Blog | Marta está harta

Porque soy tu madre y punto

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Hace una semana ya del día de la Madre, con sus regalos, sus dedicatorias en las redes sociales y todas esas cosas típicas del Día de la madres, jornada en la que leemos a todas las madres del mundo decir lo felices que son con su maternidad perfecta.

Pero no nos engañemos diciéndonos que ser madre es maravilloso y que todo cambia para mejor, porque pensar así solo lleva a equívocos a las futuras madres.

Ser madre, por supuesto que tiene cosas maravillosas, pero también sus daños colaterales como por ejemplo que pierdes la tranquilidad, ya no vuelves a dormir en paz y del tirón. Del biberón pasamos al “aguaaaa”. De ahí a “apaga la maquinita”. De ahí a “¿qué horas estas de llegar?”.

Así que no nos engañemos, nos cambia la vida y por mucho que nos prometamos a nosotras mismas que nada cambiará, que vamos a seguir cuidándonos, al final es inevitable que perdamos una parte de nuestra identidad como mujeres, incluso como personas humanas que diría alguno que sale en la tele. Desde que tienes tu primer hijo te acompaña esa vocecita que no para de alertarte de los peligros a los que se expone. Aunque en ocasiones es una voz exagerada y teatrera, no puedes evitar hacerle caso convirtiéndote en médico, asistente personal y en ocasiones hasta en policía.

Vamos perdiendo el norte y, poco a poco, vamos hablando como madres, vistiendo como madres…

Ese norte hay que volver a encontrarlo, volver a recuperar el poder sobre nuestras vidas, nuestros hábitos, usos y costumbres.

Las madres tenemos que empoderarnos, aprender a decir no a nuestros hijos, aprender a escapar de sus telas de arañas, aprender que para ser una madre top tienes que estar top y que dedicar las 24 horas del día a ser perfecta es difícil.

El otro día oí a Laura Baena del club de las malasmadres: "Nadie ama todos los días a todas horas, las madres tampoco" (Adriane RItch). Creo que esa es la clave y la inspiración. Esa y saber manejar las seis palabras mágicas , "porque soy tu madre y punto", con las que por las buenas o por las malas siempre terminamos empoderándonos y diciendo no.

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