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Series para volver a ver

ER. URGENCIAS’. Menuda serie. Quince temporadas, de 1994 a 2009. Creada por Michael Crichton, reconocido escritor de bestsellers con un alto porcentaje de ellos adaptados al cine. ‘Twister’, ‘Congo’, ‘Acoso’ y, sobre todo, ‘Parque Jurásico’, figuran entre sus éxitos. Un día le dio por escribir ‘Urgencias’, en formato serie de televisión, y producirla junto a Steven Spielberg. En ella se narraba la vida profesional del grupo protagonista, así como sus vicisitudes personales, en unas tramas con ritmo de vértigo, que se combinaban con momentos de calma, la mayoría de las veces, al final de cada capítulo. Este recurso permitía respirar y esperar con ansia la próxima historia. La primera temporada es para recordar, es para volver a ver, es para mantener en la memoria. Por aquella casi lejana década de los 90, comenzaban a circular por televisión productos novedosos, que poco más tarde serían el ejemplo de estructura narrativa de todos los demás. Son las series que acuñaron la expresión «va de médicos» o «va de policías» o «va de abogados». ‘Urgencias’, ‘Canción triste de Hill Street’ o ‘La Ley de los Ángeles’ son el prototipo de ficción televisiva, que luego fue reproducida hasta la saciedad.

¿Qué tiene ‘Urgencias’? Calidad técnica y guionística. Una mixtura perfecta para que la historia funcione como un reloj. Es un drama, pero con el toque adecuado de ironía, marcado por unos diálogos virtuosos. Ya sabemos cómo es esto del hablar. Es algo que no resulta sencillo. Ejemplos de rabiosa actualidad nos recuerdan que el humor negro negro no tiene pizca de gracia. Que cuando se quiere ser gracioso hay que saber la medida que la inteligencia señala. Así que deleitarse con capítulos repletos de una comicidad mesurada es todo un regalo para los oídos. Hay personajes punzantes, nerviosos, inseguros, ambiciosos, resentidos, bondadosos, exigentes. Personajes con glamour, con garbo, con dignidad, con presencia. Hay otros que se esfuerzan. Los hay que ríen por no llorar y los hay que lloran de pena, de pensar, de observar, de vida, de sueños rotos. En ese elenco encontramos rasgos que nos acercan, que nos alejan, que nos encuentran, que nos repelen, que nos atraen, que nos conciernen. Esa es la clave. Hasta el considerado peor -es esencial que haya antagonistas que provoquen conflictos constantes- nos cautiva. Y eso es porque lo humano está ahí. Pura reminiscencia.

Claro, en quince temporadas se tiene que escribir mucho y rápido, y mantener el listón alto es difícil. Además, los personajes adquieren fama y se olvidan con frecuencia de la serie que los catapultó a Hollywood. O no consiguen el éxito esperado y abandonan en busca de nuevas oportunidades, cuestión lícita, pero problemática para los guionistas, que han de inventarse accidentes y muertes repentinas o misteriosas desapariciones en giros imposibles. Una serie tan longeva está constantemente sorteando peligros.

Al enunciado antes se suma la aparición de nuevos protagonistas que están obligados a pasar por la criba de la audiencia. Si no gusta y baja la cuota de pantalla, es necesario sustituirlo, lo que significa un nuevo asesinato, un fatídico desastre con resultado de muerte o un viaje muy muy largo.

Detalles curiosos: George Clooney es el doctor Doug Ross y Julianna Margulies, la enfermera Hathaway. Al primero, todo el mundo lo conoce. Han tenido que pasar años para que la segunda se convirtiera en el portentoso personaje que ahora es: Alicia Florrick, inolvidable en ‘The good wife’.

‘ER. Urgencias’. Una serie que sirve para recordar lo que fuimos. Lo que supimos ser, después de todo.

Título: ER. Urgencias
Creador: Michael Crichton
Intérpretes: Noah Wyle, Anthony Edwards, George Clooney.
Cadena: NBC.
Calificación: 4 / 5

La TV está en todo o casi

Quince temporadas también de un programa de Telecinco llamado ‘Mujeres y hombres y viceversa’. Es la adaptación a la española del formato italiano ‘Uomini e donne’. Dirigido a personas sin pareja, reza su publicidad. La cosa es: vas allí, expones tus maravillosas cualidades y te van pasando pretendientes. Luego tú eliges y listo. Por el medio hay llantos, peleas, gritos y demás. Se desatan pasiones. Normal, elegir nunca ha sido fácil. Sin embargo, si se piensa, oye, qué cómodo.

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