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Pobre Scott Fitzgerald

La versión original de 'Las nieves del Kilimanjaro', de Hemingway, es distinta de la que todos conocemos

POR MOTIVOS de trabajo, tuve que leer de nuevo Las nieves del Kilimanjaro, de Ernest Hemingway. El regreso me sirvió para recordar qué distinta es la versión que todos conocemos, y que hemos leído en muy diferentes libros, respecto a la versión original, publicada por la revista Esquire. Ese texto, que vio la luz en el verano de 1936, aceleró la decadencia de la amistad entre Hemingway y Scott Fitzgerald. Como se sabe, el cuento está protagonizado por un escritor fracasado que decidió casarse con una mujer rica y dedicar los mejores días de su vida a beber y a viajar, en lugar de a trabajar duro.

La historia funciona como una advertencia contra los millonarios, y en qué medida son diferentes de las demás personas, y cómo pueden llegar a destrozar a los escritores. La advertencia va dirigida contra el propio Hemingway, que en su día había roto su matrimonio con Hadley Richardson para irse con Pauline Pfeiffer, que provenía de una rica familia de Arkansas. En un momento del relato, el narrador da rienda suelta a sus pensamientos acerca de los ricos. "Eran aburridos y repetitivos. Se acordó del pobre Scott Fitzgerald y de su romántico, reverencial respeto por esas gentes; se acordó del comienzo de uno de sus relatos: Los millonarios son diferentes de ti y de mí. Y se acordó de algo que alguien le había dicho a Scott: Sí, es que ellos tienen más dinero". De repente, el destinatario de la advertencia pasaba a ser Scott Fitzgerald.

Este se sintió desolado. Sin pérdida de tiempo, le dirigió una carta a Hemingway, que la editorial Círculo de Tiza recoge en El arte de perder, y en la que le pide que no se mete con él en sus libros. "Sin duda que tu intención era amable, pero me costó una noche en vela. Cuando incluyas el cuento en un libro, ¿te importaría quitar mi nombre? Es un cuento excelente, de los mejores que has escrito, aunque eso del "pobre Scott Fitzgerald" me lo arruinó un poco".

Este pasaje tiene su origen en un relato de Fitzgerald titulado El muchacho rico, cuando el narrador afirma: "Hablemos de los millonarios. Son distintos a ti y a mí. Poseen cosas y las disfrutan desde muy pronto, y eso les afecta, les reblandece en lo que nosotros somos duros, y les vuelve cínicos en lo que nosotros nos mostramos confiados […]. En lo más profundo de sus corazones creen que son mejores que nosotros… Incluso cuando entran en nuestro mundo o caen más bajo que nosotros, siguen pensando que son mejores. Son diferentes". No obstante, el relato de Hemingway se entiende aún mejor si se tiene presente un almuerzo en el que participaron él, su editor Sam Perkins, y la escritora irlandesa Mary Colum. En un momento de la comida, el autor de París era una fiesta presumió de conocer bien a los millonarios, a lo que Colum respondió que "la única diferencia entre los millonarios y el resto del mundo es que los millonarios tienen más dinero". Su comentario iba dirigido contra la actitud cada vez más arrogante de Hemingway. En Las nieves del Kilimanjaro, sin embargo, este desvió la acusación hacia Fitzgerald.

La carta de respuesta de Hemingway a Fitzgerald se perdió, aun que según el propio Fitzgerald, en ella se mostraba completamente de acuerdo en omitir su nombre cuando el relato se publicase en forma de libro. Pero el autor de El gran Gatsby no se fiaba del todo. "No te preocupes —lo tranquilizó Sam Perkins, que también era su editor—, Ernst piensa eliminarlo". Meses después el cuento apareció en Los mejores relatos de 1937, publicado en Houghton Mifflin, sin ningún tipo de modificación. Fitzgerald lo pasó por alto, pero al saber que la editorial Scribner’s publicaría los ‘Primeros cuarenta y nueve relatos’ de Hemingway, escribió a Perkins de nuevo. "No olvides que ha prometido eliminar mi nombre. Fue una perrería, y auncualquiera que no fuera Ernest se la hubiera devuelto". Hemingway envió a la editorial la primera versión del libro, y en ella se limitaba a sustituir "pobre Scott Fitzgerald" por "pobre Scott". No parecía suficiente. En el otoño de 1938, cuando al fin se publicó la obra, "Scott" quedó reducido a "Julian". Y así ha llegado a nuestros días.

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