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El niño 44

EL CARNICERO de Rostov, que confesó 53 asesinatos desde 1978 hasta 1990, es la base de operaciones con la que el novelista Tom Robin Smith escribió en 2008 una historia ambientada en la época de Stalin. Smith utilizó la figura legendaria de Andrei Chikatilo para trazar líneas paralelas entre la investigación de un asesino en serie por un inspector del MGB (el predecesor del KGB) y las purgas policiales en un sistema que presumía de no tener crímenes.

Hay una lectura política en 'El niño 44' y otra que enlaza directamente con la tradición del mito fáustico del investigador privado. La primera es tan sencilla como efectiva, en esa ambientación fría y opresora de la Rusia comunista posterior a la Segunda Guerra Mundial. Militares que se toman venganzas personales como cuitas ideológicas, espías ocultos en las calles de Moscú, y el miedo como motor de decisiones de una población amedrentada. La segunda, la investigación policial, esconde un final previsible pero inevitable: el criminal y sus actos son más cercanos al investigador de lo que este cree.

'El niño 44' tiene una textura reconocible de superproducción televisiva, con interpretaciones que van desde los tres protagonistas estelares (Tom Hardy, Noomi Rapace y Gary Oldman) hasta figuras conocidas de la televisión (Joel Kinnaman o Charles Dance). Sin embargo, acumula capas narrativas que no acaban de tratar todo lo que sugieren. La idea central parece ser esa creación del mito desde las culturas nacionales del siglo XX de posguerra, tanto la imagen idealizada del soldado puro, como la denostada de ese carnicero que no podía ser otra cosa que alemán.

Leo Demidov protagoniza dos novelas más investigando crímenes en la Moscú estalinista. No parece que la saga tenga continuidad, pero el material ya está escrito.

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