Blog |

Otra vez el ayer, con Kike Ortega

Kike desborda pasión.  Una pasión desnuda, sincera. No existe un solo poro de su piel que no busque incesantemente el arte en cada paso que da o en cada rincón.

Cada vez que te adentras en su estudio, y yo he podido visitarlo en varias ocasiones afortunadamente, descubres una obra inusual, con unos materiales improvisados y un nuevo uso de piezas desgastadas, oxidadas, arruinadas o desechadas, pero que este artista pontevedrés consigue descubrir al instante, nada más verlas, dándole una nueva vida, un nuevo rumbo.

Y ese ayer se convierte en el hoy, en una nueva función en la que cada pieza logra escapar hacia un destino más agradecido, pues gracias a este escultor con  aires de chatarrero, estas piezas vuelven a recobrar la fuerza que un día tuvieron. Y así, día tras día y pieza a pieza, reconstruye un mundo en el que esta segunda vida de lo que ya nadie quiere usar y de estos objetos que un día fueron, Kike logra mejorar su anterior vida, dándoles una nueva función: ni más ni menos que la de convertirse en arte. Y  también consigue que ese ayer se recuerde con dulce nostalgia en cada pieza, pero sin dramas, pues el hoy se presume de nuevo bello y eterno.

Su estudio desvela la curiosidad, imaginación, estilo y fuerza de su autor, enamorado de los materiales corroídos por el tiempo. Bidones, chapas, vigas de madera, antiguas piezas de techos de tractores, viejos troncos desconchados encontrados en la orilla del mar o pedazos de antiguas bateas son sus materiales. El darles  vida, su desbordante obsesión.

Y estos materiales muestran la fortaleza de su constitución, pues los moldea hasta límites insospechados. Y la terquedad de Kike por volver a revivir cada trozo, cada pedazo o cada fragmento de su obra, es su gran logro. El contacto con el público para explicar la historia de cada trabajo o de cada material encontrado y la visión que quiso dar a cada obra, su droga. Cada exposición que hace al término, su orgullo.

Como la que acaba de presentar  este año que cerramos en Madrid y Miami llamada O Camiño das Bateas. Ambas exposiciones han tenido un gran éxito de afluencia y aceptación de cada obra por parte del público asistente.

En ella, Kike Ortega presenta un proyecto cultural que busca innovar en la transmisión de los valores culturales gallegos, promocionando el Camino de Santiago- Xacobeo 21/22. De paso, trata de concienciar al espectador con el medio ambiente, la sostenibilidad y el reciclaje, elementos que están siempre presentes en su obra y presentes en su propio estilo de vida. De hecho Kike es uno de los precursores de la sostenibilidad y del reciclaje, pues ha sido su manera de trabajar mucho antes de que se pusiesen tan de moda.

En las bateas Kike ha encontrado su fuente de inspiración, pues las costas gallegas están salpicadas de estas estructuras, que son muy sostenibles y su madera resulta un material perfecto para el reciclaje.

Precisamente su apuesta por la sostenibilidad le llevó a romper con el lienzo y con el color desde los comienzos de su etapa como artista. No utiliza lienzos  ni prácticamente colores, entre otras cosas porque su madre, la reconocida pintora Carmen Domínguez, utilizaba el color en su forma abstracta y para él era la mejor, por lo que sabía que iba a tener que aprender a utilizar los poco a poco y que nunca iba a poder superarla.

Los únicos colores que emplea Kike son el blanco, el negro y una mancha de rojo. El resto de colores se lo dan los propios materiales. La mayor parte de sus  obras se realizan con utensilios reciclables, pero ya nos anuncia él mismo que no lo hace por compromiso político ni social. Eso sí, le gusta poner su granito de arena para conservar la naturaleza. Es su modo de vida. Es su forma de entender y de ver la vida.

En esta exposición Kike presenta los distintos caminos de Santiago y los combina con las cuatro provincias gallegas: el francés, el primitivo, el portugués y el de la  costa (el del mar). Y utiliza únicamente los materiales que ha ido encontrando en el mar o a orillas de éste que pudo recuperar de una batea, como los calcos (donde se  cuelgan los mejillones), las planchas de acero negro, los clavos o los flotadores de las bateas, los que, matiza, son de hierro y no de plástico como todo el mundo cree. Y únicamente con estos materiales consigue esculpir las doce arquitecturas que se muestran en la exposición.

Y así, exhibe esta Batea que vive, muere y finalmente se reinventa.

Aparece también en la colección nuestra arquitectura gallega: la arquitectura civil, la sacra y la natural, representadas a través de la piedra (el elemento natural gallego) y la madera de eucalipto de las bateas.

Kike es artista y proviene de una familia de artistas. Su casa, su manera de vivir, su ropa… Todo en él reflejan este modo de vida que él eligió y que le da la  libertad que necesita.

Trabaja instintivamente, y eso se nota. Pasa horas y días enteros observando cada rincón de su estudio, viendo las posibilidades que le puede ofrecer cada trozo, cada material. Y cada vez que encuentra uno, su tímida sonrisa revela sus ansias de crear, de evolucionar, de seguir aprendiendo y de seguir soñando.

Con una obra sincera y desprovista de formalismos Kike Ortega nos enseña cómo se puede seguir siendo original en los tiempos que corren, en los que casi todo está inventado. 

De hecho tiene la gran habilidad de descubrir posibilidades donde los demás no ven nada, pues encuentra en una corteza de eucalipto, la puerta de un gallinero, hojas de libros, viejos baúles o bidones oxidados la belleza que nadie ha conseguido descubrir.

Esta capacidad ha hecho que tenga que ir a descampados, graneros, bosques, playas azotadas por temporales o zonas abandonadas en busca de estos tesoros. Y para él sin duda lo son. Y consigue que también lo sean para nosotros.

Cómo habla de cada pieza que encuentra, cómo las descubre, en dónde, en qué condiciones y cómo se las arregla para que lleguen a su estudio, es parte de su arte. Pequeñas historias que se convierten en delicados y delirantes cuentos con cada uno de estos tesoros, en los que Kike, con su magia, reinventa el ayer.

Ortega en la Emotion Art Gallery, en Madrid, en 2017.
Ortega en la Emotion Art Gallery, en Madrid, en 2017.

Comentarios