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Casi una película de Kubrick

Shilby Foote (1916-2005) quiso ser novelista. De hecho, escribió cinco novelas. Pero alcanzó la celebridad como autor de una obra de historia monumental, en tres volúmenes, sobre la guerra civil estadounidense, que en los años noventa inspiraría una conocida serie documental para la televisión, vista por docenas de millones de norteamericanos, y que lo hizo famoso. Aunque ya a finales de los cincuenta, tras publicar el primer volumen, había recibido una llamada de Stanley Kubrick, interesado en un guion sobre alguno de los terribles acontecimientos que se dieron durante la contienda.

Foote escribió la obra a lo largo de veinte años. Y lo hizo con una plumilla. Se llegó a decir que a mitad de escritura compró todas las que quedaban en Estados Unidos. "Esterbrook, mi fabricante favorito de puntas de pluma, prácticamente estaba en quiebra, y yo estaba bastante desesperado porque se me estaban acabando", reconoció en alguna entrevista. Cuando supo que una vieja papelería de Nueva York almacenaba reservas de su modelo (Probate 313), compró suficientes para que le durasen vida y media.

Escribió el manuscrito a plumilla, de millón y medio de palabras, por cierto, no una sino dos veces. Fue un personaje peculiar. De hecho, como no se había formado en los estándares académicos de la investigación histórica, completó su obra sin notas al pie. Se describía a sí mismo como un novelista-historiador. Se sentía un discípulo de Tucídides, Heródoto y Tácito, quienes consideraron la historia como una rama de la literatura. En su opinión, que las notas "restaban valor a la calidad narrativa del libro, y rompían intermitentemente la ilusión de que el observador no estaba tanto leyendo un libro como compartiendo una experiencia. No quería que la gente mirase hacia la parte inferior del libro cada dos frases", dijo en The Review Paris.

En algún momento concluyó que los historiadores "están demasiado preocupados por descubrir lo que sucedió que cometen el enorme error de equiparar los hechos con la verdad... no se puede obtener la verdad de los hechos". Todo lo que tenía que decir sobre la escritura de la historia lo había resumido John Keats en diez palabras en una de sus cartas: "Un hecho no es una verdad hasta que lo amas". Tienes que apegarte a lo que estás escribiendo, en otras palabras, amarlo, para que tenga un significado real.

Cuando solo estaba empezando a trabajar en su gran obra, Kubrick le propuso ir a Hollywood y escribir un guion cinematográfico sobre un incidente de la Guerra Civil en el valle de Shenandoah. Foote pidió consejo a su amigo William Faulkner, que le dijo "vete si quieres. Pero si vas, nunca te tomes el trabajo en serio, aunque sí a la gente. Hollywood es el único lugar donde te pueden apuñalar por la espalda mientras subes una escalera". Foote puso varias condiciones a Kubrick. La principal fue no ir a California. Las razones eran "todo ese clima, todas esas mujeres hermosas, y todo ese dinero. Estaba absolutamente seguro de que si me iba desaparecería como en arenas movedizas". 

Kubrick dijo que no había problema y Foote escribió desde Memphis un guion titulado The down slope, que contaba cómo el general de la Unión George Armstrong Custer hizo que su división ahorcara a seis soldados de la unidad de guardabosques que comandaba el coronel confederado John Mosby. Mosby, desde ese momento, cuando capturaban a un hombre de Custer, lo hacía llevar a una escuela en el bosque. Cuando tuvo a cincuenta prisioneros, los hizo alinear y sacar tiras de papel de un sombrero. Quienes sacasen seis tiras con un punto negro serían ahorcados en represalia a la acción de Custer. Uno de los desafortunados fue un soldado de catorce años, aunque Mosby dijo que no iba a colgar a ningún niño, e hizo repetir el sorteo, con la consiguiente angustia. Esa era la trama del guion. Pero Kubrick nunca hizo la película. En su lugar se embarcaría en Lolita. Nada cambió para Foote, que siguió a lo suyo, consagrado a escribir una obra colosal con una simple plumilla de inmersión.

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