boicotearme. Uno va de corrillo en corrillo y llega un director general de algo y coge una bandeja de croquetas y te las pone delante. ¿Vas a despreciar ese gesto generoso? No, te comes las croquetas. Y así toda la noche. Ahí empezó mi gran paso atrás de esta semana.

Yosi y Rodrigo Cota paseandoLuego, creo que al día siguiente fui a Ourense a comer con Yosi, de Los Suaves. Yosi se cuida mucho más que yo y está en plena forma. Como vive rodeado de árboles y piedras, tiene un lugar privilegiado por el que da largos paseos, así que antes de comer salimos a caminar para hacer algo de ejercicio. La comida era sana, sabrosa, equilibrada, como debe ser. La sobremesa tuvo la culpa. Yosi se puso a recitar algunos de sus mejores poemas, luego salieron a relucir unas guitarras y también salieron a relucir unas tónicas y una botella de ginebra. Total, dijimos, un día es un día, no va a pasar nada, estamos aquí divinamente, la vida es maravillosa, deberíamos vernos más, y así entre unas cosas y otras ingerí demasiadas calorías. Estaba además el gran fotógrafo Santiago Barreiros, con el que celebrábamos el éxito de su última exposición, Xeografía do efémero, una preciosidad. ¿Qué haces? ¿Amargar la fiesta? Pues no señor. Te unes y disfrutas del momento. Yosi llevaba dos años sin cantar ni coger una guitarra, todos nos habíamos venido arriba y las calorías hicieron su diabólico trabajo. Así que entre una y otra cosa, en dos semanas engordé 600 gramos. La culpa es del rock.

Yo no conozco a nadie que haya visto una caloría, aunque todos hablan de ellas como si las vieran por centenares. "No comas tal cosa, que tiene 350 calorías". ¿Cómo se sabe eso? Igual ni existen.

Para creer en algo que no puedo ver casi prefiero creer en Dios, que al menos ofrece la vida eterna. Las calorías, por lo que se dice, son unas cosas con las que engordas. Un dogma de fe. Si crees en ellas, entonces existen.

Yosi tocando la guitarra

Bien, sí creo que existe cierta relación, quizá directa, entre lo que comes y lo que pesas. También el ejercicio que haces influye en la ecuación. Es a eso a lo que los expertos llaman calorías. Calorías que ingieres frente a calorías que gastas, según los seguidores del caloricismo, que es como acabo de bautizar a la religión de los que creen en el reino de las calorías. Los caloricistas, que es así como se llaman los creyentes desde ahora, utilizan la caloría como medida de todas las cosas.

Así que mi obligación, incluso como no creyente, es seguir las pautas del caloricismo, pues como queda dicho parece que sí está demostrado que si comes comida sana, cuidas tus hábitos y haces ejercicio, adelgazas. Podría poner ciertos reparos. Un adicto a la heroína no suele ser muy deportista, no hace vida sana y come tigretones y también adelgaza, y aunque ese ejemplo no voy a seguirlo ni se lo recomiendo a usted, echa por tierra todos los dogmas caloricistas, como los gordos que comen poquito y salen todos los días a caminar sin adelgazar jamás. El metabolismo, dicen, que es diferente. Sí, sí, el metabolismo.

Todo el equipo se puso en contra mía. Que tienen que empezar a verse cambios, que me van a dar más caña, que tengo que esforzarme más y hoy montaron una comida caloricista para reprenderme. Creen que estoy poco comprometido. ¡Por engordar 600 gramos con una estrella del rock! Deberían hacerme un monumento. El grupo se llenó de mensajes en plan: "Se te acabó el cuento", pone uno. "Exacto", contesta otro. Hombres y mujeres de poca fe. Creen en las calorías y no creen en mí, el más esforzado de sus pupilos. Pues que sepan que yo sí confío en mí. La próxima vez que vaya a la báscula habré perdido los 600 gramos que me dio el rock y como mínimo un kilo más. Lo juro, y si no cumplo, que se muera el obispo de Mondoñedo. No se asuste, monseñor. Espero no fallarle.

Yosi con Rodrigo Cota

Mientras todos desconfían de mí, yo voy a lo mío. A quemar calorías, que ahora sé, las hay sólidas y líquidas, que me lo dicen Lucía y Antonio, mis dos trainers. Nadie las vio pero saben que las hay sólidas y líquidas. Que lo demuestren.

Entiendo su desesperación. Ellos no tienen culpa de mis excesos, así que no queda más remedio que obedecer y ponerme a trabajar en mi figura hasta que convertirla en una obra de Dios y de las calorías. Me he dejado confundir por el entusiasmo. El éxito de las primeras semanas nubló mis sentidos y lo demás vino solo. Lejos de rendirme, comprometo todo mi prestigio, que e inexistente, en esta empresa, y la voy a sacar adelante. O no. Por de pronto, esta semana que entra ya la afronto haciendo mis deberes.

ASÍ ME SIENTO
Peso: Desconocido
Estado de ánimo: Desafiante
Pecado cometido: Rock
Temperatura exterior: Alerta naranja

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