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Tiempo habrá para sentar cabeza

Peyró, brillante y culto, ofrece el dietario desde Madrid de unos años recientes

SEÑOR DIRECTOR:

El ejercicio del sentido del humor es saludable. El disfrute para el lector está asegurado si contiene alguna que otra pulla sobre o contra figurones, está salpicado con alguna ocurrencia desmitificadora, sin alcanzar la frontera del cinismo, y si se expresa con elegancia. Le voy a hablar de algo así, envuelto en una escritura brillante. Creo que es un buen ejemplo y continuidad de grandes nombres. Lo tiene usted en "Ya sentarás cabeza" (Libros del Asteroide), de Ignacio Peyró. El subtítulo de "Cuando fuimos periodistas" hace referencia al mundo por el que se mueve el autor, de periódico, ejercicio de negro para políticos, el escritor que va a abrirse camino, excelentes y regulares restaurantes y las mejores y las no tan buenas barras madrileñas. Es el testimonio personal de los años que ocupa este ejercicio de buena literatura (2006-2011). Es agudo. Observa y sentencia. No le diré yo si estas casi seiscientas páginas son un dietario, un diario o una autobiografía. La diferenciación teórica es para especialistas en el sexo de los ángeles.

Batiburrillo


Según los entendidos, "El cuaderno gris", esa obra maestra de Josep Pla, es un dietario. André Gide nos dejó un diario, "Journal", así lo titula La Pléiade en una versión que se declara como completa. Miguel Torga, el trasmontano que se sentía gallego y castellano, es un diarista, "Diário", en muchos tomos. Le confieso y que quede entre usted y yo que aunque lo intenté nunca logré que me abriesen el apetito. Los testimonios vitales de Ernest Jünger, como los tres tomos de "Pasados los setenta" (Tusquets), no sé si son solo diarios o también dietarios. Y aún nos quedaría la narrativa-novelística que se nutre de lo autobiográfico a veces con exhibicionismos de lo que hasta que llegaron las redes sociales nos parecía exclusiva intimidad muy personal. A mí qué me importa y aporta si Carrère, ante la imposibilidad de avanzar en lo que escribe, se pasó la tarde viendo pornografía.

Permítame que meta en este batiburrillo de diarios y dietarios algo más, como los libros de memorias o las autobiografías. Tomás Pérez Vidal, el expresidente del Parlamento que ahora cultiva un huerto en Ourense, me hace llegar "José Manuel Romay Beccaría. Vida y pensamiento político". Lleva prólogos de Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijoo. Por las aproximaciones que realicé en su texto, algunas amplias, el libro podría estar, en lo que es una impresión personal, más próximo a la autobiografía que a las memorias. Referente de biografía, por cierto, es la que Ignatieff le hizo a Isaiah Berlin, figura intelectual que Romay Becacaría conoce y deduzco que admira. A ver si se animan con su lectura, la de Berlin, los políticos de la derecha gallega.

En las memorias en las que el lector, no solo el autor, busca los ajustes de cuentas, hay auténticas delicias como las de Caballero Bonald en literatura o las de Miguel Herrero de Miñón en política. Diría algo semejante de las de Leopoldo Calvo Sotelo o la primera aportación de Alfonso Guerra. Las diferentes entregas que Manuel Fraga presentó son únicamente fondo para consulta de historiador.

Mientras la lectura de unas ocupan una tarde lluviosa de sábado y lamentamos que nos interrumpan para la cena, otras, al poco rato de iniciar la lectura, nos llevan a proponer salir a tomar chocolate con churros como un ejercicio pueblerino o de recuperación de esencias provincianas.

Diccionario sentimental


A Ignacio Peyró lo descubrí en "Pompa y circunstancia", una preciosidad de diccionario sentimental de la cultura inglesa. Me lo imaginé mayor y con largo recorrido vital. Me equivoqué. Me llevó al error esa forma de situarse ante la vida, el poso de la tolerancia de un conservador culto, a distancia sideral de la frivolidad y superficialidad del arquetipo de derecha madrileña, que ignora las lecturas liberales de Romay Beccaría. Luego descubrí que esa percepción de Ignacio Peyró como persona que acumulaba años por las lecturas, los saberes y la oportuna y justificada sátira que transmite la habían tenido más lectores. Era, es, joven. Acaba de cumplir los cuarenta. Está claro que aprovechó bien el tiempo tanto para disfrutar de la buena mesa, de las noches de Madrid como de la buena literatura.

Recuperó a Augusto Assía con las crónicas de la guerra desde Londres, "Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo" (Libros del Asteroide). Algo coherente para dos enamorados de lo británico. Para Assía (Felipe Fernández Armesto) la lluvia fina sobre Xanceda llegaba directa de Londres. "Probe, probe, xa verá como lle sabe a Londres"; allí en el exterior de la Casa Grande dejaba que el agua le mojase los labios. El diccionario sentimental de la cultura inglesa -"Pompa y circunstancia"- solo lo puede escribir un entusiasta como Peyró de aquella sociedad, usos y costumbres. Representa un gran trabajo de documentación e inmersión en la realidad del país. Algo así quiso adelantarnos Assía (Armesto) en "Los ingleses en su isla", que está cargado de encanto y conocimiento de la vida inglesa.

Hay que agradecerle al madrileño Ignacio Peyró esta recuperación del gallego Augusto Assía. El periodista que nació en A Mezquita se inició en El Pueblo Gallego, fue corresponsal toda su vida de La Vanguardia, y se retiró con las vacas y la bibloteca a Xanceda. Tiene pendiente una biografía a fondo, como testigo directo de casi todos los grandes momentos del pasado siglo. Y por las muchas vidas que vivió. Hasta fue el primer español en salir por televisión, se subió a un Zepelin y fue el primer europeo que entró en el palacio imperial de Japón.

Peyró, que desde una finca en Extremadura cruza fácilmente a Portugal, muestra también conocimiento profundo y cariño por la cultura portuguesa. "Las bibliotecas son el otro esplendor de Portugal: la Europa civilizada se remansa, meandros del Mondego, allá en Coimbra, y en el palacio-monasterio de Mafra".

Derecha capitalina


Este Ya sentarás cabeza, por el retrato que aporta de cierta derecha capitalina, es desde dentro y desde el distanciamiento de una "misantropía templada" una espléndida forma de conocer las carencias o flaquezas de la misma. Y aunque los nombres quedan casi siempre en iniciales es casi seguro que habrá quien tome la iniciativa de un club de afectados aunque no levanten la voz seguramente que le levantarán barreras al autor. Por eso, precisamente, hay valentía cuando se dicen estas cosas en el paso de la juventud a la edad adulta.

No tienen desperdicio, por cierto, los párrafos que le dedica a los pijos madrileños en Sanxenxo. Por extensión se puede aplicar a quienes los siguen e imitan como modelos en ese espacio confinado del verano gallego. Son una excelente muestra de su ironía y del acierto en la descripción o la fotografía social.

Cuando recuerda la revista Destino y sus colaboradores o a Juan Perucho muestra que desde la sensibilidad, el conocimiento y la cultura debería ser posible hacer España con y desde Cataluña, y desde las periferias.

De usted, s.s.s.

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