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Andarse por las ramas

Nuestro monte está en manos de un plan forestal aprobado hace un cuarto de siglo al que, para colmo, nadie le hizo caso

Los millones de hectáreas de monte —el 70% del territorio gallego— de las que 1,4 albergan más de 1.600 millones de árboles, unas 3.000 empresas, 70.000 empleos directos e indirectos y una facturación cercana a los 2.000 millones de euros anuales —el 3,5% del PIB—. Los números de la madera y el negocio alrededor de ella en Galicia parecen lo suficientemente relevantes como para que merezca la pena poner de acuerdo a todos los actores en juego para aprovechar el enorme potencial de una de las grandes patas de nuestro sector primario.

Con las cenizas de octubre aún en la retina, el Gobierno gallego se enfrenta a uno de los mayores retos de la bautizada por Núñez Feijóo como legislatura del rural: aprobar un nuevo plan forestal. El que está vigente lo parió la Administración Fraga hace ya más de un cuarto de siglo, en 1992. En su día ya no destacó por ser revolucionario ni largoplacista, así que su utilidad como hoja de ruta para ordenar y rentabilizar el monte gallego deja mucho que desear.

Aunque la Xunta —bipartita y del PP— reivindica el crecimiento del sector en los últimos años y su resistencia a la crisis, un puñado de buenas cifras no pueden esconder la realidad: el plan forestal de 1992 ya no sirve y esa es una de las causas de que la comunidad no esté exprimiendo todo el potencial de sus montes, un lujo que Galicia no puede permitirse. Sirva como ejemplo la previsión que hacía el viejo plan para el eucalipto, que tenía que ocupar 245.000 hectáreas en 2032 y hoy, más de una década antes, ya supera esa superficie.

Ante estas evidencias, y quien sabe si también azuzado por las llamas de octubre, el departamento de Tomás FernándezCouto parece que se puso en serio con lo del plan forestal. El problema es que el borrador que presentó no convence a casi nadie, ni a la cadena de valor ni a colectivos de montes comunales o particulares, que se ven ‘vendidos’ ante la industria. En realidad, sobre lo único que existe hoy acuerdo es sobre la necesidad de un plan y sus objetivos: rentabilizar el monte y combatir el fuego.

Lo que dice el borrador
La Xunta quiere duplicar las cortas de madera en 20 años pero sin apenas incrementar la superficie forestal. De hecho, solo contempla ganar 125.000 hectáreas, de las que 50.000 serían para pino y 50.000 para frondosas. El resto quedan para eucalipto, si bien Medio Rural también pretende detener su avance y, por ello, lo vetará en todo Ourense y 19 concellos lucenses y arrancará esta especie de zonas mixtas donde altera bosques autóctonos en la misma proporción en la que vaya plantando nuevas áreas donde prácticamente ya hay monocultivo. Además, el plan forestal recoge una inversión de 600 millones en 20 años; la creación de 200 sociedades de fomento forestal (Sofor) que permitan combatir el minifundismo y agrupar parcelas que hagan más rentables las plantaciones; crear 225.000 hectáreas de pastos entre bosques para proteger el paisaje, combatir el fuego y equilibrar el ecosistema; y extinguir los contratos de la Administración con las comunidades de montes vecinales para actualizarlos.

→ Lo que dice el sector
La cadena de valor que extrae, transforma y comercializa la madera está especialmente irritada con la Xunta. Sus críticas incluyen el hecho de que a ellos nadie les consultó, que el plan nace cojo al no partir de un inventario forestal actualizado, que no puede aprobarse tirando de mayoría absoluta y sin consenso político porque cualquier cambio en la Xunta lo tumbaría, que no simplifica suficientemente la burocracia o que echan en falta en el texto planes de negocio y de márketing, entre otras carencias. También creen que no se puede demonizar el eucalipto en un mundo donde la revolución de la venta online disparará la demanda de cartón para embalajes en los próximos años.

Lo que dice la Xunta
Medio Rural, sin embargo, llama a la calma. Asegura antes de nada que se trata de un borrador y que, como tal, es modificable. Además, argumenta que la mayoría de las demandas del sector industrial no se recogen porque serán abordadas en un plan estratégico posterior, toda vez que ahora las competencias en materia de empresas del monte fueron traspasadas de Medio Rural a Economía con la creación de la Axencia Galega de Industria Forestal.

Lo que dice la experiencia
El 97% del monte gallego es privado, lo que significa que trasladar todas las cifras del plan forestal al terreno es poco menos que imposible, como ya ocurre con la legislación antiincendios. El crecimiento del bosque es lento por lo que la política forestal necesita planes a 20 o 30 años, lo que choca frontalmente con la óptica cortoplacista de nuestros partidos. Los precedentes dicen que cuando se necesita un gran acuerdo de país en Galicia como con la ley del suelo o el idioma nunca se consigue, así que el plan forestal no invita al optimismo. Y aunque es innegable —y lógico— que la industria solo mira por sus intereses y la Xunta debe velar por los de todos, no hay que obviar la ran capacidad de estas empresas de fijar población en el rural, un componente social que a día de hoy debería de ser más relevante que cualquier estadística económica.
Así que si Galicia no quiere enterrar buena parte de ese potencial que permanece oculto en sus montes, a la Xunta más le vale que aparque las prisas y plazos y se siente a dialogar; y al sector, que asuma que no se puede ganar en todo. Lo demás será andarse por las ramas otros 25 años.
 

CxG sigue haciendo ruido
cxg

Compromiso por Galicia sigue empeñado en buscar su hueco en el tablero político gallego de la mano de su nuevo líder, Juan Carlos Piñeiro Docampo, consciente de que un mal resultado en la doble cita con las urnas en 2019 sería un golpe mortal a la formación galleguista. El mariñano fue recibido ayer en Euskadi por el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, para abordar precisamente la reedición de la coalición de ambos para las elecciones europeas del año que viene. Eso sí, la alianza de 2014 incluía a Coalición Canaria y a la ya extinta CiU, por lo que será difícil que el acuerdo se repita en los mismos términos teniendo en cuenta como está Cataluña. A un año de las municipales, Piñeiro Docampo y los suyos pueden aplicarse aquella expresión de El Quijote que decía: "Ladran, Sancho, señal que cabalgamos".
Cs se lanza a la corredoira
cs
Ciudadanos va en serio en Galicia. Por primera vez en mucho tiempo el partido naranja habla abiertamente de abandonar su zona de confort político, que representan las ciudades, para poner la mirada "en el ámbito rural". Lo dijo Fran Hervías, secretario de organización de Cs que ayer culminó una visita de varios días a la comunidad. El dirigente nacional dio cuenta de que ya son 5.300 militantes en la comunidad tras crecer un 23% y que, con su actual estructura, Ciudadanos ya tiene acceso al 48% de la población gallega. Con estas cifras y el empujón demoscópico estatal, Hervías se viene arriba y ve a los naranjas "con muchas opciones de poder formar gobiernos a partir de 2019". Ese éxito pasará por conquistar el rural, para lo que Cs tendrá que pisar corredoira. Pero ojo, porque otros ya lo intentaron antes y acabaron enlamados.
Regreso a la normalidad
psdeg
El socialismo gallego tardó en recuperar la normalidad dos años, el tiempo transcurrido desde que el 6 de marzo de 2016 Gómez Besteiro presidió el último comité nacional del PSdeG —por cierto pocos días antes de su dimisión— hasta este sábado, cuando el máximo órgano de decision entre congresos del partido vuelva a ser realidad, a partir de las 10.30 horas en el hotel Porta do Camiño de la capital gallega. De hecho, la propia celebración del comité quizás sea más relevante en sí que el orden del día de una cita en la que Gonzalo Caballero trazará la hoja de ruta del PSdeG de aquí a 2019. Este gesto de normalidad en el partido se suma a otro vivido anteayer, el de la reunión del propio Caballero con el barón coruñés González Formoso. Parece que las fronteras antaño insalvables entre los dos bandos del socialismo gallego se difuminan.

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