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Qué fue de aquella fuerza

Título: TRANSPARENT.
Creador: Jill Soloway.
Reparto: Jeffrey Tambor, Amy Landecker, Gaby Hoffman.
Cadena: Movistar Series.
Calificación: ●●●○

AQUELLO QUE una vez fue libre es ahora presa de su propia libertad. ‘Transparent’, la segunda temporada, se estrena con sus más y sus menos, haciendo hincapié en sus menos. Entiendo que la dificultad estaba en mantener el nivel de la primera; entiendo que el reto, precisamente era uno y era ese. ¿Qué es lo que ha pasado? Pues que si ‘Transparent’ entró en nuestras mentalidades seriéfilas como un viento arrasador, como una ráfaga sin dueño, provocando en nosotros asombro y placer, su regreso no acaba de colmar todas las expectativas. Ya sabemos que el asunto de la libertad es peliagudo, que sobre el absoluto hay bastantes dudas y que la cuestión es ir equilibrando como se pueda. Con esa voluntad de contar sin trabas, de hablar y mostrar sin barreras, los diez capítulos de la primera temporada se erigieron en una especie de monumento al frescor y a la frescura -en su sentido de sano atrevimiento- a la calidad y a la valentía de todo el equipo.

Sin embargo en este retorno se ha apostado por ahondar en algo que ya era profundo de por sí. Y se ha pasado al otro lado. Lo que era sutil tiende a tosco, a poco matizado; lo que era ingenioso deviene en locura colectiva de la que el espectador se siente ajeno, al contrario que en los primeros episodios, en los que la historia de esa familia, con un protagonista de excepción, te atrapa desde el inicio.

Y no es que no brille, pero brilla menos. Sigue iluminando el personaje principal, el único paradójicamente comedido, de esta historia. El resto del elenco familiar es un caos de seres apuntando a muchos sitios a la vez con la misma fuerza. Es demasiado exagerado, demasiado excéntrico, demasiada rareza en medio del drama. Cargar tanto las tintas es como pisar una flor. Tenías algo delicado que podías admirar siempre que quisieras y ahora tienes un sueño roto. La historia de Morton Pfefferman, a partir de un momento dado, Maura Pfefferman, es amarga y difícil. No se ha optado por la tragedia, sino por la comedia dramática, por la ironía, por el humor calculado y efectivo. Creo que es un buen planteamiento. Funciona porque ayuda a digerir, porque contemplar el sufrimiento de cerca, a veces araña en exceso. Y porque tomarse con cierta mordacidad los infortunios puede resultar una lección interesante. En eso estábamos, tan contentos, cuando el entorno de esta mujer, antes hombre, salta por los aires de un modo un tanto irregular, de repente es como que nadie sabe cuál es su lugar ni qué es lo que está haciendo justamente ahí. Si es un símbolo, la idea es bonita, pero inmoderada. Si no lo es, entonces es que lo de sentirse tan tan libre ha pasado factura.

La libertad como conquista. El fundamento esencial de ‘Transparent’ era ese. La potencia de la primera temporada, ese vigor, estaba basado en esa batalla. Recordaba a esa entrañable película de Capra -‘Vive como quieras’-, en la que todos estaban chalados y a ti te apetecía muchísimo estarlo también, por lo felices que eran, por lo libres que parecían. Es el espíritu de los grandes papeles de Katharine Hepburn, que respiran eso, que inspiran eso. Es tan fino ese hilo y tan fácil romperlo. Es el quid de una buena comedia.

Así que, sin olvidar el papelón que continúa haciendo Jeffrey Tambor, el de una señora que se plantea por primera vez preguntas vitales, de las que ya no quiere escapar, nos quedamos con el recuerdo de primer golpe de aire, que renovó principios y normas y morales, y vemos este segundo soplo con cierta nostalgia y cierta oportunidad perdida de cantar a voz en grito "todo te lo puedo dar menos el amor, baby".

Vuelve a triunfar aquello

Gim tony es, cómo decirlo. Una serie. Pero qué serie. De esas que pensamos -ilusos- que nunca más veríamos porque tiene todo lo que habíamos superado. O eso creíamos. Porque ya empezando por el título, que es de un agudo que tira para atrás, para después pasar a los personajes, que no pueden ser más eso que quisiéramos olvidar. Domina en su franja horaria, y los jóvenes por lo visto, se parten de risa. Casi es mejor no saber lo que tal cosa significa. En Telecinco.

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