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Ellas leen

Galicia está por debajo de la media española en lectura y compra de libros

Señor director:

El espacio para una biblioteca no figura ni en los pisos que muestran para la venta ni se contempla por el arquitecto o el promotor a la hora de ocuparse de los planos para una casa. La observación, creo recordar, la contaba el doctor Domingo García Sabell. Nunca faltará, sin embargo, la entronización del televisor en el salón ni las tomas de antena en el dormitorio que, en principio, parecería destinado al descanso y para cumplir con un mandamiento del Génesis -creced y multiplicaos- o, en todo caso, para escenario de algún esparcimiento propio de la naturaleza.

Le escribo después de ver algunos datos sobre Galicia en la encuesta sobre hábitos de lectura y compra de libros en España en 2019. Probablemente a usted y a mí algunos nos sorprenden. Descubro además estos días que el libro Un lector (Siruela), que ofrece una selección significativa de la obra de George Steiner, sale al mercado con una tirada de 5.000 ejemplares. Así figura en la página cuatro. Imaginaba cifras superiores en las ediciones. Parece ser que la realidad se parece a esa cifra. Lo descubierto sobre Galicia en la encuesta de los hábitos de lectura y el dato del libro de Steiner me llevó a buscar, sin éxito, cifras de tirada y venta en gallego. Quizás fue mi impericia en internet o quizás las carencias reales de información. Queda interpretar como indicativo que las ayudas de la Xunta a la edición y comercialización de libros pidiesen el pasado año (DOG de 05.08.2020) una tirada mínima de 500 ejemplares que se reducía a 250 en poesía, teatro y ensayo.

Avances


Empiezo, si le parece, con los datos positivos: el 95,5% de la población en España afirma ser lectora de algún tipo de material en cualquier formato, al menos una vez al trimestre. Un 68,5% de la población lo es de libros. Crecen los lectores habituales, con una media de doce títulos al año. Los compradores de libros (62,6%), se incrementan un 11,6% más sobre el año anterior. Lideran las mujeres en libros, revistas y redes sociales. Hay un dato curioso, a partir de los 65 años la diferencia por sexos queda reducida a un 0,1%, cuando en el tramo anterior por edades es del 29,1% a favor de las mujeres. Aunque aumenta la compra de libros por internet (19%) y crece el ratio de lectura de algún tipo en soporte digital -un 8% es únicamente lector digital-, sin embargo las librerías continúan como lugar habitual de adquisición para el 67,5%. Y para quienes mantenemos la adicción al tacto y al olor del papel es, a gran distancia, el que encabeza ventas y soporte de lectura.

Celebremos que la lectura de periódicos se sitúe en un 75,6% entre los hombres y un 67,3% entre las mujeres. Ellas superan en las revistas -más de diez puntos-, redes o libros. Alcemos las copas como miembros de este oficio periodístico, tan viejo como el conocido como más viejo del mundo.

Campo de minas en Galicia


Lo que realmente quería apuntarle son algunos datos que me parecen significativos sobre Galicia. Supongo que se están comentando y estudiando entre los responsables de las políticas culturales y lingüísticas y el llamado mundo de la cultura. Habrá alarma. La primera cuestión es la posición que ocupa Galicia en lectores de libros en tiempo libre (59,6%) frente a la media española (62,2%), Madrid (72,85%) o al País Vasco y Navarra por encima del 65%. Los gallegos estamos más de tres puntos por debajo de la media entre los compradores de libros: 47,1 % frente al 50,4% de media, aunque por encima en el número de ejemplares.

Vayamos ya a la lengua, a las preferencias idiomáticas de los lectores. Entramos en un asunto en el que domina la pasión más que la razón, tanto por quienes niegan la realidad del idioma propio y no le ven valor, como por quienes desprecian la finezza en política de normalización lingüística y convirtieron en arma partidaria la lengua. Los datos son datos y a partir de los mismos, si se buscan resultados y no ruido, deberían elaborarse las políticas y sus estrategias, sin victimismos ni persecuciones ni en nombre del gallego ni del bilingüismo.

Veo activada la alerta en la respuesta a la pregunta "si pudiera elegir, ¿en qué idioma preferiría leer?". Solo un 3,6% expresa su preferencia por el gallego. Resulta que el 93,7% opta por el castellano para los libros, sube al 95,2% para la prensa y al 96,4% para las webs, blogs... No es problema, salvo para un 2,4%, la dificultad para leerlo. ¿Es esta la cosecha que deja la presencia del gallego en la enseñanza? Solo un 5,1% de los encuestados en Galicia declara que el último libro que leyó estaba escrito en gallego, por debajo de lo que sucede en el País Vasco con el euskera (5,8%) y, por descontado, en Cataluña (28,5%). Además de otras explicaciones, ¿no tendrán algo que ver las traducciones de novedades? Algo más de un 25% asegura que no leyó el último libro en gallego por no existir en este idioma. Coincidiremos usted y yo en que debería tratarse de ganar lectores y no de argallar. El número de títulos editados sin lectores, a qué sirve.

La opción elegida entre los lectores gallegos es el castellano: el 95,2% para el caso de la prensa ; el 93,7 % para los libros; y el 96,4% para internet

Yoga, de Carrère, acaba de salir en la traducción castellana, al tiempo aparece en catalán. Algo habitual en Cataluña. Como habrá observado usted en Portugal que la oferta en librerías de novedades en inglés o francés no es extraordinaria como sucede aquí, o que las traducciones al portugués de autores y obras de éxito o actualidad se adelantan a veces a la aparición en español. Las barreras tradicionales con Portugal, que nos cierran posibilidades de todo tipo, se reflejan en la ausencia del libro portugués aquí. La barrera evita igualmente que se facilite desde la escuela la lectura en portugués. Todos somos cómplices por el silencio ante los cotos cerrados y la estupidez.

El eficiente Román Rodríguez, uno de los activos más importantes en el Gobierno del señor Feijóo y en el PP de Galicia, conoce perfectamente el campo minado por el que ha de moverse un conselleiro de Cultura. Sin invitarle a que le lancen toda la munición, se le puede proponer que agite un poco el área acotada del libro y la cultura gallega -cierre de algunos grifos- para que sea eficaz la medicina que mantenga y recupere en la normalidad y el futuro la lengua propia y su expresión en la cultura.

En el campo periodístico lo hace espléndidamente Santiago Jaureguizar cada domingo, aquí al lado, en la última de Táboa Redonda. Faltan más.

Pero activar alguna mina, siempre con mando a distancia, podría despertar de ciertas ensoñaciones. Ya sé que existe el riesgo de que le suban a uno al cadalso público para ser linchado o silenciado.

De usted, s.s.s.

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