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La voz humana

UNA MUJER sentada a mi lado en el patio de butacas dijo al acabar esta ópera cantada en francés: "No he entendido nada pero me ha gustado". En eso consiste el arte, en disfrutar, en emocionar,aunque no se crucen los hilos de la comprensión. A mí me sucedió lo contrario: Entendí perfectamente la obra pero no me entusiasmó. Sin duda, prefiero no entender pero emocionarme. La voz humana es una obra de Jean Cocteau que narra la desesperación de una mujer en la última conversación telefónica con su ex pareja. El autor marcó un personaje que se mueve en escena con nerviosismo, que se quita la bata, que se la pone, que duda, que llora, que teme, que ríe. Es un texto soberbio que admite multitud de matices, todos los que tiene el desamor: esperanza, abatimiento, desolación, tristeza, odio, vacio, muerte. La voz humana fue escrita para Edith Piaf, pero ella no se atrevió a enfrentarse en soledad a este texto. Laura Alonso sí se ha atrevido y nos ha mostrado en Nel un personaje descafeinado con escasas emociones y movimientos. Las palabras del interlocutor invisible al otro lado del teléfono provocaban escaso efecto dramático en la cara de Nel. Ahí estaba, quizás, la clave. Conseguir que el espectador viera un tercer personaje a través de sus propios signos de emoción. Sin embargo detrás del teléfono había vacío. No se intuía un ser con palabras que herían.  

Tampoco ha tenido en cuenta al público al realizar acciones de espaldas a él sin estar justificadas. No hemos visto a la mujer desesperada quemando su último cartucho para salvar el amor. El texto le pedía gritar y encogerse de dolor pero no ha conseguido hacerlo. Hemos visto una tragedia lírica en donde se salva el diálogo entre la voz y el piano de James Bailleiu. Lo único que ha emocionado de la obra ha sido ese diálogo de notas y voz. 

A menudo hay empresas grandiosas que es mejor no acometerlas si no se les puede dar esa excelencia. Este es el caso de un admirable texto y una gran ópera de Francis Poulenc que no consigue tener fuerza escénica pese a una voz estupenda de Laura Alonso y al pianista James Bailleiu. En todas las artes se dice la máxima de que «menos es más» pero en este caso la escasez de artificios empobrece una buena base. Quizás por el olvido del máximo objetivo de la tragedia que es provocar dos emociones: el temor y la compasión.

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