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Ventanas

CADA semana que paso sin asomarme a la ventana de la opinión la sombra de la culpa se vuelve más grande. Quizás por la oportunidad perdida de poner el foco sobre la actualidad, el mío propio, o porque de alguna manera siento que estoy fallando al compromiso íntimo con todas las mujeres que seguimos intentando conquistar espacios, o traicionando al compromiso colectivo con este oficio llamado Periodismo por el que sigue valiendo la pena trasnochar.

Recordaba hace algunas semanas en Pontevedra el periodista Carles Francino que quienes nos dedicamos a la información somos -o deberíamos ser- algo más que meros altavoces o transmisores de datos. Que se nos supone una profesionalidad a prueba de fakenews. Somos cazadores de noticias. Contadores de historias en busca de protagonistas. Y tenemos la misión de informar, de contrastar y de cuestionarlo absolutamente todo, de no limitarnos a lanzar propaganda, que es lo que quieren los que repiten como un mantra que el Periodismo de verdad no existe.

En tiempos de crispación y bronca, cuando la descalificación y el insulto invaden desde el Parlamento a las redes sociales, algunos medios y discursos políticos, nos toca dar un paso y reivindicar el valor del diálogo y del debate más que nunca. El de la confrontación desde el respeto. De la libertad sin aplastar los derechos del otro. De la palabra sin ruido.

Tenemos que volver a ponernos en los zapatos de nuestro oponente, aunque sea para reivindicar nuestros propios pasos.

Y en esas estamos. Con la intención de abrir un pequeño hueco para hacer oír una voz, para construir una opinión, para invitar a la reflexión y a veces solo para compartir una realidad o una emoción, como quien pone una canción al inicio de un programa de radio.

A pesar de que el Periodismo no pase hoy por su mejor momento, entre Ertes y pandemias, la amenaza de la precariedad y la inercia de la digitalización, a pesar de que el papel es hoy resistencia, de que cada vez envuelve menos momentos de nuestras vidas, a pesar de egos y tiempos escasos, seguiremos abriendo ventanas, denunciando injusticias y haciendo preguntas incómodas. Pero también mostrando nuevos talentos, manteniendo charlas interesantes con los personajes más cercanos, los nuestros, analizando el día a día con unos y otras, haciendo visibles realidades invisibles, informando y opinando, sin más pretensión que hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible.

Porque al final, si una sola persona ha decidido detenerse a leer estas líneas y ha llegado hasta aquí, esté de acuerdo o todo lo contrario, ya le habrá dado sentido a estas palabras.

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