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Buscando la comedia ideal

JUAN JOSÉ Campanella es un hombre capaz de hacer ‘El hijo de la novia o ‘El secreto de sus ojos’, dos películas que definen claramente su estilo, sus preferencias, su universo y su tipo de comedia. Esa que, la final, no es exactamente comedia, sino todo lo contrario, aunque te rías con frecuencia en el transcurso de la historia.

Sus protagonistas son tipos normales, con la compleja vida que puede llevar cualquiera de nosotros, teniendo en cuenta lo que es vivir. Son personajes tremendamente empáticos por esa razón, con los que puedes identificarte al instante y con los que puedes, incluso, compararte y venirte arriba, teniendo en cuenta, también, que siempre caen de pie. Hace años ya, y aquí lo traigo hoy porque hace poco se estrenó y se suspendió casi simultáneamente su versión española, el director argentino firmó una serie de televisión titulada ‘El hombre de tu vida’ que tuvo un gran éxito en su país. Intérpretes reconocidos y el aval de Campanella parecían ser suficiente. En Argentina lo fue.

Vista ahora, qué quieren que les diga, a mí me entran nostalgias varias. Siguiendo la ruta delimitada del director en cuanto a gustos, tenemos a un protagonista que da el tipo fracasadillo pero tierno, que es viudo, que pierde el trabajo, que vive con un hijo adolescente y que se está quedando sin recursos para salir adelante. Es honesto, es trabajador, pero a la que se le pone delante, sin pensarlo mucho, acepta un empleo moralmente reprochable, por decirlo así, en dos palabras. La situación cómica está servida aunque, en fin, esta vez es demasiado fácil, demasiado superficial, demasiado poco trabajada, previsible, vamos. Que al final la única cosa que nos hace gracia a los no argentinos son el tono y las expresiones, algo que ayuda a sonreír en el buen sentido. Esas modulaciones y esas ondas son compañeros interesantes en cualquier historia. El secreto no está solo en el lenguaje en sí, que también, sino en lo que se es capaz de hacer con él; en lo que se dice y en cómo se dice. Así las cosas, el primer capítulo consigue acaparar nuestra atención porque nos dejamos llevar por esa ola tonal. En el segundo quizá nos arranque una sonrisa algún que otro gag y, a partir de ahí, ya estamos perdidos porque —para seguir con este absurdo paralelismo— la ola rompe en la orilla y nos devuelve a la arena con cara de estupefacción.

Nostalgia de comedia. Nostalgia de gran comedia. Un Lubitsch, con aquellos diálogos, todo sofisticación; un Hawks, capaz de convertir a los intérpretes de sus películas en monumentos de cinismo tan inteligente como desternillante; un Wilder, un Billy Wilder. Con su compañero en genialidad, Jack Lemmon, actor inconmensurable que cubrió sus papeles de gloria. Que vuelvan.

El Allen de ‘Sueños de un seductor’ y de ‘La rosa púrpura de El Cairo’. Que vuelva. Que vuelvan todos en forma de nuevas series, nuevos guiones, nuevas películas, nuevas historias. Los necesitamos.

La comedia típica no funciona siempre. A veces hay algo detrás y otras no. Piensen en ‘Con faldas y a lo loco’. Saquen fuera de la película la historia. Cuéntenla por ahí a alguien que —cosa increíble— no la haya visto. Si quieren pongan acento argentino, para darle ese puntito añadido. Se me ocurren muchas respuestas, ninguna positiva. La mayoría entrarían en el terreno de la vulgaridad. Y sin embargo (ya que estamos en esas latitudes, homenaje fin de párrafo a Leila Guerriero que lo dice todo con sus sin embargos).

Sin embargo es una de las mejores comedias de la historia del cine. No pasa lo mismo con esta serie, aunque sea Campanella.

Dónde la española

‘EL HOMBRE de tu vida en versión española protagonizada por José Mota. Pero ¿por qué? ¿Era realmente necesario? Parece que la serie que emitió Televisión Española no alcanzó los niveles de audiencia necesarios, o sea, la razón —sabemos— esencial para eliminarla de la parrilla.

Aún así. Casi un millón y medio de espectadores. Detallo: un millón cuatrocientos sesenta y tres mil setecientos cincuenta espectadores. Viendo una comedia que no hace gracia.

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