Blog | El Ojo Público

Mortdecai

EL DÍA en que a Johnny Depp se le ocurrió protagonizar, financiar y darlo todo por esta comedia de aristócratas en franco declive, la película se encontró con una dimensión que, muy probablemente, no se esperaba. Este artefacto extraño en el que uno no sabe si reír o llorar, y a veces hacer las dos cosas a un tiempo, se presenta como una deformación de James Bond pasada por el filtro cómico de un Austin Powers refinado. El origen hay que rastrearlo en la novela de Kyril Bonfiglioli ‘No me apuntes con eso’, un relato que enlaza con la muy noble tradición británica de la comedia ‘high class’, de personajes de sangre azul haciendo turismo en los sinsabores de la vida normal y corriente.

El espectador debe ser advertido de un detalle que no es en absoluto menor. Johnny Depp despliega todo su catálogo gestual histriónico para interpretar a este Charlie Mortdecai, un tratante de arte, propietario de mansión y Rolls Royce, que debe ocho millones de libras al fisco británico y es perseguido por la mafia rusa. Le acompaña su fiel mayordomo Jock (Paul Bettany), dispuesto a recibir los palos que se merece él, y su mujer, Johanna (Gwyneth Paltrow), a su vez objetivo amoroso del agente del MI5 Martland (Ewan McGregor), antiguo compañero de Mortdecai en la universidad. Gran parte del humor que destila esta comedia de enredo está en las inflexiones del idioma británico que hablan los distintos personajes (aristócratas, obreros, rusos...) y en la dicción modulada de sus protagonistas.

En la versión doblada, la interpretación de Depp -y la de todos- se queda en un disparate difícil de asimilar. Todo dependerá de la mirada del espectador, y de si la comicidad del capitán Sparrow le produce carcajadas o sarpullidos.

Comentarios