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La memoria que borra la historia

Antonio Rosón fue en su trayectoria política "hijo de todos sus tiempos"

SEÑOR DIRECTOR:

"El Parlamento Gallego dedica una sala a un falangista". Leído así un titular principal sorprende. Pensé si se la habrían dedicado a Jesús Suevos, fundador de la Falange gallega. Busqué quién había perdido los papeles. Le habían volado al periodismo. Los hechos se limitan a que una sala llevará el nombre de Antonio Rosón, que fue primer presidente del Parlamento del Galicia. Suma además el hecho histórico de haber sido primer presidente de la Xunta de Galicia, preautonómico y todo lo que se quiera pero primer presidente de un Gobierno gallego. Algún titular riega gasolina, la sala se la dedican a quien "declaró la guerra a la República en Lugo". Es munición. Por internet encontrará usted alguna «lección» de periodismo informativo, interpretativo y opinativo que un servidor no había recibido en los años de estudiante ni recuerda haber tropezado con algo así en más de medio siglo de ejercicio de profesión. Aquí le queda el titular para la misma noticia: "Feijóo ensalza a un falangista en el Parlamento de Galicia".

Supongo qumx 2e valoraciones semejantes serán aplicables al voto de los ciudadanos que eligieron a Antonio Rosón como diputado y a los miembros del Parlamento democrático que el 19 de diciembre de 1981 lo votaron como presidente de la Cámara. Imagínese usted: "Los electores ensalzan a un falangista" o "La sesión constitutiva del primer Parlamento de Galicia encumbra a un falangista". La condición en su momento de falangista o sus innegables vinculaciones con el franquismo no fue lo que votaron los ciudadanos ni los diputados que le colocaron al frente de la Cámara. El falangismo y los nostálgicos del franquismo -el búnker- iban a cara descubierta a las elecciones. Creo además que el franquismo de Rosón quedaba entonces muy atrás. El que yo conocí en aquellos años no respiraba falangismo por ningún lado. Esto no supone negar que fue "hijo de todos sus tiempos", como gráficamente recordó una sobrina suya al recoger la medalla que el Parlamento le concedió a título póstumo.

La sala se la dedican por un hecho histórico: primer presidente del primer Parlamento de Galicia. Accede democráticamente. Hay que subrayar necesariamente primer. Esto es historia. Hubo quienes se situaron entonces fuera del proceso de la Transición, son notas a pie de página.

A favor de dar el nombre de Rosón a una sala votó el PP, el PSOE se abstuvo y el BNG votó en contra. ¿Fue o no democráticamente elegido el primer presidente del Parlamento de Galicia? Por eso me sorprende la abstención del PSOE, pero no por no haber votado en contra. Del BNG no puedo decirle que me sorprenda. Esta polémica apunta a rutas que, por los riesgos a los que conducen, se daban por cerradas.

Un portavoz de Podemos, que por cierto ya no tiene representación en la Cámara, afirmó que la Ley de la Memoria Histórica hace ilegal la decisión. Si fuese así, habría que activar las alarmas. Sería depuración con efecto retroactivo. ¿No se puede recordar la figura del primer presidente del Parlamento y primer presidente de un Gobierno gallego? No veo que la honra y dignificación de las víctimas del franquismo, y de todas las víctimas de la contienda civil, implique borrar de la historia al primer presidente del Parlamento que tuvo Galicia. Cómo encaja en las libertades. ¿Se expurgará su nombre y ocultará el hecho histórico a los escolares gallegos? ¿Se les dirá que los gallegos de 1981 votaban falangistas? Esos iban con sus siglas.

Varios rosones


Antonio Rosón tiene pasado franquista pero también protagonismo en su desmantelamiento, la reconstrucción democrática, el Estatuto y las instituciones autonómicas. Como testigo periodístico directo de aquellos años le aseguro que tuvo un destacado y significado papel en el objetivo de la autonomía de Galicia -Estatuto dos 16- y frente a los «recortes ejemplarizantes» que el centralismo pretendía aplicar con Galicia, tras haber resuelto los estatutos de Cataluña y Euskadi. Ahí se acababa el problema territorial. Pretendían. En ese objetivo de recortes lo sustituyeron en la presidencia de la Xunta preautonómica por José Quiroga, alguien sin tendencias autonomistas ni influencias galleguistas como las que veían en Rosón. Cómo se comportaron realmente los otros barones de la UCD gallega, tampoco creo que esté contado aunque algunos se hayan colgado medallas autonomistas.

Este país es el que es, con franquismo, oposición al mismo y transición a la democracia, negociada, pactada o como se califique. Algunas comparaciones con otros tránsitos a las libertades olvidan un detalle: el dictador en España murió en la cama. El nazismo en Alemania, el fascismo en Italia, la Francia colaboracionista o la dictadura en Portugal caen derrotados. Aquí, muerto el dictador, el sistema democrático en el que vivimos lo posibilitaron la oposición antifranquista y los «aperturistas» del régimen. Sería borrar la historia negar a Adolfo Suárez, último secretario general del Movimiento Nacional -el partido único- o a Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista, de una contribución fundamental y extraordinaria para hacer posible la homologación de España con las democracias liberales y asentar las condiciones de convivencia que superasen la división entre vencedores y vencidos. Dudo ya si ahora es lo mismo.

No me sorprendería, señor director, que el siguiente paso sea prohibir la difusión de las imágenes de dignidad y valentía de Adolfo Suárez y del general Gutiérrez Mellado ante los golpistas armados en el Congreso.

Cuando se inician en Madrid las negociaciones para la preautonomía de Galicia y cuando Rosón ocupa la presidencia de la Xunta preautonómica, un servidor cubría la actualidad política relacionada con Galicia y ejercía de cronista desde la capital. Luego lo hice ya en Galicia en las primeras elecciones al Parlamento y estuve en la histórica sesión constitutiva en el Palacio de Gelmírez y en la toma de posesión de Fernández Albor en Bonaval. Le recuerdo esta memoria personal por las prevenciones que nos suscitaba un político de larga trayectoria en el franquismo e importantes cargos con la dictadura en la provincia de Lugo. La publicación de un reportaje en el semanario Interviú, que acusaba a la familia Rosón de delitos de sangre en la represión franquista, trajo más interrogantes. Ramón Piñeiro, una víctima del franquismo, me los aclaró: Antonio Rosón eran un barón provincial de la UCD, que contaba con competidores y también enemigos dentro del propio partido. La UCD era un recurso estratégico de aperturistas del régimen y franquistas reconvertidos. Rosón no era la caricatura caciquil que pintaban quienes pretendieron desacreditarlo ni se correspondía con la imagen de «las injurias», según la sentencia condenatoria del Supremo, en el reportaje de Interviú. Algunos de los nombres que daba por ejecutados en el 36, estaban vivos cuando se publicó el reportaje.

Pero sobre todo, Piñeiro me contó que cuando él salió de la cárcel franquista Rosón supo y quiso demostrarle su apoyo con gestos bien visibles ante la sociedad lucense.

De usted, s.s.s.

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