Blog | Epifanías

Antonio Carmona, el requerido

ALLÁ POR los años cuarenta del siglo pasado, en las fiestas del pueblo, pobres de recursos, la gente agudizaba la imaginación. Así nació el número del recurrido, que tanto entusiasmaba a los romeros. Verán cómo se hacía lo del recurrido. Salía el director de la pequeña orquesta de detrás de la tela multicolor donde, al aire, se supone que estaban los camerinos, se plantaba en medio de aquel modesto escenario de troncos y tablones enclavados y decía: «Y ahora, señoras y señores, a requerimiento de ustedes, cantará la figura mundialmente famosa que ustedes nombren: pidan y serán complacidos». La muchacha de cara de manzana madura llamaba a escena a Jorge Negrete, o al otro Jorge, Jorge Sepúlveda, y requerido salía y cantaba recurso ocurrente que acababa entusiasmando a los romeros. Un señor mayorcito clamaba por Pastora Imperio. Sonaban los nombres de Lola Flores, Antonio Molina, Pastora Imperio, Estrellita Castro, Luis Mariano… Las solicitudes se servían al punto y los aplausos desbordaban la carballeira. El truco era tan simple como esto: un miembro de la orquesta, hombre o mujer según el artista citado, se cubría el rostro con la careta, ceñida con goma elástica al occipucio, y salía al escenario con la cara del artista deseado. Y bailaba y cantaba, imitando muy bien al artista verdadero.

El retablo de Maese Pedro
Antonio Carmona y yo hemos convivido en los afanes profesorales del CEU durante luengos años. Somos amigos, aunque nos vemos poco. Carmona ha repetido que él no está en venta, pero ha sido despreciado y vejado por su propio partido. El retablo de Maese Pedro se va al carajo, le han robado una pieza y las chicas de Carmena y Sánchez han hecho de Deus ex máchina. Pero veo que no han leído el Quijote: quien destroza el retablo no es don Gaiferos, ni siquiera los moros perseguidores, sino don Quijote. ¿Y quien es lo más parecido a Alonso Quijano el Bueno en la politica española? No, no, Rajoy sólo se parece físicamente; fue Carmona; y lo rompe porque creyó que era portavoz de su partido en el ayuntamiento de Madrid, y quiso serlo, pero desconocía que su misión no era tener ideas sino transmitir las ajenas. El comité de análisis de resultados electorales del PSOE de Madrid examinó, durante mes y medio, los de Carmona, pero olvidó revisar los del exconcejal del ayuntamiento de Madrid, un tal Pedro Sánchez. ¡Pedro está por encima de cualquier elección y no se presentaba a nada!

Carmona ha sido despreciado y vejado por su propio partido

Dos días después de la defenestración de Carmona, mi hijo Javier, que fue alumno suyo en la Universidad, y yo mismo le hicimos llegar un wassap en el que nos ofrecíamos para crear con él un partido liberal de verdad. Espero que no acepte. Entre el liderazgo político/personal que los españoles otorgamos en las encuestas del CIS a la estrella política, la abertxale Uxue Barcos, alias ‘la zurzidora’, y el empeño de Sánchez de ser alguien sin habérselo trabajado, me entra de vez en cuando una congoja que amenaza con convertirse en la primera depre de mi vida. Algún pajarito me ha dicho al oído que Carmona empieza a deprimirse. No hagas caso, amigo, sólo es cosa de practicar un poquito.


Dos fotos
La de los Reyes en Palma recibiendo al gentío, que ni sabe saludar. Son republicanos y se autoproclaman catalanes. Si Jaime I levantara la cabeza… Y nuestros reyes, ¿van a seguir soportando a esa tropa zafia e hipócrita? ¿Tanto vale Marivent? Yo me hubiera llevado ya las regatas a Málaga y seguro que Paco de la Torre, encantado, hubiera resuelto el acomodo de los veleros y de los reyes. Lo que hacen los reyes en Palma es meter dinero en las arcas municipales, para la tropa que no está a la altura de sus huéspedes. El besamanos del pasado jueves me recordó la visita de Alfonso XIII a la Hurdes, en 1922.

Y ya en Málaga… La otra foto es la del gran poeta malagueño Manolo Alcántara. Lo entrevista, en El Mundo, Antonio Lucas. A sus 87 tacos, Manolo dice que practica el deporte de subirse al taburete en los bares. ¿Recuerdas, hermano, cuando nos retábamos a ver quién remataba un soneto mientras se consumía el fuego de una cerilla? Yo lo hice, tú, no: tú eres poeta. Y no arriesgues, Manolo. Sin Paula, todos los taburetes son muy altos.

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