Blog | Zona Franca

Una era en números

El balance de trece años que deja Feijóo es el de una Galicia más internacionalizada, pero más despoblada: 100.00 habitantes menos
Alberto Núñez Feijóo. SEBAS SENANDE
photo_camera Alberto Núñez Feijóo. SEBAS SENANDE

POR PRIMERA vez en San Caetano como presidente de la Xunta son seis las entidades financieras (cajas y bancos) con su sede social en Galicia que conviven en maltrecha competencia. Un año después toca la fusión de Caixa Galicia y Caixanova, antesala de todo un gran fiasco financiero. Otro año más y en 2011 llega la absorción del Pastor por el Popular. Y así, operación por año, caerían después el Etcheverría en manos de Banesco y el Banco Gallego en las del Sabadell. Irreconocible la banca en Galicia en estos años.

Ahora que toca la mudanza en San Caetano, con un relevo todavía con cierto suspense, es momento de balances, siempre relativos. Porque si es bien cierto que en estos trece años de era Feijóo ha habido cambios más que sustanciales, caso de bancos y cajas, no lo es menos que otros rasgos de la economía gallega poco han variado. Es el caso de la estructura productiva si se atiende a los sectores tradicionales.

Bastaron diez años de crisis, la que llegó hasta 2018, para comprobar una mutación de cierto alcance más allá del derrumbe de la construcción. Y es que el sector servicios aumenta su importancia relativa en el Valor Añadido Bruto de Galicia, que llega a superar el 68%, más de cinco puntos por encima del registrado al comienzo de la crisis, es decir, un año antes de las primeras elecciones que gana Feijóo. Este incremento se muestra de manera más significativa en sectores tradicionales y maduros como el comercio, transporte y hostelería o la administración pública y las actividades inmobiliarias. Lo dice el Foro Económico de Galicia en uno de sus análisis.

Transitar por una crisis con dos recesiones como pocas se recuerdan, y rematar con el colpaso generado por la pandemia, hace que la gestión económica de Núñez Feijóo en estos años presente rasgos que la hacen difícilmente comparable con sus predecesores. Tan evidente es esa realidad como que hay luces y sombras a lo largo de estos trece años. Galicia perdió algo más de 100.000 habitantes desde 2009, año en el que Feijóo llega a la Xunta. Tenía entonces 2,79 millones de habitantes censados, frente a los 2,69 millones de cierre de 2021, según el Instituto Galego de Estatística.

El declive demográfico, la pérdida de población activa y una baja tasa de actividad lo condicionan todo. Incluso la riqueza relativa. Cuando Feijóo llegó a la Xunta, el PIB per cápita se situaba en los 17.667 euros en Galicia, según los datos del INE. A cierre de 2020, esta cifra se había elevado a 21.903 euros por persona y año, a distancia de la media española, de 25.410 euros. Una de las consecuencias de la crisis fue que rompió el proceso de convergencia.

¿Y el paro? ¿Cómo ha sido la evolución? Pues en 2009, cuando la crisis financiera ya estaba instalada en España, la tasa de paro en Galicia se situaba en el 9,6%, por debajo del 11% con el que cerró 2021. Sin embargo, si se miran los términos absolutos, en este caso a través del paro registrado, los datos dicen que el número de parados a cierre de 2021 era de 152.584 personas, cuando en 2009 se situaba en 222.839. El primer año de Feijóo en San Caetano el incremento fue de 32.936 desempleados registrados, con un aumento del 17,3% en relación con 2008, lo que da idea de la virulencia de la irrupción de esa primera crisis.

Entre los grandes rasgos que cincelan el cambio en la economía gallega en estos años está el proceso de internacionalización y el gran avance del saldo comercial positivo con terceros países. El de las exportaciones llegó a convertirse en un "dato refugio" cuando venían mal dadas. Pero es cierto que Galicia ha escalado y es hoy en día una de las economías más abiertas. En estos trece años las exportaciones se han disparado, desde los 15.700 millones de 2009 a los cerca de 25.000 millones.

Feijóo se despide con una Galicia que, en resumen, vuelve a la casilla de salida tras largos años de crisis, en los que ha tenido que gestionar un presupuesto menguante por primera vez, sin renunciar a ajustes para cumplir con el déficit público. Eso era, parece, lo que tocaba.

Comentarios