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Agridulce adiós de Pablo Isla

El presidente de Inditex se va con 23 millones, pero su salida está muy lejos de la imaginada
Pablo Isla durante su despedida. EP
photo_camera Pablo Isla durante su despedida. EP

SE dice pronto. Pablo Isla cede los trastos en Inditex con un balance, en números redondos, de 30.000 millones de euros de beneficio acumulado desde que en 2011 asumió la presidencia del grupo de Amancio Ortega. Las últimas cuentas presentadas por Isla prácticamente devuelven a Inditex a 2019, el año previo a la pandemia. Con Isla se va una gestión de indudable éxito, consolidado Inditex como líder mundial de la moda y campeón nacional en Bolsa. También una forma de entender el negocio que tuvo en la capacidad de anticiparse a las tendencias del retail uno de sus grandes intangibles, pero a la que no se le puede atribuir una única paternidad. Tan cierto es eso como que él y su equipo más directo llegaron a olvidar en estos años que Inditex también era, además de un gigante, una empresa familiar. En todos los sentidos. Esta es la historia del agridulce adiós de Pablo Isla.

No habían transcurrido mucho más de cuarenta y ocho horas desde el anuncio en pleno fin de semana del cierre de las más de 500 tiendas de Inditex en Rusia, un mercado especialmente rentable, cuando en Arteixo se daban cita una treintena de ejecutivos. El núcleo duro. A la convocatoria acudían Amancio y Marta Ortega, en lo que se interpretaba como un trasvase de poderes oficioso, una semana antes de que el presidente saliente diese cuenta ante los medios de su último año de gestión. Pablo Isla, de acuerdo con diversas fuentes internas, no llegó a sentarse en la mesa durante la comida posterior de tan particular momento, diseñado para sellar la transición en la presidencia. La tensión reinante en la sala no impidió que el propio Amancio Ortega, según las mismas fuentes, aprovechase para lanzar un contundente mensaje de confianza en el futuro de Inditex, de valentía y de apoyo a los equipos que están en primera línea, en las tiendas.

Oficialmente, si se pregunta en Arteixo, en Inditex son una piña. Cuesta asumirlo tratándose de un grupo de casi 170.000 empleados, con unos 4.000 trabajadores en la sede central. Y, sobre todo, porque se trata de una empresa familiar que ha asistido los dos últimos años a un distanciamiento entre Isla y su equipo, intendencia corporativa preocupada casi en exclusiva de los márgenes, y los directores y sus cadenas, que con contados cambios se mantienen en sus puestos desde antes de la llegada del abogado del Estado, en 2005. Ellos son los que ven en las colecciones la clave del negocio. De ese lado también está la familia directa de Flora Pérez, la mujer de Amancio Ortega, con sus hermanos Óscar y Jorge Pérez Marcote (Zara y Massimo Dutti, respectivamente), como la primera línea de defensa de los intereses de la familia. Esas dos culturas entraron en conflicto. Y el pasado mes de diciembre el débil equilibrio que había acabó por fracturarse.

El segundo ejecutivo mejor pagado del Ibex-35 se va de Inditex con 23 millones en el hatillo, lo que para cualquier mortal resolvería de un plumazo la vida de unas cuantas generaciones posteriores, pero esa mareante cifra no logra ocultar del todo otra realidad que se ha trasladado de los despachos a los pasillos. Porque el de Isla es un final empañado por diferencias nada disimuladas, como sucedió con José María Castellano en su día, aunque el detonante fue bien distinto.

De lo abrupto de la transición en Arteixo da cuenta el calendario: la multinacional cambió el contrato de Isla dos semanas después de anunciar su dimisión, en diciembre, y elevó a 19,7 millones la compensación que impide que fiche por una empresa rival, por la competencia; el presidente saliente no firmó la modificación de ese contrato, sustancialmente mejorado en cuanto a importe sobre el que tenía, hasta este martes, un día antes de presentar sus últimas cuentas. A la cita llegó como se va, con cierta amargura, por no ser el final imaginado.

Todos los ejecutivos que ficha Amancio Ortega para Arteixo fijan su residencia en A Coruña. Es una norma. Y trabajan en exclusiva para Inditex. Solo a Pablo Isla se le permitió alternar el cargo con el consejo de Telefónica. Ahora, en plena transición en la multinacional, el ejecutivo se incorpora al patronato de la Fundación La Caixa, principal accionista de Caixabank a través de Criteria. También ha renovado el cargo por otros cuatro años más su presidente. Isidre Fainé, que peina 79 años, no es eterno. Evidente. Y Pablo Isla, claro, lo sabe.

Juan Manuel Vieites: Un tsunami que pone en jaque a la empresa gallega

TODA una encrucijada en la que se encuentran ahora mismo grandes y medianas empresas gallegas, situación que se complica para las que cuentan con un único centro de producción. Y es que el bloqueo y la revuelta de los transportistas, que poco tiene que ver con una huelga al uso, han puesto contra las cuerdas a una buena parte del PIB de este país. Juan Manuel Vieites apuesta por el corto plazo y pide medidas inmediatas. El presidente de la patronal, que también lidera la conserva, se rodea de constructores, armadores y metalúrgicos. Lo que piden en un parche para aplacar una escalada de precios que no solo se arregla bajando impuestos. Hace falta estrategia. Y cambios a medio plazo. Y paz y no guerra.

Magín Alfredo Froiz: Adiós al estratega que había tras el gran empresario

NO era solamente el tercero en discordia de la distribución alimentaria en Galicia. Magín Alfredo Froiz era algo más. Y sus rivales, Gadisa y Vegalsa, lo sabían muy bien. Detrás de un carácter abierto y cercano, como se ha glosado estos días, emergía un empresario que tomó decisiones y se adelantó a sus competidores, fueran gallegos o nacionales. Y acertó. Hoy Froiz está presente en Madrid, con una red consolidada.

Y fue el primero entre los gallegos en desembarcar en Portugal. Mercadona, años después, calcaría la expansión diseñada por Froiz en el mercado luso. Son dos botones que muestran que también ha fallecido un empresario que fue estratega desde Poio, y logró crear un gran grupo con humildad.

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