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Los 150.000 votos de Feijóo

Aunque ahora navegue entre elogios, Rueda sabe que lo evaluarán por su capacidad para ganar elecciones, como hacía su predecesor
 toma de posesión de Alfonso Rueda Valenzuela como presidente de la Xunta de Galicia
photo_camera toma de posesión de Alfonso Rueda Valenzuela como presidente de la Xunta de Galicia

LA NOCHE electoral del 28 de abril de 2019 pasó a la historia como la primera vez que el PSdeG logró derrotar al PPdeG en unas generales en la comunidad gallega. El efecto Sánchez estaba en plena ebullición, el PP más tocado que nunca tras la moción de censura contra Mariano Rajoy de 2018 y los escándalos de corrupción, Ciudadanos pescó dos escaños con casi 200.000 votos y Vox se quedó fuera pero le rascó 86.000 apoyos a la derecha.

La humillación electoral dolió en el PPdeG, que se puso las pilas para las municipales de un mes después y para la repetición de las generales de noviembre de ese año. Maquilló la situación con sendas victorias sobre el PSdeG, pero pírricas. Especialmente en las municipales, donde los números no frenaron la pérdida de poder institucional.

Pero un año después, en julio de 2020, pandemia por medio, Alberto Núñez Feijóo reconquistó la Xunta con una mayoría histórica y una sensación de suficiencia absoluta. Los 447.562 votos del PP gallego en las generales de 2019 se convirtieron un año después en 627.762 papeletas para Feijóo.

Gonzalo Caballero, entonces líder del PSdeG y cuyo castañazo en esos comicios le costó el cargo, atribuyó ese cambio de dinámica a la pandemia. Quizás no le faltase razón, pero tampoco se puede obviar que Feijóo ya había repetido ese esquema en más ocasiones.

Los 526.000 votos del PPdeG en las municipales de 2015 o los 605.000 de las generales de ese año se transformaron en 676.000 en las autonómicas de 2016. Igual que antes los 655.000 de las locales del año 2007 fueron casi 790.000 votos en las gallegas de 2009 que permitieron al de Os Peares reconquistar la Xunta después de cuatro años de bipartito PSOE-BNG.

Eso significa que Alberto Núñez Feijóo le aportó estos últimos años al Partido Popular de Galicia un plus electoral de entre 100.000 y 150.000 votos que resultaron decisivos. El resultado de su gestión en la Xunta puede ser interpretado de diferentes formas, pero los números electorales son los que son. Se pueden poner patas arriba o patas abajo, pero los 150.000 votos de Feijóo están ahí. Y son los que le van a pedir a Alfonso Rueda.

La luna de miel de Rueda


Al nuevo presidente le llueven estos días lo elogios. Lo habitual en estos casos. Incluso la oposición de Ana Pontón y Valentín González Formoso mantuvo siempre la cortesía y no mostró su versión más dura pese a votar no en la investidura. Nada que ver con aquel famoso "ni cien días ni cien minutos ni cien segundos" del socialista Pachi Vázquez a Feijóo en 2009. Rueda incluso arrancó elogios en sus primeras intervenciones como candidato y presidente, por su concisión, su lenguaje claro y su mensaje de estabilidad y certezas.

Incluso a nivel interno, tanto de Xunta como de partido, la consigna de cerrar la transición de Feijóo con imagen de unidad alrededor del nuevo líder benefició a Rueda, que puede centrarse en la confección del nuevo ejecutivo y la nueva dirección orgánica sin ruido de fondo.

Pero las lunas de miel duran poco. Y en política menos. Es posible que Alfonso Rueda tenga que lidiar ya con los primeros cabreos una vez reorganice el Consello da Xunta o las consellerías. Y después, llegará la primera sesión de control del Parlamento y la oposición le atizará ya sin piedad ni miramientos. Y en la calle, cada vez será más conocido, pero también más exigido.

Pero nada de eso será comparable al filtro electoral. Cuando el próximo domingo se convierta en presidente del PPdeG en el congreso de Pontevedra, los estatutos del partido lo ratificarán como candidato a la Xunta en 2024. Entonces, Rueda ganará o perderá las elecciones. Y el balance de sus dos años al frente de la Xunta y del partido acabará midiéndose en votos, que es lo que ocurre siempre. Por eso el balance de Feijóo, que se marcha invicto de Galicia, es tan positivo. Y por eso en el PPdeG sigue existiendo cierto vértigo ante su marcha.

La prueba de las municipales


Alfonso Rueda solo podrá rellenar ese vacío de Feijóo con éxitos electorales y las municipales son su primera oportunidad. Su ventaja de cara a esa cita es que en 2019 el PPdeG tocó fondo y es difícil empeorar. Y su problema, que todo este relevo orgánico está retrasando la preparación del partido, que sigue sin candidatos en plazas clave a un año de votar.

La noche de las municipales habrá que contar los votos del PPdeG. Y un año después, se verá si se le suman los 150.000 de Rueda.

La nueva Xunta: el cambio de Diego Calvo

A la espera de que el presidente desvele este domingo la composición del nuevo Ejecutivo gallego, todo apunta a una continuidad absoluta del actual gabinete, con el único cambio, ya confirmado por el propio Rueda, de la entrada de Diego Calvo. Algunas voces dentro del PPdeG entienden que será más fácil que se produzcan reorganizaciones internas de competencias o movimientos de segundo nivel que relevos de conselleiros. Da igual que lleven 13 años en la Xunta, como Rosa Quintana, o que no sumen ni dos años, como Julio García Comesaña o María Jesús Lorenzana, porque de arranque, Rueda contaría con todos ellos. De hecho, la entrada de Diego Calvo obedece a una necesidad de cubrir las competencias que deja el propio Rueda en la Vicepresidencia Primeira e Consellería de Presidencia, Xustiza e Turismo. En los pasillos de San Caetano dan por hecho que compartirá galones con Francisco Conde en sendas vicepresidencias. La del coruñés sería la que tenía Rueda, pero ni siquiera con todas las competencias, ya que Turismo —y el Xacobeo— se iría con él a la presidencia de la Xunta, como estuvo ya una temporada en la etapa de Feijóo. A partir de ahí, cualquier cambio podría definirse como sorpresa.

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