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De sociedades y monstruos

Mindhunter. EP
photo_camera Mindhunter. DP

LO QUE interesa de Mindhunter es el discurso. Lo que atrapa es la palabra porque en ella está la raíz de muchas cosas. Se establece así un juego entre los unos y los otros que tiene como base el lenguaje. Los unos quieren averiguar, para después interpretar y sacar conclusiones. Los otros quieren seducir, atraer, atrapar. Entre la verdad y la mentira hay un mundo en el cual nos movemos todos y todos tomamos posiciones, unas veces, voluntariamente, otras, obligados por las circunstancias, otras, engañándonos a nosotros mismos conscientemente, para hacer de la vida algo más sencillo. Dónde está la culpa o dónde el juicio. Puede que no lo sepamos o no lo deseemos saber nunca. La realidad que vivimos, nuestro yo y, como mucho, nuestro entorno más cercano, es la que nos conmueve. Lo demás existe. Aunque es probable que no nos llegue a invadir jamás el pensamiento. 

Mindhunter es la historia de unos agentes del FBI que deciden dar un paso más en la investigación criminal. Para ello, plantean abordar el análisis del perfil del asesino de una manera distinta, nueva y más profunda. Para estudiar su comportamiento —a menudo crímenes horripilantes— que ni el FBI ni tampoco la sociedad están preparados para afrontar, es necesario analizar su pasado, su vida, su historia. Es posible que tenga algo que ver con sus derivas asesinas. Y deciden, de este modo, comenzar todo un programa de investigación paralela a los procesos policiales al uso, en el sótano vacío, frío y sin ventanas, que, a menudo, es sinónimo, en las historias, de creatividad máxima. El material informativo lo obtienen de un asesino psicópata que está cumpliendo ya condena, que les sirve de guía en un territorio en el que avanzan a ciegas.

El quid: que puede que el psicópata en cuestión sea más listo que ellos. O claro, puede que no. Ahí está la interesante dialéctica que surge y que se convierte en el motor de la historia. Avanzan y descubren, se adentran en comportamientos espeluznantes ante los que se sienten deslumbrados porque creen con verdadera pasión que están en el camino que les lleva a la verdad. La posibilidad de formular hipótesis demostrables en las historias de los asesinos llevaría a fijar una teoría conductual clave para su detección, su selección y su contención. Si se va más lejos, se estaría hablando ya de corregir determinados males sociales que se traduciría en evitar el desarrollo de potenciales mentes perturbadas. 

La serie, pues, nos mueve por esos terrenos y lo hace fácil, aunque no lo sea. Caer en lo escabroso, en detalles morbosos, sería algo casi natural. Al fin y al cabo, estamos contando crímenes espantosos. Sin ocultarlos, la historia los transporta prácticamente al terreno de la teoría, y lo que podría ser una desagradable —e insoportable— contemplación de los abismos humanos, se convierte en un reto. Que tiene sus riesgos, pero que genera atracción. Tienen los capítulos ese brillo que posee todo lo que empieza, lo que puede ser calificado de aventura, lo que permite a la imaginación primero y a la razón después, revelar realidades anteriormente ocultas. Lo que se traen entre manos estos policías es desentrañar el comportamiento humano a través del conocimiento. Tachar de locos, desviados, degenerados, corrompidos, ya no vale. Ese algo más que tiene que haber para legitimar el mundo en el que vivimos y que compartimos es lo que están buscando. 

Es, en esencia, una búsqueda de sentido. Es la manera de llenar el enorme hueco negro de una sociedad que produce monstruos y cree —alegremente— que nada tiene que ver con ello.

Empeñar unas menudencias
Divinity apuesta  fuerte con un reality que no debemos perdernos. Lo digo por la sabiduría que podemos sacar de ahí. Se titula Empeños en Beverly Hills y nos adentra en el universo de una casa de empeño de lujo con clientes que se quieren deshacer, por una buena causa, de objetos de valor. Sentimental, puede que sí, porque tienen la intención de recuperarlo en tiempos mejores, pero económico, por supuesto. no se empeña aquí para superar los números rojos, precisamente. 


Título: Mindhunter    Creador: Joe Penhall
Reparto: Jonathan Groft, Holt McCallany, Anna Torv
Cadena: Netflix     Calificación: 5/5

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