Blog | Marta está harta

Padres adulescentes

EN UNA de esas charlas que acudo para enterarme de cómo va esto de la adolescencia, escuché a Fernando Alberca decir que esto del comportamiento adolescente puede durar "para siempre". Cuando escuché las dos horribles palabras "para siempre", lo primero que se me pasó por la cabeza fue: pues menudo futuro me espera, si mi hija adolescente iba a vivir en este estado lo que a mí me queda de vida. Y lo segundo ya entiendo lo de muchos padres, padres que viven en un eterno síndrome de Peter Pan, término fue creado por el psicólogo estadounidense Dan Kiley en los años 80 para referirse exclusivamente a hombres que presentaban una fuerte resistencia a madurar. Aunque a mí me gusta más el neologismo “adultescentes”.

Wikipedia los define como personas de edad mediana (más de 40 años) que disfrutan siendo parte de la cultura joven o comprando cosas que son más adecuadas para los niños.

Esos padres, que tienen arrebatos propios de la adolescencia y suelen caer en regresiones a etapas madurativas anteriores cuando surgen problemas, y no quieren aceptar que ahora ellos son las personas adultas y sus hijos los que usan zapas y beben chupitos. Entonces deciden que lo mejor para permanecer en ese estado de adolescente eterno es hacerse amigos de sus vástagos. Juegan a la play, comparten gustos musicales , se les ocurre comprarse ropa juvenil y hablar de coleguis con los amigos de los hijos. Es en ese momento cuando las madres pierden a su compañero en esto de la educación y es que los adultescentes no creen que haya que poner reglas, porque las reglas son antiguas y coartan la creatividad . Y ellos no son nada antiguos, si no como es que llevan las zapas más "guays" del mercado. Y como si fueran todos gallegos creen en el mantra del "malo será". Que el niño suspende pues “malo será que en la próxima no traiga mejores notas”. Si la niña ha llegado tarde pues "malo será que lo vuelva a hacer"”. Y con el mantra del malo será estos padres terminan confundiendo a sus hijos y a sus mujeres , que pierden un compañero pero ganan otro adolescente en casa.

Muchas madres , que pasan por mis talleres , terminan quejándose de la contraeducación de los padres "adultescentes", que las convierten a ellas en brujas y arpías que se pasan el día riñendo.

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