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Agua y silencio en Mezonzo

En una sobremesa calurosa, en la Ferrería pontevedresa, Rodrigo Cota colocó a San Pedro de Mezonzo sobre la mesa. La camarera nos observaba a Miguel Ángel Rodríguez y a mí. Hacia Cota miraba con devoción y admiración cuando este entonaba solemne la Salve Regina Mater. Tal era la autenticidad de Cota que empezó a oler a incienso en la Ferrería y se acercaba un sonido de roce de ropajes litúrgicos bordados en oro. 

La Salve, así en latín, es bonita. Es solemne. Conmueve. Debería sonar, al menos cada sábado, en el monasterio de Sobrado. Allí fue abad un gallego santo que es el autor. Primero ingresó en el monasterio de Mezonzo, que lo absorbió Sobrado. Sucedía entonces con los monasterios algo así como acontece ahora con la fusión de los bancos. 

San Pedro de Mezonzo forma parte de aquel mundo de infancia. Chacente, cuatro casas, parroquia de Santalla, concello de Curtis

Si cada tarde de sábado el canto de la Salve subiese al cielo en Sobrado los gallegos deberíamos ir a escucharlo, como los catalanes van a Montserrat a entonar El Virolai. Deberíamos empezar por visitar ya Mezonzo (Vilasantar), su iglesia románica y el impresionante paisaje que la rodea. Allí, en un patio lateral, cae permanente un solemne chorro de agua en un gran pilón de piedra, una sola pieza. Servía de abrevadero para el ganado cuando se recogía en la anochecida. La luz del atardecer, que se extiende más allá del valle, es una prolongación al infinito de la iglesia y de aquel espacio numénico. El silencio en el que se integra el sonido del agua sobre el pilón invita a permanecer allí, en la quietud y en la paz. Tengo apuntado en la agenda volver a Mezonzo en un atardecer. Aquí sentí la fuerza de la vida. Lástima que el gregoriano no llegue desde el suelo entre la hierba del campo que rodea la iglesia. La música aquí es paisaje. 

Cota hizo, con respeto y admiración, la presentación del santo y la entonación de la Salve Regina. Puro existencialismo en la letra. La inspiración procedía de la empatía con el sentimiento sincero del humano contenido de desesperanza del cántico y de la decidida apuesta de Cota para que los gallegos los exhibamos con orgullo: al santo y a la Salve Regina. Tiene razón. Al clima religioso contribuía un fresco licor de hierbas que nos servía aquella camarera, más bien una peregrina devota ante Cota. 

Este fin de semana Cota trajo a San Pedro de Mezonzo al periódico. Lo quiere hacer de A Estrada. Protesto. Cualquier día Rafa Cabeleira se lo lleva a Poio y lo mete en el armario oculto en el que tienen a Colón. El santo pertenece a las tierras de mi infancia y a las verdades y leyendas que me transmitieron cuando fallaba la luz eléctrica, cuando había todo el tiempo para contar e imaginar porque no había ordenador ni televisión.

San Pedro de Mezonzo forma parte de aquel mundo de infancia. Chacente, cuatro casas, parroquia de Santalla, concello de Curtis. Allí sigue, al pie de una estrecha carretera. Condado de Présaras.

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