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Maersk debería quedarse en Pontevedra

En marzo de este mismo año, cuando aún era presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, pidió “sensibilidad” a la empresa de fibras textiles Altri de cara a ubicar su planta (con una inversión prevista de 800 millones de euros) en la provincia de Lugo, ya que esta se encontraba, dijo entonces, en una situación “muy límite”, castigada por la crisis industrial.
No me pareció mal aquella intervención. Lógicamente habría preferido que se acordase de la siempre maltratada provincia de Pontevedra, pero su apuesta por Lugo, de alguna manera, era un paso en la procura del ansiado equilibrio territorial en las inversiones que llegan a Galicia. Y tampoco me pareció mal que el entonces presidente se mojase en una cuestión así porque considero que la labor de nuestros mandatarios no solo está en legislar y ejecutar, sino también en aconsejar, en ayudar, en influir…, siempre y cuando se haga desde ese criterio de equilibrio.
Lo que pasa es que, por desgracia, tanto en el ámbito de las inversiones públicas como a la hora de atraer a las privadas, aquella intervención de Núñez Feijóo fue una excepción. La historia reciente se encarga de relatarnos que lo habitual es que todos los grandes proyectos llegados o puestos en marcha en Galicia en los últimos años no se han hecho teniendo en cuenta y priorizando las necesidades de cada territorio sino que han tenido prácticamente una misma y única dirección: Norte. 
Viene todo esto al caso por el anuncio realizado por Maersk, la segunda mayor naviera del mundo, de ubicar en Galicia (se habla del puerto exterior de A Coruña, aunque la decisión última no está tomada) una planta de producción de metanol verde, lo que supondría una inversión de varios miles de millones de euros y la creación de varios miles de puestos de trabajo.
Y curiosamente –o no-, en esta ocasión ningún dirigente político se ha pronunciado al respecto de cuál sería la ubicación idónea de esta planta. El ahora presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, no ha abierto la boca para sugerir un posible destino para el proyecto de Maersk, a pesar de que hay muchas razones objetivas para ello. Y ese posible destino debería ser la provincia de Pontevedra. En primer lugar, por lo tantas veces señalado del equilibrio entre territorios. Pontevedra lleva décadas ansiando una gran inversión. Y ya que las públicas parecen no llegar, que lleguen por lo menos las privadas. Pero es que además hay otra razón de peso, y es que el epicentro de la actividad de la naviera danesa se sitúa en el puerto de Marín. Es ahí donde Maersk tiene su sede en Galicia y desde donde desenvuelve su logística desde hace ya muchos años. ¿Qué necesidad hay de trasladarla a otro lugar? Máxime cuando en la provincia de Pontevedra se ubican tres de los cinco puertos de interés general con los que cuenta Galicia.
Si ahora resulta que Punta Langosteira va a monopolizar todas las grandes inversiones y los grandes proyectos que lleguen a Galicia en las próximas décadas (como parece que va a ser), mal negocio hemos hecho. Así, desde luego, jamás resolveremos la sangrante cuestión de los desequilibrios territoriales en nuestra comunidad.
Es por ello que le pido al actual presidente de la Xunta que tome nota de lo que hizo su predecesor hace unos meses y solicité también él “sensibilidad” a Maersk para que ubique su nueva planta donde más falta hace. No se trata de una cuestión de localismos sino de equilibrios y de justicia. Y no es algo que pida por capricho, sino por lógica. Se trata, ya digo, de canalizar el proyecto de una empresa hacia, precisamente, donde ya está trabajando y hacia donde más se necesita.