Blog | Marta está harta

Encarcelados

SI LOS DÍAS de encierro en el hogar no son tarea fácil para los adultos, para los niños todavía es más complicado, ya que ellos asocian el estar en casa con vacaciones y tiempo de ocio. Al no poder ni tan siquiera salir al parque, ansiedad, enfados y rabietas se convierten en el pan nuestro de cada día. Y si a esto añadimos que no todas las casas tienen jardín, terraza, y algunas ni balcón, el resultado es que hemos encarcelado a nuestros niños, lo que no es bueno, pero tampoco es tan grave como se ha llegado a decir.

Las secuelas del confinamiento existen (irritabilidad, llantos, enfados, tristezas...), pero hemos de pensar que el sistema nervioso de los niños y adolescentes es tremendamente plástico, lo que minimiza la secuelas, salgan o no a partir del día 27 abril.

Todos consideran adecuado dejar salir a los niños, eso sí, bajo el control de sus padres. El problema está en la palabra "control". ¿Realmente vamos a ser capaces de controlar a nuestros hijos cuando salgan después de un mes encerrados? ¿Vamos a conseguir que no toqueteen todo, como solían hacer antes? No está tan claro que vayamos a conseguirlo, y por eso antes de tomar esta decisión, como en todas las decisiones, debemos analizar el beneficio–riesgo. Ya que son bombas transmisoras del virus y la mayoría asintomáticos, está claro que es mayor el riesgo que el beneficio. Por otro lado, no creo que la solución sea la prohibición, ya que seguro que son muchos los niños que realmente lo necesitan. Así que cada familia tendrá que analizar su situación y tomar esta decisión asumiendo responsabilidades y tomando precauciones.

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