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Don Jorge en el foso de los leones

LO MALO, en el caso de don Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior, es que, además de las leyes y normas de obligado cumplimiento, tiene otras, mucho más estrictas, que lo llevan a vivir en tensión de manera habitual y sin posiblidad de hacer caso omiso de ellas. Este es un país laico, don Jorge, y usted, no. La tensión y las dudas en el discurso están servidas. Hay asuntos graves que, como miembro del gobierno de un estado laico, debe usted resolver o ayudar a resolver. Y para usted no es fácil. Digamos el aborto….

Su comparecencia ante la comisión parlamentaria fue brillante y confieso que a mí me convenció…, porque ya estaba convencido. Lo que sucede es que nos la cogemos con papel de fumar y empezamos a tener pánico a las palabras que han sumado un nuevo significado, que, a veces, incluso desplaza al original. Parece como si los políticos y los mediáticos de cualquier pelaje padeciéramos de anomia , que es un transtorno del lenguaje que nos impide llamar a las cosas por su nombre. El error, señor ministro, está en prestarse a una comparecencia como la habida cuando los que la exigen ni siquiera han esperado a que usted se explicara para denunciarlo a usted por tres supuestos delitos, cada uno de ellos capaz de tumbar a una pirámide. Usted se ha prestado al malévolo ejercicio de la mentira acusatoria, rosario insistente de frases intercambiadas, por turnos, por los atacantes de su integridad profesional. Eso renta políticamente, aunque sepan que en honestidad es usted modélico, aspecto que desdeñan. Lo estipulado es la jarana, el ruido, la foto fija e insistente.


Aquello del GAL
Nunca me ha gustado el argumento ad hóminem y supongo que su fuerza demostrativa es escasa. Pero recuerdo el revuelo provocado por el secuestro de Segundo Marey, a cargo de los GAL, los Grupos Antiterroristas de Liberación, cuando los máximos responsables ejecutivos -excepto el señor X-, el ministro Barrionuevo y el secretario de Estado de Seguridad Vera, fueron juzgados y condenados a diez años de prisión y no sé cuántos de inhabilitación. El propio Felipe acudió a abrazarlos a las puertas de la prisión de Guadalajara. ¿Diez años de cárcel? Meses estuvieron. Y nunca devolvieron nada de los cientos de millones de pesetas de los fondos reservados que, Vera, por ejemplo, se llevó a su casa. Curioso; González pidió pero no consiguió la amnistía. Es Aznar quien los indulta. ¡Y hablamos de secuestros, torturas y asesinatos que se saldaron con 365 años de cárcel para el general Galindo, del teniente coronel Vaquero, del gobernador Julen Elgorriga y otros asesinos con o sin uniforme! Por supuesto los Amedo y Domínguez sonaron también lo suyo.


La benemérita
No vi las cuatro horas de comparecencia del ministro, pero no vi que saliera a relucir aquel bochorno que cayó sobre el PSOE de Felipe González hace casi veinte años. Entiendo la amnesia del portavoz Hernando, que, por entonces. era muy joven. Seguramente el ministro tampoco quiso tocar la imagen de la Guardia Civil, que salió malparada del caso. Ahora, la benemérita se reboza mucho más en las cloacas de la investigación fiscal de dinero o de obras de arte, e incluso con casos de vulgares corralitos sexuales de tantos ganapanes como se exhiben en los salones o en las tarimas publicitarias de la televisión oficial, supongo que sin pasar por caja. ¡Hay que ver, don Jorge, lo rentables que son, publicitariamente, esas operaciones X, que llevan a los juzgados a un sinfín de delincuentes, cuya pista se pierde en seguida! ¡Qué eficacia! Ahora se ve poco a los guardias en los bosques secos y arrasados por el fuego. Ahora son los dominadores de la técnica digital y un rato duchos poniendo nombre a las operaciones de limpieza que tanto pregonan. ¡Y disculpe! A usted lo han echado a los leones.

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