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Frentes y víctimas en el 5 de abril

A Núñez Feijóo le acompañaría igualmente la razón frente a Casado aunque no renovase en las Opiniones elecciones como presidente de la Xunta 
 
MARUXA
photo_camera MARUXA

SEÑOR DIRECTOR: 
Hay múltiples frentes abiertos el 5-A en las elecciones gallegas. Apuntemos algunos. No es solo Núñez Feijóo el que se la juega políticamente en esas elecciones: necesita la mayoría absoluta para gobernar y para presentarse ante Casado y los suyos. También el candidato socialista probablemente no tenga una segunda oportunidad si los resultados no lo confirman como alternativa real de poder al PP. Suma otro riesgo Gonzalo Caballero, que la candidatura de Ana Pontón con el BNG aparezca ese día como una nueva sorpresa para el socialista. 

El líder español del PP, con una estrategia confrontada con el presidente gallego, notará más inestable su silla si Feijóo continúa al frente de la Xunta, si repite una vez más el objetivo de la mayoría absoluta. La apuesta por un espacio propio en la moderación y el autonomismo, Feijóo lo ha impuesto en Galicia frente a esa "derecha sin complejos", que atiza una crispación que la ciudadanía gallega valora negativamente, con datos del CIS, sin cocina. Una derecha, la de Casado como la de Abascal, no entiende que la identidad como gallegos sea la forma de ser españoles. Está en el CIS: se siente solo español, 1% de los gallegos; tan español como gallego el 64,9%, y más gallego que español el 23,7%. Este porcentaje de autoidentificación es el mayor de todas las autonomías españolas. Es, en definitiva, ir de lo concreto a lo universal. 

Y en la concepción del Estado, la forma de entender España, los gallegos están mayoritariamente a favor de la autonomía (57,2%) e incluso un 17% quiere más profundización en esa vía, frente a un 10,3% que admite recortes. El centralismo solo cuenta con un 6,7% de apoyos.

Lastre
Si para los resultados de Feijóo representa un riesgo que Casado y sus allegados aterricen por Galicia durante la campaña, puede sucederle lo mismo a Caballero con el despliegue de ministros. Pese a que la presencia de Sánchez en la Moncloa soplaba a favor del PSOE en Galicia, hay un efecto negativo en la gestión del Gobierno con Galicia. Aunque haya tiempo para un milagro en el Consejo de Ministros y para que el delegado del Gobierno, señor Losada, lo multiplique como los panes y los pecesm el alineamiento del PSdeG con el Gobierno y Ferraz en asuntos que dejan mal a Galicia alimenta la tesis de Ana Pontón en su estrategia diferenciadora en el todos contra Feijóo.

Galicia es un castillo a tomar: el presidente del Gobierno está implicado en la caída del tradicional reducto de la derecha en España. Pero hasta ahora no le facilita armas al candidato socialista. No lograr el objetivo sería un aviso a la marcha triunfal por España de Sánchez y sus ministros. Finalmente, es el rumbo de la derecha española el que tiene una cita el 5-A en Galicia, también en el País Vasco tras la actuación que llevó a cabo la dirección de Casado desde Génova, que provocó la coherente retirada de Alfonso Alonso. Los resultados pueden confirmar o reventar la vía Casado y la derecha dura.

Muro de contención
¿Unificación de las tres siglas de la derecha o afirmación ideológica del PP en postulados claramente limitados hacia el centro y excluyentes? Más hacia la derecha y regreso al centralismo, el autonomismo se interpreta como una concesión a los nacionalismos y no una forma de entender España. Esas fueron las críticas a Alfonso Alonso. Sospecho que la posición que adopta el PP en Madrid responde a convicciones ideológicas —Abascal es uno de los nuestros, dijo Iturgaiz como saludo al resucitarlo como candidato— más que a una estrategia de unificación-absorción, como las que practicó Fraga con todas las derechas y algunos intrigantes. Se diluyeron en AP. 

Esta ruta del PP de Pablo Casado ha encontrado en Galicia un muro de contención en Alberto Núñez Feijóo. La operación Casado en el País Vasco, de ordeno y mando desde Madrid sobre una organización territorial, 1) muestra la peor imagen del funcionamiento de los partidos y 2) resucita una estrategia frentista que se demostró ya allí fallida. Con Mayor Oreja (PP) y Redondo Terreros (PSOE) el frentismo antinacionalista logró los efectos contrarios a los pretendidos: 1) aglutinó al nacionalismo como reacción, 2) generó la percepción negativa ante el electorado de invasión por la presencia de ministros, políticos y medios madrileños y 3) dejó en pañales al socialismo, que vio como sus votos huían.  

Aplicar esa estrategia en Galicia, como lo pretendieron desde Madrid y que el poder territorial de Feijóo impidió, sería un suicidio para el PP gallego. Un candidato que no suma simpatías e incrementa el rechazo entre los competidores está condenado al fracaso, según los manuales electorales.

No verse en el espejo
Si usted examina por encima los datos en bruto, sin cocina alguna, del último barómetro del Cis, el de febrero, constata fácilmente que para el PP en Galicia es obligado el discurso Feijoo. La dirección inversa a la de la portavoz de Casado. El electorado le atribuye al PP y a Casado unas posiciones ideológicas que no se corresponden, ni de lejos, con la autoposición que declara el votante en el arco derecha-izquierda. Casado tiene como una urgencia la asignatura de moderarse. Al líder nacional del PP los electores gallegos no lo ven centrado. Lo sitúan, con diferencia, más hacia el extremo de la derecha que hacia el centro. Por el contrario, el retrato que de sí mismo dan los electores gallegos se mueve en lo que podríamos definir como un centro amplio, más hacia el centro-izquierda (47,4%) que a esa derecha de Casado. El discurso de Feijóo va en la línea mayoritaria de su potencial electorado, responde más a la imagen que de sí mismo tiene el votante del centro-derecha gallego mientras que la línea de Casado y los suyos se aleja. Ni el líder nacional ni su posición hacia los extremos de la derecha suma simpatía entre los suyos en Galicia. Ya sé que si finalmente el candidato gallego no lograse la mayoría absoluta, y no gobernase, los poderes y estrategas de su partido en Madrid caerían inmediatamente sobre él para mandarlo a galeras o al reino de las tinieblas. Pero incluso en ese supuesto, que no revalidase como presidente de la Xunta, Feijoo continuaría estando acertado en su discurso, en su línea de campaña. Y Pablo Casado, sus voceros y mariachis mediáticos madrileños continuarían en el error. Uno de los mayores hándicaps de Feijóo en esta campaña hasta el 5 de abril radica probablemente en la corriente inversa que para el éxito popular en Galicia representa el PP en Madrid. 

De usted, s.s.s.