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Una estrategia para Galicia

El nuevo plan 2015-2020, más participativo, requiere un balance serio del anterior programa


Galicia y su economía necesitan una trama. Una línea argumental. Un hilo conductor. Un libreto a prueba de improvisaciones. Este 2016 que ahora arranca traerá consigo giros inesperados, de esos que se producen cada cuatro años en forma de convocatorias electorales, que en esta ocasión será una de las más abiertas de cuantas se recuerdan en Galicia. Sin embargo, el guión para los próximos años está a punto de ver la luz y llegar al Parlamento para su tramitación y debate. Se trata del Plan Estratéxico 2015-2020. Cuando se reanude el período de sesiones en O Hórreo, este mismo mes, tendremos la oportunidad de conocer su detalle. Y, de paso, será el momento de comprobar si nuestra clase política está por la labor de dejar a un lado las soflamas partidistas y tomarse en serio una iniciativa coral, en la que han participado muchas voces.

Resulta difícil asumir que así será, precisamente por este año electoral que ahora comienza en Galicia. Sin embargo, aunque solamente sea por la solvencia de los integrantes de su comité asesor (Antonio Abril, secretario del consejo de Inditex; los empresarios Roberto Tojeiro y Manuel Gómez-Franqueira, y los catedráticos Antón Costas, Santiago Lago y Luis Caramés, entre otros) conviene analizar los mimbres que conforman esa cesta que es el Plan Estratéxico 2015-2020. Para empezar, dónde estamos. El diseño de futuro del plan parte de un análisis básico, aunque muy completo, que los economistas abrevian bajo el acrónimo de DAFO.

Las debilidades, las amenazas, las fortalezas y las oportunidades tienen su sitio en ese diagnóstico. Sin duda, sobresalen los puntos débiles sobre los fuertes, y estos a a su vez son más interpretables y pueden concitar más debate. Por ejemplo, señala como una fortaleza de la economía gallega lo que define como un «marco regulador de las relaciones laborales modernizado», en clara referencia a la constante reforma del mercado de trabajo impulsada por el equipo de Mariano Rajoy. Determinadas actuaciones llevadas a cabo por la Xunta (planes de movilidad, industriales, de internacionalización), incluidos en el diagnóstico, se podrían calificar de fortalezas cuestionables, por la sencilla razón de que son programas en ejecución y todavía no presentan resultados cuantificables.

¿Y cuáles son las oportunidades que Galicia tiene ante sí y debe aprovechar en los próximos años? Pues para subirnos al tren del crecimiento será clave, dice el análisis DAFO, el correcto aprovechamiento del nuevo período de fondos comunitarios (2014-2020) y la importancia que otorga al I+D como motor de desarollo regional. El imprescindible aprovechamiento industrial de recursos hasta ahora con poco valor añadido, caso de sectores como el lácteo o el monte y la madera, representan la otras grandes avenidas que debe recorrer la economía gallega. A ello se añaden nuevos mercados alimentarios que demandan marcas de calidad, diferenciadas y productos ecológicos. El potencial energético, el mercado exterior y la puesta en valor de las nuevas infraestructuras portuarias completan el grueso de las ventanas de oportunidad que Galicia tiene ante sí para crecer, según el análisis. Si nos detenemos en el bienestar y la cohesión social, el uso de la tecnología en la asistencia médica y geriátrica, con una población irremediablemente envejecida, abre también un campo de oportunidades. Otro tanto sucede con la regeneración de los contornos urbanos y rurales física y socialmente degradados.

El desarollo de la biomasa como método de fijación de población en zonas rurales es otra variable a tener en cuenta si Galicia quiere tomarse en serio su futuro. Tres cuartos de lo mismo para el medio ambiente y la conservación del patrimonio, piezas clave para armar una oferta turística que será otro pilar de crecimiento, sobre todo si miramos a los países emergentes. Expuesto el mosaico de posibilidades, sería de agradecer que, al tiempo que se presenta el nuevo plan en el Parlamento, en este caso el del período comprendido entre 2015 y 2020, se hiciera un balance serio de los resultados del anterior, desarrollado entre 2010 y 2014. De lo contrario, la pérdida de credibilidad sería proporcional al esfuerzo en proyectar un nuevo rumbo para la economía gallega.

La ocasión es de oro. Sin estrategia caminamos sin rumbo, al albur de la coyuntura, sin objetivos que alcanzar, sin una meta que nos incentive y discipline. Lo anterior es válido para los individuos, las familias, las empresas, los partidos y, por supuesto, los gobiernos. Lo dice Santiago Lago, uno de los miembros del comité asesor del plan. ¿Le harán caso o nos quedaremos en la mera escenografía?


Algo se mueve en las gasolineras gallegas

¿Un destacado empresario lácteo que controla una boyante y muy rentable red de gasolineras? Pues tampoco es tan raro. Sin salir de Lugo tenemos el ejemplo de Jesús Lence, el propetario de Leche Río. ¿Y si lo hiciese un magnate del juego? ¿O el grupo que controla todas las ITV repartidas por la geografía gallega? ¿Y qué tal si el mercado minorista de los carburantes es la nueva aspiración del primer grupo autóctono de distribución alimentaria? Pues todo eso y más está sucediendo en Galicia. Y en silencio. En cierta medida derivado del plan de choque activado por la Xunta para fomentar la entrada de nuevos operadores en el sector, y propiciar una caída de precios, muy notables grupos empresariales de capital gallego comienzan a desembarcar en el negocio de las gasolineras.

Es el caso de José Collazo y Comar, compañía propietaria del Atlántico y unos cuantos casinos más. Más ambiciosos, aunque con cierto tiento, son los planes de Fomento de Iniciativas, de Amador de Castro y Epifanio Campo, que controla las ITV y firmas como Sogarisa o Abeconsa. En alianza con el grupo Petronieves, con sede en Cataluña pero fundado por dos ourensanos y con cincuenta estaciones, el objetivo de Fomento de Iniciativas es lograr un grupo con presencia en toda la comunidad a través de la firma Comercializadora Gallega de Carburantes. Y, desde Betanzos, Roberto Tojeiro y Gadisa comienzan a moverse.

De momento, la estrategia pasa por introducir su marca Claudio Express en la red de la firma compostelana Galuresa. Ya van franquicias en unas veinte estaciones, pero habrá sorpresas en breve. Jesús Lence no está solo.

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