Blog | Que parezca un accidente

No disparen al machista

HA VUELTO a pasar. Me he cruzado con otro artículo de corte apocalíptico en el que se constata que hay letras machistas en el reggaeton y en el trap. Ocurre a menudo. De pronto a alguien le parecen inadmisibles los enunciados de una canción de Bad Bunny, La Zowi o Maluma, en alguna esquina de Twitter comienza a formarse la correspondiente ola de indignación y la prensa acaba publicando que nunca se han escrito canciones tan machistas como las ahora. A modo de conclusión, en estos artículos se suele incluir alguna reflexión sobre cómo podemos permitir que los chavales de hoy en día escuchen semejante porquería. Es decir, de forma más o menos consciente, se apela a la censura.

La música es un vehículo de expresión y, como tal, es natural que en sus letras haya violencia, odio ​o discriminación. Dependiendo del enfoque, el machismo no tiene por qué corresponderse con la forma de ser y de comportarse del autor de la canción. En la letra de Hey Joe, un clásico del rock popularizado por Jimi Hendrix, hay un tipo que lleva una pistola y dice que va a matar a su mujer porque ha descubierto que está con otro hombre. Pero se trata de un personaje. No se está dando por buena esa conducta. No es Hendrix el que dice que vaya a cometer ese crimen. En otras ocasiones sí se produce una coincidencia entre la voz del autor y las declaraciones que contiene la letra del tema, normalizándose el machismo, pero ni la censura es la solución ni se trata de algo exclusivo de nuestros días.

A los chavales, mediante la educación, hay que enseñarles que la libertad de expresión implica a veces encontrarse con burradas de toda clase. Y precisamente es esa educación la que los ayudará a detectar esas burradas y, en su caso, repudiarlas. El hecho de que se escriban canciones machistas no quiere decir que los niños se vayan a volver machistas. No son idiotas. Igual que nosotros veíamos de pequeños películas en las que se normalizaba la parodia de determinados estereotipos raciales y no nos hemos vuelto racistas —algunos sí, pero seguramente por muchos otros motivos—. De hecho, es gracias a la educación como se ha conseguido que cada generación sea un poco menos machista que la anterior y por eso hoy en día se señalan como machistas conductas concretas que hace apenas unas décadas no se identificaban como tales.

Vivimos en la sociedad menos machista de la historia. Hay chistes en series de hace apenas un par de décadas que actualmente sus guionistas los considerarían tan poco apropiados que no los harían. Pero entonces no nos dábamos cuenta. Lo teníamos delante y lo veíamos. Y con la música ocurre lo mismo. En las letras de algunas canciones de hace treinta o sesenta años había ejemplos de machismo que en aquel momento nadie detectaba. No es cierto que nunca se hayan escrito canciones tan machistas como las ahora. Las de antes eran peores. El pacifista Lennon cantaba con tono alegre en 1965 junto a The Beatles: "Prefiero verte muerta, niñita, a que estés con otro hombre. Deberías correr por tu vida, niñita, esconder la cabeza en la arena, si te cojo con otro hombre es el fin". Y la juventud aplaudía y se emocionaba y gritaba llena de gozo y entusiasmo.

Alguno dirá que eran canciones en inglés y que en España eso no pasaba. Pero en 1994 ponías la radio, sonaba Luis Miguel con La media vuelta y escuchabas: "Te vas porque yo quiero que te vayas, a la hora que yo quiera te detengo, porque quieras o no yo soy tu dueño". Ejemplos como ese, de hombres controladores que confunden amor con posesión, de relaciones tóxicas en las que se culpa a las mujeres por su forma de ser o incluso canciones infantiles que subrayan cuál es papel de la mujer en el hogar los ha habido siempre, pero en su época no había nadie que encorvase una ceja. En Noelia, de Nino Bravo, hay un tipo que observa cada noche a una chica que pasea por la playa. Sólo sabe que se llama Noelia, pero aún así dice que hace tiempo que vive por ella. Se acerca a hablarle de su amor —¿amor?—, "pero ella da la espalda y se va y luego huye sin hablar". Pues no contento con haberla atemorizado, coge el muy loco y grita su nombre en la playa: "¡Noelia!". Imagino que la chica estaría de camino a una comisaría.

En la actualidad también hay canciones machistas, pero nuestra sociedad ha progresado. La gente está más preparada para detectar esa clase de conductas. Cada vez que en la letra de un tema aparecen ejemplos de machismo todo el mundo los identifica y los señala. Y precisamente es buena señal que en esos casos salten todas las alarmas, porque eso significa que no sucede tan a menudo. Significa que en la música de hoy el machismo no abunda tanto como se afirma. Aunque eso sí, se me ocurre una fórmula infalible para que crezca y se convierta en otro monstruo que nos devore: someterlo a censura.

HA VUELTO a pasar. Me he cruzado con otro artículo de corte apocalíptico en el que se constata que hay letras machistas en el reggaeton y en el trap. Ocurre a menudo. De pronto a alguien le parecen inadmisibles los enunciados de una canción de Bad Bunny, La Zowi o Maluma, en alguna esquina de Twitter comienza a formarse la correspondiente ola de indignación y la prensa acaba publicando que nunca se han escrito canciones tan machistas como las ahora. A modo de conclusión, en estos artículos se suele incluir alguna reflexión sobre cómo podemos permitir que los chavales de hoy en día escuchen semejante porquería. Es decir, de forma más o menos consciente, se apela a la censura.

La música es un vehículo de expresión y, como tal, es natural que en sus letras haya violencia, odio ​o discriminación. Dependiendo del enfoque, el machismo no tiene por qué corresponderse con la forma de ser y de comportarse del autor de la canción. En la letra de Hey Joe, un clásico del rock popularizado por Jimi Hendrix, hay un tipo que lleva una pistola y dice que va a matar a su mujer porque ha descubierto que está con otro hombre. Pero se trata de un personaje. No se está dando por buena esa conducta. No es Hendrix el que dice que vaya a cometer ese crimen. En otras ocasiones sí se produce una coincidencia entre la voz del autor y las declaraciones que contiene la letra del tema, normalizándose el machismo, pero ni la censura es la solución ni se trata de algo exclusivo de nuestros días.

A los chavales, mediante la educación, hay que enseñarles que la libertad de expresión implica a veces encontrarse con burradas de toda clase. Y precisamente es esa educación la que los ayudará a detectar esas burradas y, en su caso, repudiarlas. El hecho de que se escriban canciones machistas no quiere decir que los niños se vayan a volver machistas. No son idiotas. Igual que nosotros veíamos de pequeños películas en las que se normalizaba la parodia de determinados estereotipos raciales y no nos hemos vuelto racistas —algunos sí, pero seguramente por muchos otros motivos—. De hecho, es gracias a la educación como se ha conseguido que cada generación sea un poco menos machista que la anterior y por eso hoy en día se señalan como machistas conductas concretas que hace apenas unas décadas no se identificaban como tales.

Vivimos en la sociedad menos machista de la historia. Hay chistes en series de hace apenas un par de décadas que actualmente sus guionistas los considerarían tan poco apropiados que no los harían. Pero entonces no nos dábamos cuenta. Lo teníamos delante y lo veíamos. Y con la música ocurre lo mismo. En las letras de algunas canciones de hace treinta o sesenta años había ejemplos de machismo que en aquel momento nadie detectaba. No es cierto que nunca se hayan escrito canciones tan machistas como las ahora. Las de antes eran peores. El pacifista Lennon cantaba con tono alegre en 1965 junto a The Beatles: "Prefiero verte muerta, niñita, a que estés con otro hombre. Deberías correr por tu vida, niñita, esconder la cabeza en la arena, si te cojo con otro hombre es el fin". Y la juventud aplaudía y se emocionaba y gritaba llena de gozo y entusiasmo.

Alguno dirá que eran canciones en inglés y que en España eso no pasaba. Pero en 1994 ponías la radio, sonaba Luis Miguel con La media vuelta y escuchabas: "Te vas porque yo quiero que te vayas, a la hora que yo quiera te detengo, porque quieras o no yo soy tu dueño". Ejemplos como ese, de hombres controladores que confunden amor con posesión, de relaciones tóxicas en las que se culpa a las mujeres por su forma de ser o incluso canciones infantiles que subrayan cuál es papel de la mujer en el hogar los ha habido siempre, pero en su época no había nadie que encorvase una ceja. En Noelia, de Nino Bravo, hay un tipo que observa cada noche a una chica que pasea por la playa. Sólo sabe que se llama Noelia, pero aún así dice que hace tiempo que vive por ella. Se acerca a hablarle de su amor —¿amor?—, "pero ella da la espalda y se va y luego huye sin hablar". Pues no contento con haberla atemorizado, coge el muy loco y grita su nombre en la playa: "¡Noelia!". Imagino que la chica estaría de camino a una comisaría.

En la actualidad también hay canciones machistas, pero nuestra sociedad ha progresado. La gente está más preparada para detectar esa clase de conductas. Cada vez que en la letra de un tema aparecen ejemplos de machismo todo el mundo los identifica y los señala. Y precisamente es buena señal que en esos casos salten todas las alarmas, porque eso significa que no sucede tan a menudo. Significa que en la música de hoy el machismo no abunda tanto como se afirma. Aunque eso sí, se me ocurre una fórmula infalible para que crezca y se convierta en otro monstruo que nos devore: someterlo a censura.

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